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Voto de Chris Jiménez:
4
Fantástico. Ciencia ficción. Acción Un par de gemelas de aspecto diminuto, habitantes de la isla de Beru, custodian celosamente a su deidad "Mothra". Desgraciadamente, son raptadas y trasladadas a Tokio por un expedicionario sin escrúpulos para ser explotadas artísticamente. Las gemelas utilizarán sus poderes místicos para revivir al gusano gigante a través de la telepatía. Éste a su vez se dirigirá a Tokio, con el firme propósito de recuperar a sus guardianas, ya ... [+]
14 de febrero de 2023
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El batir de unas alas crea tormentas y mueve océanos, resquebraja edificios y levanta los suelos. Es la fuerza alada de Mosura, una deidad perdida en el origen de los tiempos, venida de lugares remotos...
con la misión de destruir a la Humanidad para hacer justicia.

Y se trata del último del gran trío de monstruos que coronaron Toho en la primera ola del "kaiju-eiga", una enorme apuesta de los productores Iwao Mori y Tomoyuki Tanaka para seguir capitalizando el éxito de sus anteriores Godzilla y Radon. Su enfoque de reconocimiento masivo estuvo ligada a la idea de "inventar una criatura que también pudiera gustar al público femenino", y en una curiosa decisión encargan la historia, para escribir en conjunto, a Yoshie Hotta, Shinichiro Nakamura y Takehiko Fukunaga, tres prestigiosas figuras de la literatura y la poesía.
Nace así Mosura en un relato de tres actos que, con la aprobación de la compañía, sería pronto adaptado y dirigido por los habituales de estas producciones Shinichi Sekizawa, Ishiro Honda y Eji Tsuburaya, embarcándose todos en la más costosa y complicada que se había filmado en Japón hasta esa fecha. Es fácil de apreciar que las intenciones son las de arrastrarnos a la aventura, iniciada en mitad de una tormenta, en pleno océano y de ahí a una tierra perdida llamada Infant Island; el tema de la radiación, el miedo atómico y el espectro de la guerra aún está muy presente, por desgracia algo solapado debido a la fuerte presencia de la fantasía y la introducción del humor (una terrible decisión del guionista...).

Este tono de levedad era fundamental para llegar a un público más amplio, y lo cruza la película de principio a fin; el humor parte sobre todo de algunos extraños personajes implicados, como la entrañable pareja de reporteros Fukuda y Hanamura (el popular cómico y cantante Masatoshi Sakai y Kyoko Kagawa), el doctor Chujo o el redactor del periódico (Takashi Shimura, más perdido que nunca), siendo su contraparte un histriónico y repulsivo cazatesoros, empresario y embajador sacado del universo de James Bond: Nelson, a quien Sekizawa, convenientemente, da una nacionalidad inventada alejándole tanto de japoneses como de norteamericanos.
Es el primer villano humano presente en un "kaiju-eiga", pista para poner del lado del Bien al bicho que da nombre al film. Pero aún no le vemos. Antes de eso entramos en la isla donde se oculta, un tramo de expedición con el espíritu de las novelas de Edgar Burroughs, entre plantas carnívoras, tribus ancestrales y seres de cuento; también es la parte más oscura de la historia, donde ese Nelson, en su avidez de explotación comercial sin piedad alguna, secuestra para su beneficio (como sucedía en "King Kong") a un par de diminutas criaturas, las hadas guardianas de la monstruosa deidad.

Esto fue otra ocurrencia de los ejecutivos, que en un esfuerzo por reunir a un elenco de lujo contrató a las gemelas Yumi y Emi Ito, quienes formaban el famoso dúo "pop" The Peanuts. Ellas simbolizan uno de los aspectos más serios de la historia: el de la civilización pacífica aplastada por la violencia del progreso humano, culpable de guerras y la capitalización y prostitución de los valores tradicionales; por consiguiente Mosura es la respuesta de ese entorno natural y espiritual, maltratado y ya olvidado, contra su enemigo, el mundo moderno, la autodestrucción antrópica.
Podría tejerse una fábula de misterio, drama y terror sirviéndose de tan interesantes elementos, pero entonces Honda estaba entusiasmado con el tono menos oscuro y más familiar que sus jefes deseaban dar al film. Ello hace al argumento desarrollarse alrededor de la incoherencia y el absurdo, de tonos infantiloides, sobre todo en cuanto a las acciones de los personajes se refiere (basta recordar la patética participación del hermano menor de Chujo (Shinji) en toda la intriga de Nelson, la forzada torpeza y tonta actitud de Fukuda y sus compañeros o los repetitivos encuentros entre todos ellos, que entorpecen el ritmo del metraje).

Y este hándicap termina afectando incluso al esperado tercer acto de la historia, cuando por fin parece Mosura, primero en su estado de larva, más tarde con su forma de polilla gigante, en lo que es un increíble despliegue de efectos especiales por parte de Tsuburaya y su equipo, mezclándose la consabida destrucción de maquetas con elaboradas tomas que unen pantallas proyectadas e imágenes de archivo a la imagen de acción real. Pero el terror humano no se siente en las tripas como en la apocalíptica llegada de Godzilla a Tokyo; en lugar de eso cobra importancia la humanidad, mucho menos creíble, claro (¿Fukuda salvando a un niño en la presa en el último momento?, a otro con esas gilipolleces...).
Y si creíamos que el delirio no podía alcanzar cotas más altas faltaba el clímax en la ficticia ciudad de Rorisica, donde algunas pésimas actuaciones de los extras extranjeros confluyen con una idea "ingeniosa" del guión volviendo al tema central de la película: ya que todas las armas de destrucción del hombre han fracasado para frenar el avance de la polilla, ¿tal vez se pueda lograr algo recurriendo a un acto de fe espiritual (la cristiana, más universal y accesible a la comprensión del público, y no la tradicional budista o sintoísta)?

Aunque el daño, contabilizado en todas las maquetas que terminan hechas papilla, sea mayor que el de sus predecesores, se opta por dejarla libre y con la oportunidad de regresar a su tierra nativa, lejos de la maldad humana moderna. Ganan así la piedad, el pacifismo, la fe, la naturaleza y el acto de redención, algo inédito en el género.
Godzilla era la venganza debido al horror atómico, pero la condición de Mosura es distinta, y sus actos son justos, una buena forma de hacer ver al pueblo nipón que su progreso y cinismo podían volverse contra ellos mismos; es una lástima que al final todo se vea empañado por el peso de la comicidad y las intenciones demasiado comerciales de Toho...
Chris Jiménez
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