En 1986 se estrenó ‘Top Gun‘, cinta de acción protagonizada por un jovencísimo Tom Cruise y dirigida por el siempre inspirado Tony Scott, uno de los mejores directores del género de acción. La película fue un hito, siendo todavía un clásico de culto hoy en día, con infinidad de fans que la recuerdan con especial cariño. ¿Qué decir de ‘Top Gun‘? Pues que era muy entretenida y tenía sus aciertos, pero que no dejaba de ser un panfleto cargado de testosterona y destinado al público juvenil. ¿Era necesaria una (tardía) secuela? Hace unos días hubiese tenido clara la respuesta (un rotundo no), pero después de ver ‘Top Gun: Maverick’, está claro que me equivocaba, siendo una secuela que supera claramente a la original, aunque tampoco era complicado.

Han tenido que pasar 36 años (que se dice pronto), para que esta segunda parte aterrizase en las salas, después de años de rumores, y parece ser que la gente tenía ganas de más Maverick, ya que las predicciones aseguran que esto va a ser un taquillazo, la crítica no puede estar más satisfecha, y el público que ya ha podido verla está celebrando su triunfo, especialmente los fans. ¿Por qué tanto entusiasmo? Muy sencillo, porque los responsables de la película (entre ellos Cruise) han hecho los deberes, siendo conscientes de que no podían ofrecer lo mismo que en la primera parte, con una secuela más madura, pero también convencional, sin grandes riesgos. Lo sé, parece contradictorio, por lo que mejor ir por partes.

Desgraciadamente, Tony Scott no ha podido ponerse tras las cámaras, ya que nos dejó hace unos años, cogiendo las riendas Joseph Kosinski, director responsable de la efectiva ‘TRON: Legacy’ (otra secuela tardía) y la olvidable ‘Oblivion’, también protagonizada por Cruise. Parece que el bueno de Tom quedó convencido con su trabajo en dicho film, confiando el trabajo a Kosinski. Y vaya acierto, ya que el director ofrece un vibrante espectáculo de acción como los de antes, sin fisuras y que quita la respiración. Si me equivoco, corregidme, pero creo que estamos ante las mejores escenas aéreas de la historia del cine, siendo unas secuencias que ya justifican el visionado. Y es que el clímax es impagable, un regalo para los fans del género que pone toda la carne en el asador. Por lo tanto, Kosinski cumple con nota, confirmando que su elección no ha podido ser más acertada. Tony Scott estaría orgulloso.

En cuanto al guion, esta película ya la hemos visto todos, ya que navega por lugares comunes (la trama romántica, los conflictos entre personajes…) que, aunque conocidos para el gran público, son cómodos, ofreciendo un espacio de confort en el que es imposible salir insatisfecho. Vamos, que estamos ante una cinta diseñada para gustar a todo el mundo, de ahí su éxito (en mi sala los espectadores aplaudieron al final). Cine comercial consciente de sí mismo y que sabe perfectamente ir del punto A al B, sin paradas innecesarias (la trama romántica no molesta). La otra cara de la moneda es que ofrece algo que se ha visto infinidad de veces, sin riesgos, pero este tipo de cine estaba tan olvidado en el tiempo, que lo echábamos de menos, no quedando otra que aplaudir ante una película con sabor añejo (atención a su encanto 80’s y 90’s) y que nos recuerda un pasado mejor. No es perfecta ni ninguna maravilla, pero cumple con creces, y es más, va más allá que su predecesora.

Porque son otros tiempos, y sus responsables son conscientes de que una película como ‘Top Gun’, tan hija de su tiempo, no se puede tomar en serio hoy en día, por lo que apuestan por ofrecer una historia más madura, con toques dramáticos, pero sin renunciar a unas espléndidas dosis de humor, que funcionan y encajan a la perfección. Y es que estamos ante un cóctel de géneros (que va de la acción, al drama, pasando por el humor o el romance) bien combinado y agitado, con un resultado satisfactorio. Da gusto asistir a una secuela tardía que por fin da lo que se espera de ella (e incluso más), y que no deja la sensación de que sus responsables han sido unos perezosos e ineptos. Una rara avis que sabe a gloria.

Cierto que la película peca de predecible (se sabe cómo va a acabar todo desde el minuto uno), pero tampoco importa, porque lo que aquí prima es el viaje, y vaya viaje. Entiendo perfectamente el entusiasmo de los fans, siendo una secuela que supera en todo a su antecesora (con todo el respeto al señor Scott) y que confirma que, si se hacen las cosas bien, cualquier segunda parte puede tener sentido. Espero que Hollywood (obsesionado con la terrible moda de las secuelas tardías) tome buena nota, porque este es el camino.

¿Qué decir de Tom Cruise a estas alturas del cuento? Pues aparte de que ha hecho un pacto con el diablo, a nadie se le escapa que es la estrella de cine más importante del momento (y puede que de la historia…), siendo un tipo que vive con pasión lo que hace, y se nota cuando se ven sus películas. Aquí no es la excepción, con otra memorable actuación, dándolo todo en un personaje que Cruise sabe que es un caramelo, y sacándole todo el jugo. Es el mismo personaje, pero con más sabiduría. Siempre es un placer ver a este señor en pantalla, y más si se lo pasa pipa, como es el caso. No muy atrás están un convincente Miles Teller (con un bigotillo que parecía olvidado en la década de los 80, y no tiene pinta de que lo vaya a devolver…), una risueña y entregada Jennifer Connelly (otra que ha hecho un pacto con el diablo…), un fabuloso Glen Powell (confirmando que es uno de los actores más carismáticos de su generación) o el mítico Val Kilmer, con una aparición con la que es imposible no emocionarse. Todos forman un elenco actoral a la altura del resto de elementos.

Sigue en spoilers sin spoilers por falta de espacio.

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