Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Chris Jiménez:
9
Drama Adaptación del drama teatral homónimo de Eugene O'Neill, que tiene un carácter claramente autobiográfico. Describe un ambiente familiar deprimente y explosivo: una madre, que después de una larga estancia en un hospital, se ha vuelto adicta a la morfina; un hermano sumido en el alcoholismo e incapaz de encontrar trabajo, y un padre insensible y mezquino que ha fracasado como actor, llevando la familia a la ruina. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llega la noche, afuera hace frío, las olas del mar rompen contra las rocas, la sirena del puerto incomoda con sus intermitentes rugidos. El interior del hogar deben otorgar calidez y bienestar en contraposición al severo tiempo exterior, pero nada más lejos de la realidad.
No cuando entre sus paredes se albergan tantos sentimientos de ira, resentimiento, tristeza, celos, odio y desolación...

Ese, aunque su impecable vida profesional sirviera como parche de ello, era el hogar del magnífico dramaturgo Eugene Gladstone O'Neill, nacido en un hotel de Broadway en 1.888, clara señal de su identificación con el mundo teatral. Un hogar marcado por la insatisfacción y la hostilidad: la de su padre, James, un actor prometedor en su juventud que ahogaba sus frustraciones en el alcohol; la de su madre, Mary Ellen, consumida por su adicción a la morfina, que empezó a necesitar tras su nacimiento; la de su hermano mayor, James, que bebió hasta morir en 1.923, después de que el autor lograra su primer premio Pulitzer por "Beyond the Horizon".
En los últimos años de su vida, cuando la depresión y el alcoholismo, que ya sufría desde su juventud, le comenzaron a desgarrar, daría vida a varias obras de carácter autobiográfico, y quizás la más importante y famosa, no sólo de su carrera sino del teatro dramático en general, fue "Long Day's Journey into Night"; terminado en 1.941 el manuscrito pasó a ser propiedad de la editorial Random House, con expreso deseo de O'Neill de no ser publicado hasta veinticinco años más tarde. Tras su muerte en 1.953 su viuda Carlotta consiguió que viera la luz, y así ocurrió pasados otros tres años cuando se estrenó por primera vez en el teatro de Estocolmo y al poco tiempo en Broadway, con gran éxito de crítica y público.

Tal fue su éxito que un Pulitzer póstumo sería entregado a la memoria del autor. Ya en la década de los '60 una adaptación para el cine se iba a preparar teniendo la expresa aceptación de Carlotta, quien quedó impresionada con la versión (televisada) de otra pieza de su difunto, "The Iceman Cometh", dirigida por un Sidney Lumet de 36 años cuya triunfante salida de la televisión le ha dado la oportunidad de dejar sus habilidades en una serie de films impecables. El cineasta, marcado por un duro y turbio pasado de pobreza y estricta educación, también estaría conectado profundamente al teatro debido a la profesión de actor, director y autor de su padre Baruch.
Claro estaba que el natural de Philadelphia hallaría en O'Neill a uno de sus ídolos y maestros, y esto se refleja en su fidelidad al texto original, pues ese será el guión de la película, la cual se abre en un ambiente de absoluta calidez, una mañana de verano de 1.912 en el porche de la casa de la familia Tyrone, situada en Connecticut. La brisa, el césped y el brillo del Sol en el agua crean un ambiente casi idílico en el que los personajes se funden pero con el que no logran compenetrarse; los cuatro miembros serán los protagonistas de la historia (más Cathleen, la criada de la casa): James, Mary y Jamie, trasunto de los padres y el hermano de O'Neill, y Edmund, literal reflejo del dramaturgo.

El espacio natural, bello e inmenso, comienza su temprana reducción debido a una tensión existente entre los familiares, una tensión que, como más tarde afirmará James, "se podría cortar con un cuchillo"; en efecto, las primeras palabras son juguetonas pero cargadas de una hiriente mordacidad, y la sensación de incomodidad hace mella en Mary. La enfermedad de Edmund, una tuberculosis que se intenta mantener en secreto para la madre, es uno de los motivos esenciales del drama y el conflicto, pero otros irán surgiendo paulatinamente a raíz de que cada miembro se enfrente cara a cara con total libertad.
El campo abierto es rápidamente sustituido por el hogar, donde transcurrirán los hechos, cuatro paredes en las que el cineasta encierra a sus protagonistas y de paso a nosotros, un escenario natural convertido por obra y gracia de Lumet, que desea respetar el texto de O'Neill, en el escenario teatral de un drama desgarrador y brutal; sus tomas serán largas e irán creciendo en base a los soliloquios y diálogos entre dos personajes (casi siempre) y la ausencia de oxígeno en el ambiente será directamente proporcional a las revelaciones, confesiones y encuentros de todos los implicados, en los cuales las verdades serán vomitadas con furia y dolor.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Las interpretaciones son inevitablemente teatrales: dramáticas, sentidas, grandiosas; cada frase o palabra está llena de musicalidad, recitada para un público inexistente. Katharine Hepburn, que en aquel momento rebasaba los 50 años, brinda una increíble actuación donde nos vuelve a demostrar qué la ha hecho convertirse en una de las más importantes actrices de su generación (encarnando, curiosamente, a una mujer que no deseó ser actriz pues no necesitó más escenario que la vida para empezar a actuar). Junto a ella brillan con luz propia ese monumental Ralph Richardson y su irritante acento irlandés, y los entonces muy jóvenes Dean Stockwell y Jason Robards, quien ya había interpretado el mismo papel en la pieza teatral.
El denso ritmo, la agobiante y absorbente atmósfera, la visceralidad emocional, el maravilloso trabajo de fotografía de Boris Kaufman y el pulso de Lumet hacen de esta película una grata experiencia para los aficionados al drama psicológico y en especial al teatro. Por desgracia no cubre un amplio espectro de público, causa de su ínfima recaudación en taquilla y la decisión del productor Joseph E. Levine de no volver a repetir la misma experiencia, aunque el aplauso de la crítica la llevó al Festival de Cannes donde sería nominada a la Palma de Oro.

Hepburn también obtuvo una nominación a los Oscar, pero no lo logró, poniéndose una vez más de manifiesto la injusticia que reside en estos certámenes...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow