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Voto de José Luis:
8
Comedia España, finales de los años 40. Paulino Alonso es un hombre corriente, propietario de una ortopedia, que por su casual parecido con el dictador Francisco Franco es raptado y entrenado para la operación Jano. Su familia le da por muerto, e invocan su alma por medio del espiritismo con resultados negativos, lo que les hace sospechar que está desaparecido, pero no muerto. (FILMAFFINITY)
23 de noviembre de 2009
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine es un medio que permite tratar todo tipo de problemas. Puede servir para encabronar a los espectadores, predisponiéndoles en contra de personas, grupos, actitudes… No es raro que tal cosa se consiga mediante una manipulación y tergiversación de los acontecimientos y hechos históricos. Por lo general, las películas “históricas” adolecen de ello (por ejemplo, nuestro cine “ histórico” –Alba de América, El tambor del Bruch, El Alcázar no se rinde, Agustina de Aragón…- ensalza los valores patrios, al mismo tiempo que envilece a otras naciones o grupos, siempre dentro del esquema maniqueo de “los buenos” y “los malos). Pero puede servir también el cine para conseguir el efecto contrario: mediante la parodia, se desdramatizan hechos y períodos de la historia que han ocasionado sufrimientos y heridas profundas.
El cine universal ha proporcionado obras grandiosas en este campo: Lubitsch (Ser o no ser), Chaplin (El Gran Dictador)… El mejor “desdramatizador” de nuestro cine es, seguramente, Luis García Berlanga. Pero no el único. Ahí están también Saura (¡Ay, Carmela!), Buñuel (La vía Láctea) y otros. Puede darse el caso de que un mismo director nos regale una obra maestra (Trueba, Belle èpoque), junto a otras fallidas (La niña de mis ojos).
Antonio Mercero ha contribuido con algunas de sus obras a la causa de “desencabronar” al personal. Particularmente, con esta película, Espérame en el cielo, que día a día está siendo mejor valorada. Tiene mucha actualidad hoy, cuando han vuelto a resucitar en parte los fantasmas que nos arrastraron a una feroz guerra fratricida y a una no menor lamentable dictadura de 40 años. Contra la crispación, el humor.
Pero no nos engañemos: la parodia y el humor no son menos corrosivos que la crítica directa. Es posible que, incluso, sean más efectivos. Detrás de una visión amable, a veces hilarante, de la realidad (La Vaquilla, Bienvenido Mister Marshall…), podemos encontrarnos con un fondo de profundo rechazo de “lo que fue, pero nunca debió haber sido”.
Además de este punto de vista, me parece muy destacable la historia de amor que nos cuenta Mercero, impregnada de melancolía y nostalgia, muy en la línea de su cine.
Francamente buenas las interpretaciones de Sazatornil, Pepe Soriano y Chus Lampreave. Quien vea esta película habrá de recordar siempre a estos personajes, asociados a la música dulzona y romántica de Antonio Machín.
Señores, no se metan en política, aprendamos del pasado (si es con buen humor, mejor) y preparemos el futuro sin recaer en los mismos pecados.
José Luis
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