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Voto de Chris Jiménez:
7
Acción Cuando el detective Lou Torrey es trasladado a Los Angeles, descubre que un mafioso siciliano contrata a veteranos de Vietnam para asesinar a todos sus enemigos. (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2017
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para aquellos incondicionales de Charles Bronson que sepan que ha vuelto, que está dispuesto a repartir estopa para mantener el orden y que no parará hasta poner las cosas en su sitio.
Y si alguien tiene intención de replicárselo que se lo piense dos veces...sólo por no acabar con la culata de su arma estampada en la mandíbula.

En esta ocasión encarna a Lou Torrey, un duro agente de policía de New York con descendencia italiana de los que hoy no hay, que ha tenido que verse trasladado al departamento de Los Ángeles por culpa de una misión en la que un chico en posesión de un arma ha terminado muerto, siendo tildado de violento y sádico.
Pero las cosas no mejoran en su nuevo destino, ya que el poderoso capo de la mafia Al Vescari prepara una venganza contra los jefes de otros grupos en la que se pronostica habrá muchos cadáveres apilados, y lo pretende hacer nada menos que contratando a experimentados ex-soldados de Vietnam reconvertidos en mercenarios. Así, Torrey se introduce en una peligrosa tarea en la que tendrá que pararle los pies al mafioso, empezando desde lo más bajo de su organización y jurándose que hará lo que sea para erradicar la oleada de crímenes que asola las calles de una América echada a perder por la corrupción, la droga y el sentimiento anticultural. Pero como si no lo pudiera hacer...¡con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda!

A los que les apasionen los "thrillers" de los '70 como a un servidor, una película así será un caramelo a degustar, aunque recuerde a otras mil y pico de misma temática. En concreto nos encontramos ante la tercera colaboración entre el inglés afincado en América, Michael Winner, y el siempre huraño Charles Bronson, justo después de realizar "Fríamente...sin Motivos Personales". Este director todoterreno es el que mejor ha sabido exprimir la capacidad del legendario actor (mucho mejor que J. Lee Thompson) y las obras que hicieron juntos ya son clásicos del cine de acción en toda regla.
En "América Violenta" (o "The Stone Killer" en la versión original, que mola más) Winner lleva a la gran pantalla la adaptación de la novela "A Complete State of Death" del británico John E. Gardner, todo un experto en tramas de suspense, policías y espías y famoso por las muchas novelas de James Bond que escribió en los '80. Con el libro en que se basa la película, el autor dio comienzo a las aventuras del personaje Derek Torry, un inspector de Scotland Yard con sangre italiana corriendo por sus venas.

En el guión se cambia el lugar de la acción, el nombre del protagonista y ciertos detalles de la historia para situarla en los EE.UU. de los '70, y así tenemos un "thriller" como "The Stone Killer", uno de esos policíacos brutos y directos surgidos a raíz del éxito que cosechó "Harry, "el Sucio" " a comienzos de década con todos sus básicos ingredientes, inaugurándose el tan manido género de los justicieros urbanos, con ese Lou Torrey que es la encarnación de la ley en su más hierática y cruda esencia, y no hay duda de que a Charles Bronson se le dan bien este tipo de personajes. Aparte de eso, se aprecia la influencia de "El Padrino", de Coppola, en esos tejemanejes de mafiosos clásicos, donde lo que siempre acaba primando es la venganza.
La trama pasa de forma amena, con un puñado de secuencias de acción muy bien filmadas y cargadas de violencia, todo rodeado de un tono de desencanto social que Winner aprovecha para condenar, un poco por medio de la exageración, la situación de esa América post-Vietnam abocada a la alta criminalidad, las drogas, la intolerancia, la injusticia social y el recto sistema policial (una película como esta hoy en día sería impensable). Destacan las grandes persecuciones, ese tiroteo final sacado directamente de un "western" y, por supuesto, la impagable escena de Torrey entrando en la comunidad de los "hippies" chalados.

Bronson igual de implacable, como siempre, haciendo de poli dispuesto a parar a la escoria social con todos los métodos a su alcance. ¿Qué tiene que freír a ostias a un criminal detenido para que cante?, eso no le hace temblar el pulso (ojalá hoy hubiera policías así, qué coño). Igual de geniales están Martin Balsam, David Sheiner y Stuart Margolin, quien también aparecería en "El Justiciero de la Ciudad", el siguiente trabajo Winner-Bronson donde este último ya practicaba aquí su posterior personaje de Kersey.
Pequeño clásico setentero para el que lo sepa apreciar. Puede que en aquella época hubiera muchos justicieros, pero pocos con el nervio y la mala leche de Charles Bronson.
Chris Jiménez
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