A veces, creo, que en algunos guiones se nota la edad del autor. Es como si con la mirada, el lugar donde pone el ojo y el punto que resalta en la historia; fuese el espíritu inconciente de sus años.
En esta película el guionista debe tener 90 años.
Un film lento, de poco diálogo, de costumbres viejas (un asesino renegado del celular, ni hablar de internet), un solitario apenado y culposo de su profesión; paranoico, estático y “sensible” (pese a matar gente, todavía cree en el amor).
Si no fuese por Italia, sus pueblos y montañas, el misterio de sus callecitas y las tibias actuaciones de las “lindas” que rodean a Clooney; podríamos hablar de una pésima película.

Me hubiera gustado estar en lista de objetivos de Clooney y de este modo la espera del ansiado final hubiera sido apasionante, intrépida y vertiginosa (quizás este fue el deseo de su director)