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Voto de Luis Guillermo Cardona:
4
Drama Retrato de la clase media británica narrado a través del discurrir de la vida de los miembros de una familia londinense, Frank y Ethel Gibbons y sus tres hijos, cuyas historias ejemplifican los cambios sociales que tienen lugar a lo largo del periodo de entreguerras. (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Sangre, sudor y lágrimas”, la primera intervención de David Lean como director, era la historia de un barco. “LA VIDA MANDA”, su segunda película y ahora como director en solitario, es la historia de una familia. La obra fue escrita por su codirector en la primera, Noël Coward, y curiosamente, el guión fue redactado a tres manos por el director (Lean), el cinematografista Ronald Neame y el productor Anthony HavelocK-Allan.

Los Gibbons son una familia del sur de Londres en cuyo hogar, además de sus tres hijos, Reg, Vi y Queenie, vive también la viuda madre de la esposa y la viuda hermana del marido, a la cual hay que aguantarse porque ya se aguantaron a la primera… y entre estas dos, las cosas son más o menos como perro y gato juntos. Los papás son gente del común. Viven cada día lo mejor que pueden (Frank haciendo de jardinero y Ethel de ama de casa) y los hijos son muy parecidos a los muchachos de cualquier familia: Reg comienza a interesarse por las ideas socialistas; Vi no da que hacer y se acomoda perfectamente al ambiente; y la linda Queenie siente, cada día, que aquello que le toca vivir no está acorde para nada con lo que ella sueña.

Así comienza esta historia que está ambientada entre el fin de la Primera Guerra Mundial y el comienzo de la Segunda, y en la cual accederemos a una historia llena de situaciones comunes, mientras que Inglaterra se remueve cada tanto por un paro obrero, la muerte de su rey o cualquier otro evento que haya marcado su historia.

Filmada en un cálido technicolor, “LA VIDA MANDA” hace, sin embargo, que se enfríen poco a poco nuestras esperanzas, porque se mueve entre situaciones tan cotidianas, tan simples y de tan poco enganche emocional o racional, que a ratos nos da la impresión de estar viendo un vídeo de una semana cualquiera de nuestra propia familia. Los diálogos son además demasiado convencionales, y en definitiva, no pasa absolutamente nada que amerite preservar en la memoria.

Las actuaciones también nos dejan haciendo agua, porque a Robert Newton (Frank Gibbons) se le nota un terrible desgano (¿o incompetencia?) en su interpretación, pues no consigue conmovernos ni cuando habla en serio con su hijo Reg, ni cuando se reencuentra con su hija Queenie, escenas claves que resultan bastante desaprovechadas. Por su parte, Celia Johnson (36 años) resulta demasiado joven para ser la madre de Kay Walsh (30 años), demasiado madura para hacer de hija adolescente… pero ésta estaba casada con el director David Lean y bueno, el que manda, impone.

Mejores resultan Stanley Holloway como el vecino y amigo Bob Mitchell, y el siempre efectivo John Mills como su hijo Billy… aunque también éste luce bastante mayorcito (36 años) para cuando le vemos empezando en la marina. El lío radica en que, como se iban a mostrar veinte años en la vida de los personajes, se los eligió como lucirían ya mayores, pero no se cayó en cuenta de que, es en estos años, cuando menos presencia tienen Queenie y Billy. Mejor resultado se hubiera logrado con actores más jóvenes, maquillándolos luego para la escena en que ya son mayores.

Como anécdota curiosa, valga mencionar que John Mills y Kay Walsh, pareja en los dos primeros filmes de David Lean, fallecieron con solo siete días de diferencia. Ella primero, el 16 de abril de 2005, y él enseguida, el 23 de abril del mismo año.
Luis Guillermo Cardona
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