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Voto de Chris Jiménez:
5
Thriller. Fantástico. Terror En 1921, después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), una escéptica mujer viaja hasta un internado para investigar una aparente posesión. Justo cuando cree que ha desacreditado la teoría del espíritu maligno, tendrá un espectral encuentro que desafiará todas sus creencias racionales. (FILMAFFINITY)
10 de marzo de 2022
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las cosas no son lo que parecen, los fantasmas, las almas de los muertos, no tienen por qué estar ahí, pero también es cierto que cuando realmente dejan de existir es cuando les olvidamos...
Lo veremos claramente regresando a uno de esos lugares conocidos: un internado.

Algo pasó a mediados y finales del año 2.000 que el cine de espíritus y hechos sobrenaturales se puso otra vez más de moda que nunca; quizás fue culpa de la muy influyente "Los Otros" o de los señores Shyamalan y James Wan, aunque una de las impulsoras fue la "terrorífica" "Paranormal Activity". En esta ola de terror posmoderno el productor David Thompson monta un proyecto gracias al guión de Stephen Volk y en el ajo se mete Nick Murphy, dedicado en su mayoría a deambular por el medio televisivo (habiendo participado en series y miniseries como "Prey", "Occupation" o "A Christmas Carol").
Será la primera vez que el director se inmiscuya en este género; pero lo más importante para hacerlo correctamente es saber modelar las atmósferas y lograr absorber a su público en ellas, y se puede decir que lo lleva a cabo sin problemas. Abriendo en una sesión espiritista que resulta desenmascarada por una investigadora de hechos paranormales, Murphy se beneficia bien de los apagados tonos que provee Eduard Grau y el muy cuidado diseño de producción de Jon Henson, que le hace a uno viajar a la Inglaterra de principios de siglo XX, sin importar que el guión recurra a uno de los elementos más usados del cine de terror: la casa encantada.

Funciona la fuerza que exhala Florence (la londinense Rebecca Hall, que a un servidor dejó de interesar cuando se unió a la lista de las defensoras de Dylan Farrow), una mujer con los pies en la tierra, muy segura de sí misma pero torturada por un pasado terrible del cual no se nos dará ninguna información y decidida a descubrir la artimaña que hay detrás de cada hecho extraño, al más puro estilo de la banda de "Scooby-doo" (si bien el papel de los "cazadores de fantasmas" tomó mucha importancia en esa Europa post-1.ª Guerra Mundial y llena de supersticiones).
Pura ambientación y clima deprimente, eso se saborea durante la primera parte, y el director, con sus movimientos de cámara calculados y fríos, nos sumerge entre los rincones oscuros de ese colegio-internado Rookford. Esta protagonista, que dota de una tremenda sensación de angustia al film, está acompañada por los buenos secundarios Dominic West e Imelda Staunton (quien ya nos puso los pelos de punta con su Dolores Umbridge), sin embargo, unido a tener que tragarnos otra fábula de fantasmas con niño asesinado, más vista que el tebeo, chirría la manera que tiene Murphy de ir desatando los acontecimientos de terror.

Una manía muy típica de estos tiempos: en lugar de deslizar con paciencia el horror para hacernos parte de él, apuesta por producir el sobresalto utilizando sonidos estridentes, todo muy bien pensado para que al espectador se le acelere el pulso por unos segundos; podríamos llamarlo el "método Wan". Aunque es inevitable que se recuerde, debido a su estilo, personajes, ideas y ambientación, títulos modernos como la mencionada "Los Otros", "El Orfanato" o "Los Abandonados" (todas de autoría española, curiosamente), sin olvidar las influencias de la francesa "El Internado" y algunas obras clásicas (en especial "Al Final de la Escalera").
A la relación, extraña, establecida entre Florence y Tom y el modo en que sobresale (pero malamente) Judd, ese encargado de mantenimiento metido con calzador para confundirnos sobre su importancia, que es menos que ninguna, lo esencial es cómo el cineasta pone a su heroína en el centro del peligro y derriba todas sus convicciones y principios al enfrentarse realmente contra fuerzas que no son de este mundo, así la sensación de locura y ambigüedad irá contagiando cada vez más a la propia película, tanto que el guión toma ciertas ideas absurdas (molesta la necesidad de plantear un romance entre Florence y Robert, que no se cree nadie).

Pero si "The Awakening" se desboca hasta el punto de cavar su propia tumba es, como bien apunta todo el mundo, en su último tramo, donde pretenden vendernos un giro directamente sacado de la mente de Shyamalan para provocar la total sorpresa del público; y lo que provoca es el cortocircuito...pues jamás se nos brinda ninguna pista, ¡nada en absoluto!, sobre el pasado de la protagonista, así que nos hemos de tragar y sin anestesia unos hechos finales directamente conectados con ello, una serie de revelaciones sobre sus traumas íntimos y horribles recuerdos familiares, los cuales se extrapolan a la realidad como sucedía en "El Resplandor"...
Y que mucho, pero mucho, roban del film de Juan Antonio Bayona (Florence y la Laura de Belén Rueda son al fin y al cabo la misma persona). Esto se lleva de una manera errónea; verdades expuestas impulsivamente y con violencia, sin darnos tiempo a pensar, sólo deseando nuestro sobresalto, sin hallar ningún indicio, por pequeño que sea, en la hora y veinte anterior (la pitillera y la cicatriz en el hombro son señuelos sin fundamento ni significado). Y todo ello para proponer la ambigüedad argumental que invite a la autocomplaciente reflexión; qué genio del misterio el sr. Volk y qué torpe Murphy por no corregir el guión previamente.

Críticos y público coincidieron en los mismos puntos: una ambientación y atmósfera muy bien modelada y unos personajes que rezuman carisma (al menos en la primera mitad), pero el excesivo y retorcido viraje climático dejó frío a todos, cuando su intención era precisamente lo contrario.
Al hablar de ella muchos la suelen tratar como una de esas películas que pudieron ser algo pero se quedaron por el camino...
Chris Jiménez
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