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Voto de Chris Jiménez:
7
13 de octubre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Las nubes se arremolinan...va a haber lágrimas derramadas sobre la bahía. [...] El ciclo de la muerte está a punto de golpear".
La chiflada sra. Fosatti nos lo avisa muy bien, con sus ojos desencajados. Horribles acontecimientos van a darse en un lugar dominado por el miedo y la maldad. ¡No se salvará nadie!
Después de "Roy Colt y Winchester Jack", "spaghetti western" tan curioso como poco conocido entre sus fans que sobre todo le sirvió para burlarse de los códigos del género, Mario Bava regresaba al terror en la que tal vez fue una de sus producciones más complicadas, aun contando con la total libertad creativa que le concediera Giuseppe Zaccariello. El motivo, al cual ya estaba acostumbrado, era la falta de presupuesto y las innumerables deudas personales, el ambiente de caos perfecto para concentrarse al 100% en desenvolver su genio.
Caótico desde luego fue todo el desarrollo del proyecto con más de una decena de títulos, oficialmente bautizado "Reazione a Catena", que incluyó una discusión furibunda con el guionista Gianfranco Barberi, la primera colaboración del director y Dardano Sacchetti tras su separación de Argento, un libreto confeccionado a casi veinte manos sin una idea clara y la filmación en propiedades reales del equipo donde el anterior tuvo que hacer gala de sus mejores trucos ante la cámara ya que el poco tiempo y dinero apremiaban. Puede que este ambiente contribuyera a expulsar tal cantidad de violencia desde el lado de la ficción como ya se verá, pero nada lo presagiaría con semejante comienzo...
La luna se refleja sobre las tranquilas aguas de esa bahía que será testigo de muchas desgracias. Por ahora calma. Mientras, una anciana inválida (la veterana Isabella Sampietro) surca las estancias de su mansión arropada en oscuridad; rompe la quietud una emotiva música como si lloraran las paredes y la mujer observa la lluvia deslizándose delicadamente por el ventanal. ¿Acaso estamos en un melodrama de Douglas Sirk? Cualquiera lo diría, y es que la puesta en escena posee una elegancia y estilización extrapolada de una novela de Allan Poe o Daphne du Maurier que sólo se halla en los clásicos de época.
La atmósfera, el ambiente, las sensaciones, todo es estrujado sin piedad igual que el cuello de la mujer por una soga que se interpone en su camino. Unos guantes negros asoman, pero del mismo modo que en "Un Hacha para la Luna de Miel", la identidad del asesino se revela al instante; y en un acto descarado, para reírse aún más de los códigos del "giallo" que el propio cineasta puso de moda, asesina al asesino, y así empieza realmente su fábula. El motor de tan despiadado crimen es una herencia, como en casi todos los "whodunit", pero si en ellos la clave está en destapar a un culpable entre un grupo de personajes, aquí no serán necesarias las investigaciones.
Y es que alrededor de la bahía a la que se ha puesto precio sólo rondan miserables; son los que, por una razón o por otra, quieren quedársela a toda costa. Personajes también pintorescos, esbozados en la grotesca ambigüedad, ocultos en las apariencias, dotados de una repulsiva catadura y unidos de alguna forma a la propiedad y su dueña, ya asesinada; Simone, un joven que ronda en el lugar, discute con Paolo su afición por matar insectos por el simple placer de matarlos y luego capturarlos. Éste se defiende. Los insectos no son humanos, por lo que no debería ser tratado de asesino: "Miles de años de civilización están a nuestras espaldas, ¿sabes?".
Y el anterior responde "No lo sé...yo no estuve allí". Y ya está dicho todo. En unas pocas palabras Bava ha desgarrado toda conciencia y sentido de la moral, dejando a la violencia como única guía del ser humano, que vive para matar por el simple hecho de que tiene tal poder. La avaricia y la envidia son sólo el medio que conduce a tal fin, el que usan Renata y Alberto, a la caza de la herencia como el arquitecto Ventura y Laura; cada pareja ansía un trozo del pastel mientras Simone se mueve con sigilo. Pero las sucias artimañas de estos ruines que caen en la trampa de su propia estupidez son observadas, no sólo por un ojo expectante en todo momento, sino por la propia bahía.
Incluso sin presupuesto y en un escenario precario de árboles, Bava crea la ilusión de una fábula de horror y degeneración entre la espesura neblinosa de un bosque de esencia gótica, preñado de una viscosa atmósfera cuya paleta de sensaciones deja un profundo malestar en el espectador. Da la impresión de que esa bahía respira, huele y observa, de que posee a sus merodeadores y les arrastra a los actos más dementes, por la ambición (el pulpo, que procede de sus aguas, succionando el rostro del conde Donati). Como estos actos no están llevados por la razón, la trama también prescinde de ella, pasando de un suceso horrible a otro y dejando que la sangre y las vísceras impregnen los rincones.
Nada justifica esta orgía despojada de toda ética y vergüenza, ni hay misterios insondables; Bava juega con las reglas del suspense y el "giallo", derriba las máscaras rápidamente, les aplica su horror cínico, lleva la violencia a su máximo y ridículo paroxismo, de una perturbadora belleza gracias a la labor de los efectos especiales y el maquillaje de Carlo Rambaldi. En una jugada o muy ingeniosa o muy descerebrada unos jóvenes se aproximan al escenario como si llegasen de otra película a invadir la presente; de dicho tramo podría hacerse un análisis en profundidad sobre la maestría de crear una historia basada en su total gratuidad (en Zona Spoiler).
Visionario retorcido y gamberro este Bava, quien nunca se mostró tan fiero en su discurso sobre el ser humano y sus instintos, rematando la función con un inesperado giro final que es el epítome de dicho discurso.
"Reazione a Catena" entusiasma tanto como repugna en el momento de su estreno, si bien tiene una exhibición limitada. Aun con sus impedimentos se convertirá en uno de los pilares de su carrera y del género (bastante inclasificable, por cierto).
La chiflada sra. Fosatti nos lo avisa muy bien, con sus ojos desencajados. Horribles acontecimientos van a darse en un lugar dominado por el miedo y la maldad. ¡No se salvará nadie!
Después de "Roy Colt y Winchester Jack", "spaghetti western" tan curioso como poco conocido entre sus fans que sobre todo le sirvió para burlarse de los códigos del género, Mario Bava regresaba al terror en la que tal vez fue una de sus producciones más complicadas, aun contando con la total libertad creativa que le concediera Giuseppe Zaccariello. El motivo, al cual ya estaba acostumbrado, era la falta de presupuesto y las innumerables deudas personales, el ambiente de caos perfecto para concentrarse al 100% en desenvolver su genio.
Caótico desde luego fue todo el desarrollo del proyecto con más de una decena de títulos, oficialmente bautizado "Reazione a Catena", que incluyó una discusión furibunda con el guionista Gianfranco Barberi, la primera colaboración del director y Dardano Sacchetti tras su separación de Argento, un libreto confeccionado a casi veinte manos sin una idea clara y la filmación en propiedades reales del equipo donde el anterior tuvo que hacer gala de sus mejores trucos ante la cámara ya que el poco tiempo y dinero apremiaban. Puede que este ambiente contribuyera a expulsar tal cantidad de violencia desde el lado de la ficción como ya se verá, pero nada lo presagiaría con semejante comienzo...
La luna se refleja sobre las tranquilas aguas de esa bahía que será testigo de muchas desgracias. Por ahora calma. Mientras, una anciana inválida (la veterana Isabella Sampietro) surca las estancias de su mansión arropada en oscuridad; rompe la quietud una emotiva música como si lloraran las paredes y la mujer observa la lluvia deslizándose delicadamente por el ventanal. ¿Acaso estamos en un melodrama de Douglas Sirk? Cualquiera lo diría, y es que la puesta en escena posee una elegancia y estilización extrapolada de una novela de Allan Poe o Daphne du Maurier que sólo se halla en los clásicos de época.
La atmósfera, el ambiente, las sensaciones, todo es estrujado sin piedad igual que el cuello de la mujer por una soga que se interpone en su camino. Unos guantes negros asoman, pero del mismo modo que en "Un Hacha para la Luna de Miel", la identidad del asesino se revela al instante; y en un acto descarado, para reírse aún más de los códigos del "giallo" que el propio cineasta puso de moda, asesina al asesino, y así empieza realmente su fábula. El motor de tan despiadado crimen es una herencia, como en casi todos los "whodunit", pero si en ellos la clave está en destapar a un culpable entre un grupo de personajes, aquí no serán necesarias las investigaciones.
Y es que alrededor de la bahía a la que se ha puesto precio sólo rondan miserables; son los que, por una razón o por otra, quieren quedársela a toda costa. Personajes también pintorescos, esbozados en la grotesca ambigüedad, ocultos en las apariencias, dotados de una repulsiva catadura y unidos de alguna forma a la propiedad y su dueña, ya asesinada; Simone, un joven que ronda en el lugar, discute con Paolo su afición por matar insectos por el simple placer de matarlos y luego capturarlos. Éste se defiende. Los insectos no son humanos, por lo que no debería ser tratado de asesino: "Miles de años de civilización están a nuestras espaldas, ¿sabes?".
Y el anterior responde "No lo sé...yo no estuve allí". Y ya está dicho todo. En unas pocas palabras Bava ha desgarrado toda conciencia y sentido de la moral, dejando a la violencia como única guía del ser humano, que vive para matar por el simple hecho de que tiene tal poder. La avaricia y la envidia son sólo el medio que conduce a tal fin, el que usan Renata y Alberto, a la caza de la herencia como el arquitecto Ventura y Laura; cada pareja ansía un trozo del pastel mientras Simone se mueve con sigilo. Pero las sucias artimañas de estos ruines que caen en la trampa de su propia estupidez son observadas, no sólo por un ojo expectante en todo momento, sino por la propia bahía.
Incluso sin presupuesto y en un escenario precario de árboles, Bava crea la ilusión de una fábula de horror y degeneración entre la espesura neblinosa de un bosque de esencia gótica, preñado de una viscosa atmósfera cuya paleta de sensaciones deja un profundo malestar en el espectador. Da la impresión de que esa bahía respira, huele y observa, de que posee a sus merodeadores y les arrastra a los actos más dementes, por la ambición (el pulpo, que procede de sus aguas, succionando el rostro del conde Donati). Como estos actos no están llevados por la razón, la trama también prescinde de ella, pasando de un suceso horrible a otro y dejando que la sangre y las vísceras impregnen los rincones.
Nada justifica esta orgía despojada de toda ética y vergüenza, ni hay misterios insondables; Bava juega con las reglas del suspense y el "giallo", derriba las máscaras rápidamente, les aplica su horror cínico, lleva la violencia a su máximo y ridículo paroxismo, de una perturbadora belleza gracias a la labor de los efectos especiales y el maquillaje de Carlo Rambaldi. En una jugada o muy ingeniosa o muy descerebrada unos jóvenes se aproximan al escenario como si llegasen de otra película a invadir la presente; de dicho tramo podría hacerse un análisis en profundidad sobre la maestría de crear una historia basada en su total gratuidad (en Zona Spoiler).
Visionario retorcido y gamberro este Bava, quien nunca se mostró tan fiero en su discurso sobre el ser humano y sus instintos, rematando la función con un inesperado giro final que es el epítome de dicho discurso.
"Reazione a Catena" entusiasma tanto como repugna en el momento de su estreno, si bien tiene una exhibición limitada. Aun con sus impedimentos se convertirá en uno de los pilares de su carrera y del género (bastante inclasificable, por cierto).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Regocijémos ahora, señoras y señores, en la desgracia ajena, en la de unos jovencitos que no tienen nada mejor que hacer que aproximarse, en su improvisada escapada de placer, a la bahía que da título a la película...
Da la sensación de que el libreto de ésta ha sido tomado a hurtadillas por el guionista malhumorado de turno antes de ser despedido, o de que parte de dicho libreto se quemó o rompió y hubo de ser fabricado a la carrera un parche argumental para compensar la pérdida, ya que la manera en que este grupo en la flor de la vida se infiltra en la trama es de las maniobras más injustificadas de la Historia del cine...pero también, ni que decir tiene, de las más irreverentes. Nos encontramos en plena intriga por el control del terreno dejado en herencia por la señora condesa, por ahora sólo hay conspiraciones que presagian grandes desastres, como hace Anna.
Albert y Renata, Ventura y Laura, las parejas se observan y desean los peores males. A este punto se supone que tendríamos que seguir los pasos de estos ruines, pero no; la acción se corta y en un coche los cuatro chicos mencionados (Louise, Sylvie, Luca y Roberto) deciden así por las buenas acercarse al lugar donde se maquinan horribles acontecimientos. Éstos juegan, hacen bromas, pasean por el lugar, uno (Roberto) es más tonto que el resto y no quiere meterse en compromisos amorosos, todo lo contrario que Luca y Sylvie.
La situación de este cuarteto y el papel del tal Roberto es extraña; es el renegado que no pertenece a ninguna parte, que molesta y observa cual voyeur, sin saber ninguno que tras las paredes de una de las casas de la bahía que allanan un ojo avizor siempre vigila sus movimientos y sus trifulcas sin sentido. Por otra parte, Brigitte Skay se sumerge en su propio mundo protagonizando el primer desnudo integral en un film del director y andando hacia las aguas del lago; su concentración en estos hechos y su manía por hacernos partícipes es tan concienzuda que ni siquiera alcanzamos a apreciar la ausencia de los verdaderos protagonistas de la historia.
Pero así es...estos cuatro pazguatos han tomado, han invadido, literalmente, esta película; a la bahía no le gusta nada y ahora conspira contra ellos: hachazos, apuñalamientos, asaltos sorpresa que hacen derramar sangre sobre el agua y la tierra naranja en un acto descarnado de comunión entre muerte y naturaleza, incluso naturaleza sexual, pues el asesinato más salvaje de toda la película incluye un empalamiento a Luca y Sylvie mientras están haciendo el amor con nada más y nada menos que una lanza.
Al final, el coche en el que llegaron parece brindarnos una maquiavélica sonrisa, como si también hubiera estado conspirando junto con la bahía. Este segmento esconde los motivos y acciones del cine posterior de terror de categoría "slasher".
Absolutamente todos los títulos habidos y por haber tendrían en esta pequeña historia de crimen y sexo al margen de la original su influencia más importante. No se concibe la existencia de "Viernes 13" sin ella.
Da la sensación de que el libreto de ésta ha sido tomado a hurtadillas por el guionista malhumorado de turno antes de ser despedido, o de que parte de dicho libreto se quemó o rompió y hubo de ser fabricado a la carrera un parche argumental para compensar la pérdida, ya que la manera en que este grupo en la flor de la vida se infiltra en la trama es de las maniobras más injustificadas de la Historia del cine...pero también, ni que decir tiene, de las más irreverentes. Nos encontramos en plena intriga por el control del terreno dejado en herencia por la señora condesa, por ahora sólo hay conspiraciones que presagian grandes desastres, como hace Anna.
Albert y Renata, Ventura y Laura, las parejas se observan y desean los peores males. A este punto se supone que tendríamos que seguir los pasos de estos ruines, pero no; la acción se corta y en un coche los cuatro chicos mencionados (Louise, Sylvie, Luca y Roberto) deciden así por las buenas acercarse al lugar donde se maquinan horribles acontecimientos. Éstos juegan, hacen bromas, pasean por el lugar, uno (Roberto) es más tonto que el resto y no quiere meterse en compromisos amorosos, todo lo contrario que Luca y Sylvie.
La situación de este cuarteto y el papel del tal Roberto es extraña; es el renegado que no pertenece a ninguna parte, que molesta y observa cual voyeur, sin saber ninguno que tras las paredes de una de las casas de la bahía que allanan un ojo avizor siempre vigila sus movimientos y sus trifulcas sin sentido. Por otra parte, Brigitte Skay se sumerge en su propio mundo protagonizando el primer desnudo integral en un film del director y andando hacia las aguas del lago; su concentración en estos hechos y su manía por hacernos partícipes es tan concienzuda que ni siquiera alcanzamos a apreciar la ausencia de los verdaderos protagonistas de la historia.
Pero así es...estos cuatro pazguatos han tomado, han invadido, literalmente, esta película; a la bahía no le gusta nada y ahora conspira contra ellos: hachazos, apuñalamientos, asaltos sorpresa que hacen derramar sangre sobre el agua y la tierra naranja en un acto descarnado de comunión entre muerte y naturaleza, incluso naturaleza sexual, pues el asesinato más salvaje de toda la película incluye un empalamiento a Luca y Sylvie mientras están haciendo el amor con nada más y nada menos que una lanza.
Al final, el coche en el que llegaron parece brindarnos una maquiavélica sonrisa, como si también hubiera estado conspirando junto con la bahía. Este segmento esconde los motivos y acciones del cine posterior de terror de categoría "slasher".
Absolutamente todos los títulos habidos y por haber tendrían en esta pequeña historia de crimen y sexo al margen de la original su influencia más importante. No se concibe la existencia de "Viernes 13" sin ella.