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Voto de Chris Jiménez:
6
Terror. Fantástico Christine es un Plymouth Fury de 1958 que salió de una cadena de montaje de automóviles de Detroit, pero no es un coche cualquiera. En el fondo de su chasis se aloja el mismísimo diablo, que alberga un deseo de venganza insaciable que hiela la sangre a cualquiera y destruye todo lo que encuentra en su camino. (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por supuesto que sí, mi coche es mío y nadie me tiene que decir lo que tengo que hacer con él. Además, ¿no habéis visto qué color?, ¿y las llantas?, ¡y cómo ruge el motor!
Todos hemos querido tener un coche siendo jóvenes, claro, uno bonito, en el que nos sintamos a gusto, así que es difícil ver con malos ojos una preciosidad como Christine...aunque yo antes de entrar y conducirlo me lo pensaría, ¿eh?

Mi padre es un fan del maestro literario del terror Stephen King, así que yo también he llegado a serlo, y he visto unas cuantas adaptaciones de sus obras, la mayoría estrenadas durante los '80, porque se ve que en esos años la fiebre de adaptar las novelas del autor se disparó desde que Kubrick realizara "El Resplandor" (aunque del libro al film hay un trecho...), y aquello duró toda la década y la posterior. Ahí están "Los Chicos del Maíz", "La Zona Muerta", "Cujo", "La Rebelión de las Máquinas", dirigida por el propio King, o ésta que nos ocupa; muchas de aquellas versiones cinematográficas son algo mediocres, pero hay otras que aguantan muy bien el paso de los años.
Creo que "Christine" es de las que están ahí, en el límite: ni llegan a ser obras maestras ni tampoco malas películas. Fue el productor Richard Kobritz quien se interesó por adquirir los derechos de la novela, ante todo por cómo el autor presentaba esa obsesión de la juventud americana de los '70 por los coches. El trabajo de dirección fue a parar a un John Carpenter que venía de fracasar en la taquilla con "La Cosa", y es que, pese a ser una de sus obras maestras, los productores se la estrenaron compitiendo con el "E.T." de Spielberg, y claro...la gente prefirió a un extraterrestre amigable.

Carpenter no se mostró demasiado entusiasmado con el encargo, pero el caso es que le ocurría igual que a otros directores del ramo: necesitaba ganar dinero, así que lo hizo igualmente. El guión de Bill Phillips, y es algo que no nos pilla de nuevas, altera bastantes hechos del texto original, pero la historia, situada también en los '70, es la misma: Arnold Cunningham es un estudiante indefenso con el que se meten en el instituto, no tiene suerte con las chicas y reniega de sus invasivos padres, vamos, el típico adolescente; de repente, su vida pega un vuelco al encontrarse con un viejo Plymouth Fury de los '50 del que queda prendado al instante.
El hombre que se lo vende le revela a Arnold y a su amigo Dennis que su hermano adoraba ese coche, de nombre Christine, y que de algún modo acabó por poseerle...hasta matarle. Arnold no hace caso de la anécdota, porque lo que desea es sentirse libre, sin las ataduras del instituto ni de los padres, y al volante de ese Plymouth se siente mejor que nunca, pero también irá cambiando su forma de ser, tanto que se convertirá en una sombra de sí mismo. Dennis hará lo posible por impedir eso...pero falta que Christine le deje.

Carpenter se pone al frente de un proyecto de encargo, pero el hombre se desenvuelve muy bien en él, con su habitual desparpajo y gusto por el terror más clásico, y es que el estilo del director y el del autor congenian de maravilla. La trama, sin embargo, no es que sea de lo más original, ya que en la década de los '70 y los '80 estaban poniéndose muy de moda lo de los vehículos asesinos, presentados como monstruos mecánicos poseídos por algún poder sobrenatural, y como ejemplo ahí tenemos "El Diablo sobre Ruedas", "Killdozer" o "Asesino Invisible". Además, Phillips cambia la esencia de la historia: en la novela se deja claro que es el espíritu de LeBay el que posee al coche, mientras que en el film es una fuerza desconocida la que se apodera de él desde el principio.
Pero yo creo que todo esto, lo de que haya un coche satánico que mata por si sólo, queda en segundo plano, lo importante de "Christine" es la transformación que sufre Arnold, ahí está el verdadero suspense. Desde que se nos presenta en forma de enclenque al principio, donde se repiten los clichés más manidos del cine de adolescentes, el personaje no deja de cambiar, se va haciendo cada vez más violento, obsesivo, cruel y siniestro por la influencia del coche, hasta el punto en que éste y el chico acaban unidos.

Keith Gordon consigue ofrecer una buena actuación, sinceramente, mejor de lo que yo esperaba de primeras, ya que su personaje al principio no es más que un estereotipo. Los demás, John Stockwell, Robert Prosky y William Ostrander, están correctos, aunque tampoco es que se pueda decir mucho más de ellos. El papel de Alexandra Paul es un estereotipo total, y el del gran Harry D. Stanton está la mar de desaprovechado.
La novela de King es infinitamente mejor, y las muertes son más violentas, qué narices. Esta especie de Herbie en versión siniestra permanecerá como obra menor en la filmografía de Carpenter, pero resulta interesante de descubrir, brindando un rato muy entretenido y una fantástica banda sonora. Eso sí, el gusto por ella será tanto mayor cuantas más veces sea visionada.
Chris Jiménez
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