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Voto de Chris Jiménez:
10
Intriga. Thriller. Cine negro Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer ... [+]
28 de septiembre de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos completos desconocidos coinciden en un tren. Uno es un famoso tenista, el otro un "viva la virgen" que está más pa' llá que pa' cá.
Uno roza la punta de los zapatos al otro al sentarse frente a él y la cortesía inunda sus frases hasta que el primero propone una idea de crimen perfecto, claro está si cada uno de ellos comete el del otro, un crimen para librarse de ciertas personas que sobran en sus vidas...

No me importa si la novela de Patricia Highsmith, en la cual se basa la película, está mejor o peor o si deberían haberse incluido ciertos momentos de la misma, el caso es que a mí "Extraños en un Tren" me atrapa de principio a fin, cada vez que la veo, y eso dice mucho de ella. Sí, una de las primeras que descubrí del sr. Alfred Hitchcock (tras "Vértigo", "Atrapa a un Ladrón" y "Psicosis") y que realmente me dejó impresionado el ver cómo se desarrollaba la historia de aquel pobre tenista Guy Haines.
Un hombre torturado por una esposa que le había engañado con otro hombre, que además se niega a divorciarse para que él puda continuar con su vida (una pedazo de zorra, con todas las letras) y que para colmo de males se ve acorralado por el descerebrado de Bruno, un hombre caprichoso, más niño de mamá que hombre, que no está muy bien de la cabeza y vive obsesionado con matar a su padre.

Una trama oscura, pesimista, violenta, aunque llena de humor negro, y que explora el tenebroso lado del ser humano con la idea del "doppelgänger", que se expresa durante todo el metraje. La idea de verse materializada en la realidad dos caras de la misma persona, ya que Bruno parece mostrarse como la encarnación del deseo oculto que tiene Guy por acabar con su maldita esposa Miriam. Los dos parecen actuar al unísono aunque se encuentren en lugares distintos, como si fuese una simbiosis perfecta: uno pregunta por la hora y el otro mira el reloj, uno piensa en estrangular a su esposa y el otro lo realiza físicamente.
El propio Hitchcock comentó a Truffaut que "aquél era un concepto fascinante, que uno podría estar estudiándolo por siempre"...desde luego que sí. Segundo film de su recién iniciada década de los '50 (mi favorita del cineasta) tras "Pánico en la Escena", esta "Extraños en un Tren" pasó por un proceso de elaboración arduo desde el principio, desde que se adquirieron, por menos dinero de lo que debería, los derechos de la novela. Para el guión fue contratado el mismísimo Ray Chandler, y la historia principal volteó en muchas ocasiones hasta mutar en algo completamente diferente (bueno, como suele pasar con todas las novelas que el británico ha llevado a la pantalla).

Pero con el guión en las manos y los actores, que también fueron difíciles de elegir, el rodaje ya podía comenzar. Y marcó, como muchos pensaron, algo así como el renacimiento del director, quien, durante tantos años de haber estado tras las cámaras sin pasión alguna (los '40 le dejaron marcado), por fin se vio ante un proyecto con el que se sentía motivado. Lo demostró con creces, siendo esta película, hoy por hoy, una de las mejores de toda su carrera, donde en ella todo es perfecto: la maravillosa fotografía de Robert Burks, el montaje del que se encarga Will Ziegler, esas escenas puramente "hitchcockianas" de las que se podrían estar horas hablando, como el estrangulamiento visto a través de las gafas, la bajada de Guy por las escaleras con Bruno detrás apuntándole o el espectacular final en el tiovivo.
Impactantes, realmente, así como esos planos únicos que el director se inventa para enfatizar los elementos del crimen (las manos de Bruno, las gafas, la pistola...). También merece mención el apartado artístico del film, donde disfrutamos de las grandes interpretaciones de Farley Granger, Ruth Roman, Patricia Hitchcock, la mismísima hija del director que ya hizo acto de presencia en "Pánico en la Escena" (y que a mí me hace gracia que sea el personaje más perspicaz de la historia), Laura Elliott, que resulta odiosa en su papel de Miriam, y Robert Walker, el más memorable de todos haciendo del extraño Bruno, al mismo tiempo repelente y que, aunque uno quiera, cae condenadamente simpático.

Lo dicho, la disfruto cada vez que la veo y me sube la adrenalina con ella como pocas del director logran hacer. Retorcida, perversa, dramática, muy entretenida y emocionante de principio a fin. Joya inmortal de Hitchcock y de la Historia del cine.
Una vez más admito que los '50 fue la mejor época para el británico.
Chris Jiménez
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