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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama. Thriller Unos delincuentes de poca monta deciden atracar la sucursal de un banco de Brooklyn. Sin embargo, debido a su inexperiencia, el robo, que había sido planeado para ser ejecutado en apenas diez minutos, se convierte en una trampa para los atracadores y en un espectáculo para la televisión en directo. (FILMAFFINITY)
15 de julio de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A comienzos del año 1978, tras haber sido liberado de la prisión, un hombre con un cierto parecido a Al Pacino, caminó durante muchos días por las calles de New York tratando de encontrar un trabajo honesto como cajero de banco o bibliotecario, pero, las puertas se cerraban ante sus narices. Sabiendo, quizás, que su propuesta sería absurda, una tarde este mismo hombre se acercó ante la sucursal del Chase Manhattan en Brooklyn -que él conocía muy bien- y allí solicitó empleo como guardia de seguridad… pero, tan pronto alguien le reconoció, fue puesto de patitas en la calle. Este hombre se llamaba, John Wojtowicz, y fue el mismo que, seis años atrás, el 22 de agosto de 1972, había asaltado ese banco, habiendo causado tanto revuelo con su loca aventura, que trascendió las fronteras y hasta fue llevada al cine bajo el título: <<TARDE DE PERROS>>.

En realidad, el hecho ocurrió en un tiempo no superior a 30 minutos, pero, el guionista Frank Pierson, lo extendió a cerca de dos horas para convertirlo en un intenso drama, no exento de picantes toques de comedia, y sobre todo, con una gran crítica social donde, muy justamente, uno se queda preguntando cosas de este estilo: ¿Quiénes son los buenos y quienes los malos? ¿Qué es lo justo y qué lo injusto? ¿Qué responsabilidad real tiene la sociedad en la ocurrencia de hechos como éste? ¿Por qué, en casos así, la gente del común llega a solidarizarse más con los delincuentes que con los agentes del orden? ¿Qué es lo que realmente está mal en esta sociedad?...

Tras haber hecho la secundaria, John Wojtowicz, fue reclutado para la guerra contra el Vietnam y allí tuvo su primer romance serio con un soldado de su compañía que, días antes, había pretendido violarlo. Después de la guerra, trabajó como cajero en un banco; se convirtió en opositor público contra los actos bélicos; y formó pareja con su compañero de labores, Carmine Bifulco, con quien adoptó dos niños... y enseguida se convirtió en defensor de la causa de los homosexuales. Pero, esta relación no duró mucho y, en 1971, Wojtowicz se enamoró de, Ernest Aron, y un sacerdote católico los casó, pero, las depresiones que le causaba su condición de hombre que ansíaba desesperadamente ser mujer, llevaron a Aron a un intento de suicidio y a, John Wojtowicz, a planear el asalto con el que esperaba obtener el dinero para pagarle la operación de cambio de sexo.

Es aquí, donde –con algunas variaciones- comienza esta historia cinematográfica dirigida por Sidney Lumet, en la que, John Wojtowicz se convertirá en Sonny Wortzyk; Salvatore Naturale (su compinche) será simplemente Sal; y a Ernest Aron (a futuro Liz Eden) se le llamará Leon Shermer. El resto, es un hilarante, inimaginable y absurdo, ¡muy absurdo!, enfrentamiento entre las fuerzas del orden (harto exageradas como suele ocurrir en los Estados Unidos de Norteamérica. Véase también, “The Blues Brothers” o “Race to Witch Mountain”) y un par de buenazos que no matan una mosca, pero, urgentemente necesitan algo de dinero.

Resulta encantadora la relación que sostienen estos asaltantes con el gerente y las empleadas del banco, y más que diciente la suerte de relación que, entre los curiosos y Sonny se va proclamando eventualmente. ¡Y ni qué decir de la suerte de oscuros individuos que, cada tanto, entran en el juego anhelando que se derrame sangre para que el espectáculo sacie sus odios bien guardados!

Al Pacino (Sonny), muy eficaz denunciando el autoritarismo; John Cazale (Sal), la suerte de tipo con pinta de psicópata y corazón de niño; Charles Durning (el Sargento Moretti), la doblez campante... y Penelope Allen (Sylvia), la empleada con un enorme corazón.

¡Cuán ciertas las palabras de Sonny!: “Algunas veces la vida tiene gracia”.
Luis Guillermo Cardona
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