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Voto de Chris Jiménez:
3
Acción. Thriller. Romance Un detective, que disparó por error a su compañero de servicio, se enfrenta a un extraño caso: una elegante mujer, asesina en serie, utiliza sus encantos para acabar con sus víctimas mientras escucha música de Mozart. (FILMAFFINITY)
21 de abril de 2023
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sensual cuerpo desnudo de Shu-Zhen Qiu (o Chingmy Yau) aferrado a la vestida de traje Carrie Ng mientras sostiene un revólver ha pasado a ser de las imágenes más icónicas de la industria cinematográfica de Hong Kong.
Sexy y elegante, fuerte e hipnótica...

Hermoso envoltorio para redondear uno de los mayores éxitos, y no de los menos controvertidos de Jing Wong, esa mezcla a lo hongkonés de Menahem Golam, Joel Silver y Shane Black que a tantos espectadores llevó a las salas en los '80/'90 sin preocuparse un segundo de la calidad de sus producciones; lo suyo era amasar dinero y contentar al público, razón de ser admirado y odiado a partes iguales. En 1.992 dio con la fórmula: una parodia definitiva de los sangrientos y estilizados "thrillers" de Woo, Lam, Hark y otros, aprovechando asimismo el aumento de popularidad del erotismo en las pantallas gracias a las recientes "Sex & Zen" e "Instinto Básico".
Para afianzar una mejor respuesta se contrata a Yao-Liang Huo (o Clarence Fok), conocido por su gusto por las coreografías, las estéticas elegantes y la atención sobre los personajes femeninos; su sello está grabado en los primeros minutos de "Naked Killer", donde bellos cuerpos se arremolinan entre escenarios de colorida composición y sutiles movimientos de cámara. Pura estilización y arte preciosista. Tras esto se nos lanza sin miramientos a las entrañas del film, por el pescuezo: una chica perseguida entre calles bañadas por los neones y la humedad de la noche termina liándose a tiros y puñetazos contra dicho perseguidor en la habitación de un apartamento. La sangre y la pólvora nos salpica a los ojos.

Esto es sólo el principio, el principio del caos. Pero antes de cundir definitivamente tenemos a los clásicos policías investigando; al parecer esta escena de horror es frecuente en la ciudad desde un tiempo. Simon Yam, con esa gallardía desparpajera que le caracteriza, vuelve de inspector, esta vez traumatizado por la pérdida de su compañero, y a este cliché se le suma la presencia de otro que sólo está para decir imbecilidades y una manía persistente por vomitar cuando mira su arma (de hecho esto, y llevarse las manos a la cara, lo hará muchas veces...). Entonces "Kitty" aparece, de por medio.
Qiu deja de ser la chica inocente y agradable a la que se había habituado y destroza su imagen con esta gamberra y chiflada individua de ropas muy ajustadas; la relación de ambos, que se da entre el dolor, la humillación y la pasión sexual, tiene todos los ecos de la obra de Verhoeven, mientras Wong bombardea nuestros oídos con algunas de las frases más necias y repulsivas de la Historia. Como necio es el desarrollo de la trama, donde el ritmo del frenético montaje provoca no sólo que no se respete un mínimo de continuidad ni coherencia entre una escena y la siguiente, sino que muchas cosas sucedan a la vez en la misma...

Para muestra basta el cúmulo de situaciones que ocurren en tan solo media hora: "Kitty" pasa de ser una chica idiota y peligrosa enamorada de un débil policía a una de las fugitivas más buscadas tras matar a un empresario (o lo que sea) y a la alumna de una de las más despiadadas asesinas a sueldo de Hong Kong. ¿Cómo demonios se llega aquí?, ¿cómo renuncia a su vida esta subnormal, se deja secuestrar y entra a formar parte del entrenamiento de una Kelly Yao que se regocija a cada minuto de sus artes letales para matar? A hombres, por supuesto, porque al parecer no existen mujeres que merezcan ser asesinadas.
Un repelente sentimiento misándrico se da de tortas con el trato más sexista y misógino que podríamos imaginar en un film de acción; la inverosimilitud y las pésimas actuaciones se resbalan por escenarios "kitsch" de elaborada estética, colores intensos y desnudos ocasionales que no garantizan sino un erotismo travieso, nada controvertido (para eso ya están los vergonzosos diálogos o la exposición de la violencia, cuya extrema dureza deja en ridículo a las más salvajes secuencias del cine hongkonés comercial del momento), entre los ribetes de un guión con infinitos agujeros que pudiera juntar las ideas de "Nikita" y la mencionada "Instinto Básico".

Llegado el ecuador reaparece el policía de los vómitos, que se lanza a los brazos de la transformada "Kitty", y la responsable de todos los asesinatos del principio, a la que vimos en las primeras secuencias (la explosiva Carrie Ng en un personaje absolutamente detestable, como todos los demás, si no se libra nadie...) de asesina loca lesbiana. Ella y su esclava japonesa sadomasoquista inician un 3.er acto donde, gracias a Dios, volverá la acción (lo único que mantenía a flote este despropósito), reorganizándose los argumentos de "Marcado para Matar" y "The Mechanic", ahora con mujeres sexys en lugar de tipos duros en una competición de asesinos a sueldo.
Este batiburrillo de tramas y subtramas se resuelve en instantes climáticos donde la cámara no se detiene ni un segundo y el movimiento y la violencia poseen una fuerza ciclónica; pero es difícil determinar si la acción, que va más allá de lo que un cineasta norteamericano pudiera entender por "abrumadora", sirve para compensarnos por todo lo demás, por el delirio al que llegan las interacciones entre personajes, los diálogos, las escenas eróticas, los inoportunos chistes o el estilo visual en general. Pero es que nada hace parecer que a los personajes les importa nada, pues conviven con la locura y se dejan arrastrar por ella.

Rechazando Michelle Yeoh el papel por los desnudos, Qiu ganó un tremendo éxito que la llevó a ser nominada en los Hong Kong Film Awards. Cuesta creer que esta barrabasada vulgar e infumable (observen las escenas de los violadores atados con cadenas y estarán de acuerdo) pudiese tener ningún éxito, pero así de raro es el gusto del público asiático.
Lo más interesante, por interés "freak", dudo mucho que por atracción a la calidad, es que "Naked Killer" llegase a alcanzar el estatus de joya de culto a poco de ser distribuida en el extranjero.
Chris Jiménez
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