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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Drama A finales de los años sesenta, el doctor Malcolm Sayer (Robin Williams), un neurólogo neoyorquino, decide utilizar un medicamento nuevo para tratar a sus pacientes de encefalitis letárgica, enfermedad que priva de las facultades motoras a las personas que la padecen hasta reducirlas a un estado vegetativo. Poco a poco empezará a manifestarse cierta mejoría en los pacientes, especialmente en Leonard Lowe (Robert de Niro). (FILMAFFINITY)
15 de agosto de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Abundan los profesionales que ejercen con títulos que no anhelaban y que ahora hacen las cosas con sumo desgano y sin compromiso, simplemente porque “¡me tocó!”. Hay muchísimas personas con diplomas y especializaciones, que tras unos cuantos años de ejercicio de su profesión, se encuentran ya hastiadas de su trabajo… y entonces le hacen el quite a sus deberes con las artimañas más faltas de ética y responsabilidad, porque, para ellas, el único momento agradable de cada día es cuando el reloj marca la hora de marcharse. Y peor aún, cada día llegan a sus trabajos un buen número de doctorados que, desde que abren la puerta de su lujosa oficina, ya están en ejercicio de un prevaricato, un peculado por apropiación, una infidelidad en la custodia de documentos, un soborno… o cualquier otro tipo de acto deshonesto que, le pondrá cada vez más cerca de la picota pública o del más intenso sufrimiento interno, pero que, entre tanto, le reportará altas sumas de dinero.

Pero, para bien de la humanidad, hay también un buen número de personas que aman su profesión, que bendicen lo que la vida les brinda y que acogen cada instante como una nueva ocasión de seguir sirviendo a las personas que les necesitan. Entienden bien claro que su tarea es contribuir a la evolución –y no al retraso- de la especie humana, y con vocación y profunda entrega, hacen cada día lo mejor que pueden lo que les corresponde.

El neurólogo, Malcolm Sayer, es de este talante y destinará su vida a servir a los enfermos de encefalitis letárgica, histeria atípica, mal de Parkinson y todas aquellas variables de extrañas enfermedades que dejan a las personas “muertas” por fuera, pero aún vivas por dentro.

Con un notable guión de Steven Zaillian, colmado de fuertes efectos dramáticos y de mucha calidad humana, en una profesión donde no abunda esto último, “DESPERTARES” toma como base uno de los casos reales que le tocara asumir al neurólogo inglés Oliver Sacks (Londres, 1933) durante la epidemia de Encefalitis letárgica que se produjo en los años 1920 y que él convertiría en libro, en 1973, con el título “Despertares”, aludiendo a los momentos de lucidez que, experimentando con un fármaco conocido como L-Dopa, logró que tuvieran los 15 pacientes que le tocaron a cargo. El personaje principal entre estos enfermos, es Leonard Lowe (magnífico Robert De Niro) una víctima de la enfermedad desde los 11 años, quien, cumplidos los 42, conseguirá una lucidez temporal… que quizás deje asombrado al mundo entero.

La película también funciona como una metáfora social, con la manera como en las dictaduras (algunas vestidas de democracia), la preparatoria y el conocimiento despierta a los hombres a la libertad, pero quienes detentan el poder se encargan luego de denegarla de manera represiva, con lo que, fácilmente, los hombres más frágiles regresan a la lesiva sumisión moral.

Robin Williams, quien acaba de dejarnos (11-08-2014) de una manera que contraría a sus mejores personajes, nos deja como su más grande legado a aquellos profesionales (John Keating -“Dead poets society”; Malcolm Sayer -“Despertares”; Sean Maguire -“Good Will Hunting” y Hunter Adams -“Patch Adams”, en su orden) que dieron prueba de una vocación profunda y de un preclaro compromiso con la humanidad. Y es por esto que debe recordársele. El resto, son comunes debilidades humanas, que, sin un conocimiento profundo, es muy temerario pretender juzgarlas.
Luis Guillermo Cardona
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