Aunque no dejan de sorprender, también los medios que alguien de esa edad (19 años) ha logrado obtener, cuando otros tardan un mundo en que se confíe en ellos (no es que sea este un film caro, pero productora necesita).

Dicho todo esto, lo mejor de la película es que tiene las ideas tremendamente claras: unas imágenes al ralentí propias de Van Sant, un hilo musical como el de Wong Kar Wai, y algo de estética pop. Los personajes son atractivos (aunque, seamos sinceros, el recurso de la homosexualidad está pasando de ser una osadía a una obviedad), y el entorno es de lo más acogedor.

Entre los deméritos, cabe apuntar que a pesar de la proeza como director, Xavier Dolan (que protagoniza la cinta) sobreactua bastante, además de representar un papel (que suponemos que será su realidad) de pijo insoportable, de adolescente histérico, de excéntrico.

En resumen, decente, y con mérito por la juventud de Dolan, habrá que echar un ojo a sus futuras incursiones.