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Voto de Chris Jiménez:
2
Terror Una chica joven viaja al Cairo a visitar a su padre. Allí se verá envuelta en una situación tortuosa con un sadomasoquita bizarro. (FILMAFFINITY)
13 de junio de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo de un planteamiento medianamente interesante puede generarse tal caos y sinsentido. La carrera de Tobe Hooper nunca tuvo la dichosa mano de la suerte para apoyarle.
Le ocurrieron dos milagros (cuyos nombres bien sabemos) y nunca más se supo.

Sin embargo el buen hombre empezaría la década de los '90 con "Combustión Espontánea", entretenida aventura de ciencia-ficción que nadie considerará una joya, pero desde luego fue lo más potable dirigido por él desde "Poltergeist". Confirma su total decadencia su siguiente trabajo, el que aquí nos ocupa; con un título y una portada que huele a puro "slasher" ochentero, "Terror sin Fin" fue uno de los proyectos en los que colaboraron Yoram Globus y el productor Harry Towers y el único estrenado en cines (no sé cómo, pero ocurrió). El rodaje estaba pensado en Egipto, Robert Englund iba a se el protagonista y el inglés de interesantes y controvertidios películas "B" Gerry O'Hara se ocupaba de la dirección.
Pero el guión no deja de modificarse continuamente, el presupuesto hace que la localización cambie a Israel y el realizador abandona. Aun siendo el responsable de la quiebra de Cannon, Globus confía a Hooper las riendas, con la total aprobación del actor, pues ya han trabajado juntos varias veces; en ese 1.993 nadie cree ya que Freddy Krueger pueda sobrevivir a otra entrega, ni siquiera los fans, pero su sombra persigue a Englund incansable (y lo seguirá haciendo), pues pareciera que su personaje aquí está más ligado al del mítico asesino de los sueños que al verdadero filósofo y autor aristócrata de truculenta vida Donatien Alphonse de Sade, recreado como un repugnante psicótico pero dotado de una cierta elegancia siniestra.

A pesar del ínfimo presupuesto que maneja y de pasarse por las narices toda rigurosidad histórica, en los primeros minutos del film Hooper logra modelar bien las atmósferas, sucias, viscosas, asfixiantes y deplorables de esa prisión del XVIII, pero entonces, cuando empieza la intriga a generar algún interés, la ubicación narrativa cambia al tiempo presente en una historia paralela protagonizada por Genie y todo se va a pique irremisiblemente. Ésta, a quien "da vida" Zoe Trilling, mediocre actriz recordada por sus películas de terror de los '80 (como "Jauría Salvaje" o la 4.ª parte de "Terror en Amityville"), es una joven cuyo padre, un fanático religioso, se dedica a los estudios arqueológicos, y que nada más aterrizar en El Cairo se empieza a meter en líos a pesar de que todos sus allegados le instan a no hacerlo.
La estructura está dividida: por un lado somos partícipes de las peripecias de la chavala por lugares un tanto indecorosos y con una facilidad increíble para caer presa de las artes de seducción de algunos personajes secundarios deliberadamente terribles (con Sabina a la cabeza una extraña, sensual y poderosa mujer que conoce a su padre); por otro viajamos a la celda del marqués, quien, ansioso por su venganza, conecta con Genie a través de sus absorbentes textos y la embauca hasta arrastrarla al reino de la lujuria, el peligro y el placer por el dolor (la mayor reminiscencia de "Pesadilla en Elm Street").

Además de que la película se toma demasiado en serio sin que atisbemos ese humor negro tan afilado del director, su incoherencia la hace vagar por muchos cauces hasta derivar en un sinsentido donde todo es objeto de pretexto. Hay una supuesta trama conspiratoria rodeando a Genie, donde se incluyen personajes misteriosos que vienen y van, efigies aterradoras y cultos, y después de una hora de hastío y de situaciones ridículas más relacionadas con el "thriller" erótico (pero a un nivel tan bajo que parece que estemos viendo alguna de las aventuras de Emmanuelle de Joe D'Amato), se desatan la locura y los asesinatos.
Y aunque se nos honra con algunas secuencias alucinatorias, donde Hooper demuestra el indudable talento que posee para las esferas de tonos perturbadores y gran carga onírica, muy cercanas a las del cine de Fulci, Argento, Barker o Craven, en términos argumentales su película se revela tan ignominiosamente desastrosa que bien hace honor a su título, porque eso experimenta el espectador; en especial lo ejemplifica la escena del castigo a la protagonista, que se alarga y alarga y sorprende con cada incongruente diálogo pronunciado y acción cometida.

No sólo resulta poco satisfactoria la tortura a Genie (la persona que más merece ser torturada del film y al final nada de nada...) sino que se intentan enlazar las numerosas pistas y claves de la intriga, cuyos hilos son manejados por la tenebrosa mano de Sade desde un tiempo pasado, con una torpeza inusitada por parte del guión; pero lo más vergonzoso es ver a Englund en un horrible doble papel como un supuesto descendiente del marqués, haciendo de la presencia de sus compinches un enigma indescifrable...y además asesinando con el mismo arte que Krueger (¡!). William Finley, quien después de Englund interpreta al personaje más interesante, es de lo poco que se salva a nivel de casting (insisto en que me encantaría ver a Trilling siendo flagelada en la prisión).
Hooper, muy habilidoso para los climas desasosegantes colmados de extrañeza, sadismo demencial y violencia brutal, se pierde intentando dar una lógica a esta absurda historia de misterio, terror sobre cultos y arqueología y fallidas dosis de erotismo (representadas en secuencias bochornosas). Una sentencia de muerte para Hooper, que pasó desapercibida y no tardaron en condenar los críticos (más de uno a golpe de látigo...); Englund y él volverían a colaborar en la curiosa pero no muy sorprendente "The Mangler".

De ser una producción italiana (en algunos aspectos me recordó a "Demonia") incluso resultaría simpática, pero no es el caso.
Y por cierto, la muerte de De Sade, cuya figura queda reducida al más absoluto ridículo, no es por supuesto la que vemos aquí recreada....
Chris Jiménez
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