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Voto de Chris Jiménez:
3
Ciencia ficción. Thriller Adaptación de High Rise, novela publicada por J.G. Ballard a mediados de los años ‘70. La historia narra la llegada del doctor Robert Laing a la Torre Elysium, un enorme rascacielos dentro del cual se desarrolla todo un mundo aparte, en el cual parece existir la sociedad ideal. Pero secretamente, el recién llegado se sentirá perturbado ante la posibilidad de que este orden utópico no sea tal. Sospechas que rápidamente serán corroboradas ... [+]
26 de abril de 2017
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"Sentado en el balcón comiéndose al perro, el dr. Robert Laing recordaba de nuevo los hechos insólitos que habían ocurrido en este enorme edificio de apartamentos [...]. Ahora que todo había vuelto a la normalidad, le sorprendía que no existiera un comienzo real, una línea que hubieran atravesado entrando en una dimensión sin duda más siniestra...".

Sudor frío, espasmos en la columna y sensación de que los intestinos se encogen en un amasijo compacto de vísceras que obstruyen el paso del oxígeno; esas pueden ser algunas de las emociones que el lector siente al encarar las más de 200 páginas de una de las novelas más estomagantes, enfermizas y por qué no reveladoras de la carrera del siempre estomagante, enfermizo y por qué no revelador James Ballard...y de todos los tiempos si se terciase. "High-rise" es un mandoblazo empapado en ácido a cualquiera que albergue un concepto de compasión, dignidad o fe con respecto a la sociedad; engendrada durante los convulsos años '70, su discurso, visión y prosa te devoran como a sus desquiciados protagonistas.
No es de extrañar que haya tardado tanto tiempo en madurarse una versión cinematográfica, como ocurrió con "Crash" tiempo atrás; pero por fin Jeremy Thomas, detrás de esa adaptación durante décadas, pudo hacer su sueño realidad cuando se inmiscuyó un galardonado Ben Wheatley por su inclasificable "A Field in England", ocupándose otra vez del guión su esposa Amy Jump...lo cual dará pie a ciertos defectos en cuanto a relación con el texto original. No lo aparenta, de todas formas, el inicio, donde el de Essex se sirve de su destreza sobre la grandilocuencia formal para plasmar de un modo visualmente impactante lo descrito en las páginas.

Aquí estamos desde un principio, en mitad del caos, entre basuras, escombros, paredes y suelos destrozados, cadáveres en descomposición, todo ubicado en una correspondencia de aceptable normalidad; un entorno hecho añicos, de arriba a abajo, donde sin cuestionarnos las connotaciones morales evidentemente reprochables de lo que ello implica, nos asamos al perro del vecino en la parrilla y practicamos un saludable e impasible coito con nuestra hermana en el salón. Así entramos en la quebrada lógica social de esta historia, con una mirada conformista sobre lo inaceptable.
Esta mirada es la de Laing, tan bien interpretado por Tom Hiddleston, el doctor que para superar unos traumáticos problemas familiares cambia de vivienda, y va a dar con sus huesos en el entorno vecinal más desequilibrado que pudiese imaginar, alrededor de una realidad que se retrotrae a la de los '70 del libro almidonada de cierto aire futurista, pero en una línea distópica y decadente como bien llevó Kubrick a cabo en su "Naranja Mecánica", referencia vital para el director en todos los aspectos. Laing, convenientemente situado en el campo de la medicina y fisiología, se instala en los apartamentos medios del edificio.

Es lo más parecido al limbo o a un purgatorio social. Bajo sus pies está el infierno, despreciable y en penumbra, habitado por la gente de clase media-baja; por encima de su cabeza están los lujosos pisos de los vecinos "aristocráticos", una clase alta que no tarda en anunciar su inclinación a la decadencia, pues aquí los hechos discurrirán a un ritmo más precipitado que en el libro; la azotea pertenece a Anthony Royal, el arquitecto de dicho rascacielos, un dios-ingeniero responsable de su precisa composición espacial y de la estratificación que apacible pero peligrosamente domina las existencias de todos los inquilinos.
Esta azotea es la recreación a escala del Edén divino, puro y limpio, aún lejos de la maldad humana que no tardará en desatarse, pues aquél, con el rostro lacónico y cansado del gran Jeremy Irons, ya ha encontrado fallas a su gran creación; el mundo exterior no capta nuestra atención, claro, pero por lo que vemos y se nos cuenta ha sucumbido a la barbarie, una tierra apocalíptica y por tanto olvidada. El protagonista y todos los demás han preferido abandonarla buscando acomodarse en un entorno socialmente aceptable; por lo que podemos ver este sueño no se materializa. Sin embargo Laing está solo en esta ocasión.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

La guionista, de todos modos, diluye un poco la crueldad del texto y la presenta en su formato "políticamente correcto para las nuevas generaciones", hasta imponiendo una justificación válida con un discurso de Thatcher metido con calzador (qué locura). Al final como al principio, es más aceptable ser parte de ese nuevo orden alimentado por el caos (aunque el único personaje que parece evolucionar o sacar un mínimo beneficio es la cajera, que aprende francés gracias a Laing).
La obra del inglés tuvo sus detractores y sus amantes (los que no sabe nada de la novela) y conquistó varios festivales, pero fue un fracaso, contribuyendo la poca y mala comercialización que le dieron a nivel internacional. En el plano artístico sí que hay pocas pegas; el reparto se entrega y es exprimido sin compasión, todos con sus instantes memorables en pantalla...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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