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Voto de Chris Jiménez:
10
Thriller. Acción Harry Callahan (Clint Eastwood) es un duro policía que se ha criado en la calles de San Francisco. Sus compañeros le llaman Harry el Sucio por sus particulares métodos de lucha contra el crimen y porque siempre se encarga de los trabajos más desagradables. Cuando un francotirador que se hace llamar 'Scorpio' asesina a una mujer desde una azotea y promete matar a más personas si la ciudad no le paga 100.000 dólares, el inspector Callahan ... [+]
9 de octubre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La bandera americana ondea al fondo. Se está cometiendo un robo en un banco; un hombre de buena planta y con cara de pocos amigos empuña un revólver mientras come un perrito caliente, y así líquida a todos los atracadores.
Se acerca a uno que está vivo y le suelta esa frase mítica que ya nos sabemos. Su nombre: Harry Callahan. Su obsesión: acabar con el crimen. Su método: una Mágnum 44. Su destino: convertirse en leyenda.

No hay muchos policías en el cine capaces de ponerse a su altura; pocos igualan su rabia, pocos irradian su dureza y fuerza y pocos son tan expeditivos. No llegó el primero, pero para la mayoría de nosotros siempre lo será. El proyecto de "Harry, "el Sucio" ", pese a lo que se pueda creer, fue una explosión de combustión lenta; el guión escrito por Harry y Rita Fink, con alguna aportación de John Milius, pasó por muchas manos, sufrió multitud de cambios y casi acaba convertido en un telefilm cuando llegó a parar a Clint Eastwood.
Gracias a todos los rechazos que hubo para el papel principal, el actor, que debutaba a la dirección con el interesante "thriller" "Escalofrío en la Noche", pudo meterse en la piel del que sería uno de sus más míticos personajes; pero una cosa estaba clara: Eastwood no haría la película si su mentor Don Siegel, el candidato perfecto para ello, no ejercía tras la cámara. Bien mirado, "Harry, "el Sucio" ", su cuarta y penúltima colaboración, supondría el traslado definitivo del actor desde el salvaje Oeste, lugar donde alcanzó la fama, a la gran ciudad (experimentado sólo a medias por su predecesor Coogan en "La Jungla Humana").

Callahan, sin embargo, ya está hecho a ese bosque de edificios donde pululan repulsivas alimañas y que él, cual lobo solitario, hace lo posible por cazarlas; chulos, ladrones, homosexuales, secuestradores o simplemente chiflados. En un país sacudido por los conflictos y las revueltas, la América del Watergate, de Nixon, la América post-Vietnam, donde las leyes se dedican a pensar en los derechos constitucionales de los criminales olvidando a los de sus víctimas, sólo alguien como el inspector de San Francisco es capaz de imponer justicia armado con su mágnum cuyos disparos son la materialización de la ira de unos ciudadanos incapaces de defenderse.
Melancólico amargo y noctámbulo marcado por una inquietud que le domina, claro sucesor del Fitzpatrick de "El Monstruo de la Ciudad" y Frank Bullitt y quizás prefiguración del Travis de "Taxi Driver", que culpa a todos y a sí mismo por la muerte de su esposa, que vive y disfruta la violencia, de la cual es producto, se debe enfrentar contra un asesino psicópata apodado "Scorpio" (variante ficticia del "Asesino del Zodiaco"), quien somete a la ciudad entera con su rifle. Dos cazadores enfrentados en una jungla y separados por la delgada línea entre el Bien y el Mal; la placa de policía es lo único que diferencia a Harry del asesino, su reverso tenebroso al otro lado de la línea, su fantasma hecho realidad, la aterradora imagen de un inhibido liberado.

Fue precisamente esa ambigüedad y dualidad que se le dio al personaje lo alarmante para muchos, ya que éste opera al margen de la ley y trastoca a cada momento la figura del héroe, del policía clásico, demolida definitivamente con esa placa que acaba en el río (este detalle y otros en la Zona Spoiler). Así, mientras vigilan en la azotea, el inspector aprovecha, cual L.B. Jefferies, y dirige sus prismáticos al edifico de enfrente, donde se prepara una orgía "hippie", o llega a torturar al asesino, ciego de rabia, para hacerle confesar (sin embargo, el director venía a desvanecer la posible atracción por el protagonista y sus métodos con un espectacular plano que se elevaba desde el estadio Kezar).
La película en sí no es otra cosa que un excelente policíaco rodado con el nervio característico de Siegel y que bebe de las clásicas raíces del género; un "thriller" poderoso, sórdido, sardónico a más no poder, tanto en diálogos como en imágenes, las cuales escondían un sinfín de lecturas, contestatarias, subversivas, pero sin estar emparentadas con la contracultura. "Harry, "el Sucio" " siempre fue rebelde, pero a su manera, lo que no gustó nada a la crítica de la época, deseosa de enfrentarse a la América represiva de Nixon, que tachó la obra, así como a su actor/protagonista, de racista y fascista (ya el film empieza rindiendo tributo a auténticos policías de San Francisco que dieron sus vidas por defender la ley) perjudicando mucho la imagen de Clint Eastwood.

Por otra parte, éste consiguió crear a uno de los más emblemáticos antihéroes del cine de acción, gracias a su granítico rostro de rasgos en prolongada tensión, su figura de hombre imbatible, su mirada escrutadora, con la que radiografiaba en silencio a la escoria con la que tenía que lidiar día a día y a aquellos que siempre estaban en su contra; Eastwood entendió al personaje y enseguida perteneció a la élite de los duros de Hollywood, sirviendo de influencia para muchos futuros héroes del género, que le copiaron hasta el tedio.
Junto él, unos correctos Harry Guardino, Reni Santoni y John Vernon, y contra él, un joven y desconocido Andy Robinson que sorprende en su histérica encarnación del psicótico "Scorpio". El montaje de Carl Pingitore, que dota de un ritmo vibrante a la película, la fotografía del genio Bruce Surtees, la estimulante banda sonora de Lalo Schifrin y la presencia de la ciudad San Francisco, convertida en personaje esencial de la historia, además de un desenlace visceral y sobrecogedor como pocos, terminan de redondear uno de los más grandes policíacos americanos jamás realizados.

Y aún hoy día, cuando se producen asesinatos, robos a mano armada, vemos que un loco ha secuestrado y violado a una menor, los jueces dejan en la calle a criminales peligrosos o políticos corruptos, siempre esperamos que Harry Callahan acuda a nuestra llamada e imparta la justicia que el impotente pueblo, siempre a voz en grito, clama y requiere...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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