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Voto de Chris Jiménez:
8
Drama Nigel (Hugh Grant) y su mujer Fiona (Kristin Scott-Thomas) son un matrimonio británico de crucero para celebrar su séptimo aniversario de boda. A bordo conocen a la atractiva y deshinibida Mimi (Emmanuelle Seigner) y a su marido Oscar (Peter Coyote), un norteamericano que está inválido en una silla de ruedas. Nigel empieza a sentirse atraído por Mimi, y Oscar, que se da cuenta, le propone que intente seducirla, pero antes le cuenta cómo ... [+]
7 de febrero de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver si nos aclaramos. Hay películas de amor y películas sobre el amor.
Éstas últimas suelen profundizar mucho más en su significado y analizar hasta qué límites insospechados puede llegar y de qué manera cambia a los que lo sufren.

Tras la que es, en mi opinión, uno de los mejores "thrillers" de suspense jamás realizados, "Frenético", digamos que Roman Polanski se tomó un pequeño descanso, hasta que se interesó enormemente por la aclamada novela "Lunes de Fiel" que escribiera el francés Pascal Bruckner en 1.981, lo que pronto iba a significar una adaptación junto a tres guionistas más, entre ellos Gérard Brach, quien ya había trabajado con el director en su anterior film.
Polanski centra de nuevo la acción en su querida París contando una vez más con la modelo y actriz Emmanuelle Seigner en el reparto y Alain Sarde respaldando una producción franco-americo-británica en la que el director puso todo su empeño aunque gozando, por desgracia, de un paso muy poco dichoso por la taquilla (poco más de dos millones de dólares contra un presupuesto de cinco millones). ¿Pero para qué vamos a engañarnos? "Lunas de Hiel" puede ser de todo menos un film comercial; apta para los estómagos de un público no timorato ni fácil de impresionar, lo que se nos ofrece es un amargo, depravado, oscuro, desconcertante y muy políticamente incorrecto trato sobre el amor y el odio en la pareja que repugna tanto como fascina y, desde luego, no deja indiferente.

Esta historia sobre pasiones prohibidas, romances destructivos y cínicas promesas se inicia a bordo de un crucero que cruza el Mediterráneo con dirección Estambul, donde Nigel y Fiona, un joven matrimonio inglés, se dispone a tomar unas vacaciones para, de algún modo, recuperar la pasión en una relación que parece abocada a una importante crisis. Es en mitad del agradable viaje cuando Fiona descubre llorando en el aseo a una preciosa muchacha francesa llamada Mimi; ese encuentro tan casual marcará un antes y un después para Nigel, que empieza a sentir una extraña atracción hacia ella.
Atracción que detecta al vuelo su avispado marido, un americano maduro y paralítico llamado Oscar, quien invita al joven a su camarote para contarle más acerca de Mimi y de cómo empezó su relación con ella. De este modo, noche tras noche, turbios y sórdidos detalles le serán desvelados a Nigel, detalles que le sumergirán en los más escabrosos recovecos de una pasión que no conoció barreras y de un romance que alcanzó unas cotas de degradación imposibles de imaginar para él en su aséptico y aletargado matrimonio.

Durante más de dos horas se nos sirve una historia que empieza de la manera más curiosa, casi como un "thriller" "hitchcockiano", con Mimi tirada en el suelo de los aseos lamentándose por algo que desconocemos. Después empezamos a sentirnos interesados por la chica francesa, una "femme fatale", podríamos pensar de primeras, tal como Nigel, pues su descaro y belleza no pasan desapercibidos. Pero aunque ese prólogo discurra con un aire de extrañeza y ambigüedad la cosa tiene más miga, que pronto empezamos a descubrir por Oscar, quien va contando paso a paso el relato de su experiencia; Nigel no puede creerse lo que está oyendo, como el espectador, ya que el personaje del joven británico sirve para guiarnos y situarnos en la acción.
El relato de Oscar, interrumpido por paréntesis que sirven para devolvernos a la realidad (y de paso darnos un respiro) se inicia con el clásico romance a primera vista, desarrollado a través de empalagosas secuencias de amor que desembocan en una vorágine de pasión, deseo y sexo sin control, lo que podría traernos recuerdos, más aún por la coincidencia de escenario, del "Último Tango en París" de Bertolucci. Pero la llama de esa pasión también se enfría, porque como bien sabemos nada es eterno; de este modo, el bonito amor del principio degenera en un cúmulo de celos, desconfianza y, en última instancia, odio del más puro.

El director consigue que pasemos de ser simples espectadores a partícipes de su retorcida y enfermiza narración, cambiando de forma constante nuestras opiniones, no sólo con respecto a Oscar y Mimi, sino también con respecto a Nigel y Fiona. El estilo se me figuraba de Win Wenders en ocasiones, o incluso del Bergman de los '70, la etapa más "agresiva" del sueco, pero por lo crudo y oscuro de su atmósfera, cimentada sobre la degradación de un romance visceral, sádico y malsano, "Lunas de Hiel" puede que recuerde al clásico de Yasuzo Masumura, "Manji", con el que también comparte una estructura narrativa similar, aunque sin duda posee el característico y controvertido estilo de Polanski.
Peter Coyote brinda una gran actuación, al igual que su compañera Seigner, que logra fascinarnos desde el primer momento (no sé a los demás, a mí desde luego sí). A quien me cuesta imaginar en una película de este palo es al asiduo de las comedias románticas Hugh Grant, un hombre que normalmente me saca de mis casillas y que no obstante me impresionó con su actuación.

El cineasta franco-polaco da vida a una de sus obras más brillantes y profundas, notándose su influencia en gran cantidad de cineastas posteriores. Sin ir más lejos de nuestra tierra nacional ahí están como ejemplo los directores Julio Medem y Bigas Luna, meros imitadores de Polanski al que jamás podrán igualar.
A los que gozan con las burdas comedietas de Julia Roberts y Jennifer Aniston, o a los que se escandalizan con la gilipollez esa de "50 Sombras de Grey", manteneos lo más lejos posible de "Lunas de Hiel"...no sabéis con lo que os vais a cruzar. Al principio no, pero a las feministas puede que les guste.
Chris Jiménez
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