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Voto de Chris Jiménez:
10
Drama. Bélico En el Japón medieval, el poderoso señor Hidetora decide abdicar y repartir sus dominios entre sus tres hijos. El menor considera que la idea es absurda y sólo servirá para causar problemas. Su padre, enfurecido, lo deshereda. Muy pronto descubrirá su error: la ambición hará que sus hijos mayores se enfrenten por el poder en una cruenta guerra. Se inspira en el drama de Shakespeare "El rey Lear". (FILMAFFINITY)
4 de julio de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo está en calma, el apacible silencio sólo es interrumpido por la brisa del viento, que mece las hierbas de las verdes colinas, y las nubes empiezan a acumularse en el cielo mientras el Sol amenaza abrasador.
Cuatro jinetes pacientes y dispuestos según los ejes de los puntos cardinales acechan la llegada de algo procedente del exterior, sin ser capaces de predecir que un peligro vendrá del centro, del núcleo mismo de la figura que trazan sus siluetas...

Llegando a las 75 primaveras, nada menos, el director Akira Kurosawa no daba signos de flaqueza cuando estrenó a mediados de los '80 una de sus más grandes películas y la confirmación de su maestría absoluta para el género de la épica (ahí venía otra vez a demostrarlo por si a alguien no le había quedado claro con "Los Siete Samuráis" o "Yojimbo"). Sería en 1.976, coincidiendo con el rodaje de "Dersu Uzala", cuando el director empezaría a escribir lo que al cabo de una maduración de siete años se convertiría en "Ran", adaptación libre de la tragedia "El Rey Lear", de William Shakespeare, y segunda revisión de un texto del autor después de "Trono de Sangre", basada en "MacBeth".
En un momento en que su cine se presentaba desfasado ante el público de la época, en que no podía encontrar financiación entre sus compatriotas y dependía de productores extranjeros, como ya le ocurrió con la anterior "Kagemusha" (George Lucas y Francis F. Coppola le ayudaron bastante), Kurosawa halló en el francés Serge Silberman la colaboración que necesitaba para llevar su proyecto a buen puerto, el cual acabaría siendo el más costoso de su filmografía hasta el momento. Pero la base del director no se halla enteramente en la obra de Shakespeare.

Hidetora, jefe del clan Ichimonji, está inspirado en Monotari Mori, daimyo que estaba en el poder en el periodo Sengoku y que legó su feudo en buenas condiciones a sus tres hijos; "El Rey Lear" se impuso más tarde, a la vez que las tres hijas de la pieza teatral, Goneril, Regan y Cordelia, se transformaban en varones en aras de la verosimilitud histórica (¿un señor feudal, y japonés, legando sus tierras y ejércitos a sus hijas? ¡ja!). De este modo somos partícipes de la gran locura cometida por Hidetora, quien, tras una pesadilla bastante premonitoria, opta por nombrar como sucesor a su hijo Taro, dejando algunas posesiones a sus otros vástagos, Jiro y Saburo.
Kurosawa, como ya hiciera en "Kagemusha", nos ofrece una epopeya épica de samuráis ubicada en el siglo XVI en la mejor tradición del género, rindiéndole un sentido homenaje a sus aspectos más clásicos a la vez que lo desmitifica; "Ran" se emparenta, de este modo, con los contestatarios "chanbara" realizados en los '60 por los directores de la Nueva Ola (así podemos ver a muchos de los guerreros dejando sus espadas para combatir con fusiles o esa secuencia como la de Kaede amenazando con un cuchillo a Jiro). Significativas también resultan las alusiones y metáforas que remiten a diferentes épocas de cambio social para el país nipón, no hay más que atender a las palabras del irascible Saburo hacia su padre ("somos hijos de una época decadente, envilecida por la guerra") o el enfrentamiento entre éste, representante de los valores más tradicionales, contra Jiro y Taro.

Pero así como el rojo, el negro y el amarillo del fuego componen la sinfonía de "Ran", el director también fusiona múltiples elementos para crear un espectáculo visual sin parangón. La violencia descarnada de los combates se encuentra con la poética propia de la tragedia "shakespeariana" y con la belleza del teatro Noh, una de las formas principales del drama musical la cual integra mímica, canto, danza y un sentido espiritual basado en el budismo zen; cada secuencia de tensión dramática en el film evoca una escena teatral del Noh, con la economía de movimientos en las interpretaciones, la paciencia, precisión y elegancia del estilo y los conflictos de origen divino y existencial como características esenciales.
El inmenso Tatsuya Nakadai encarna a Hidetora, personaje sacado directamente de una obra Noh (ojo a su caracterización a partir de que enloquezca), incapaz de luchar contra el destino e incluso de suicidarse dignamente, que ha de descender a los infiernos para comprender los errores que ha cometido y el mal que ha causado al mundo; es decir, debe perder el juicio para recobrar totalmente la razón. Le acompañan Akira Terao, Daisuke Ryo y el tremendo Jinpachi Nezu como los tres hijos del daimyo.

Mieko Harada, quien ya se mostró imponente en su primer papel ("Lullaby of the Earth"), aporta la fuerza necesaria a su vengativa Kaede (síntesis de los papeles femeninos de Asaji, de "Trono de Sangre", y la "Mantis" de "Barbarroja"), extremo opuesto a la resignada y dulce Sue, a la que da vida Yoshiko Miyazaki. Impagable, por otra parte, Ikehata "Peter" Shinnosuke como el bufón, único cuerdo en un mundo de hombres locos. En el plano técnico, "Ran" es todo un logro cinematográfico: la fotografía de Takao Saito, Masaharu Ueda y Asakazu Nakai encaja a la perfección con la puesta en escena, el diseño de producción, los fastuosos decorados de Yoshiro y Shinobu Muraki y la banda sonora de Toru Takemitsu.
Ningún elemento puede sobrevivir sin el otro (por mucho que su título signifique "caos", todo el color, la composición, el sonido y la forma permanece en absoluta armonía en esta obra). Compleja, elaborada y sorprendente, aunque no reconocida en su momento, se trata de una de las obras maestras del género de la épica. Kurosawa hace de la soledad y agonía del ser humano un viaje espiritual y ensoñador en eso que transforma la brutalidad y el horror en lirismo y arte.

Basta con fijarse en el espectacular asalto al tercer castillo, quizás la secuencia de batalla más emocionante y triste jamás rodada en la Historia del celuloide.
Chris Jiménez
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