Por qué Muerte en Venecia tuvo un éxito tan sonado, especialmente en España, sólo se explica desde la sociología. Esta película es un rollo, es empalagosa y amanerada. No había visto nada tan pedante desde Orlando (Sally Potter, 1992). El argumento en sí es tan válido como otro cualquiera (la historia de un pollo que se está muriendo y se va a Venecia y se enamora, o vete tú a saber qué le pasa por la cabeza, de un... un.... yo que sé, una mezcla entre Flash Gordon y Ricitos de Oro), el problema está en que la puesta en escena, sí, muy cuidada (como tantas otras, Orlando por ejemplo) da paso a una narración que roza, o mejor, se sumerge en lo ridículo. Lo mejor: la música de Mahler (aunque para eso me pongo el CD), la luz del amanecer de Venecia, y los profesionales intentos de Bogarde por sacar a flote su personaje.