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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Cine negro. Intriga Joe Morse trabaja como abogado para Ben Tucker, un hombre que se ha enriquecido gracias al clandestino e ilegal negocio de las apuestas. Pero para asegurarse el monopolio de esta actividad necesitan dar un golpe que implique la desaparición de todos los pequeñas casas de apuestas. Casualmente, una de ellas la dirige el hermano de Morse. (FILMAFFINITY)
11 de enero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque ya se había hecho famoso en su país natal, los Estados Unidos de Norteamérica, cuando siendo corresponsal de guerra recibió el premio Pulitzer por sus artículos sobre la batalla naval de Guadalcanal, fue cuando publicó su primera novela “Tucker’s People” (1943) que, el periodista Ira Wolfert, recibió el máximo reconocimiento del público y de la crítica, por su sólida y fuerte denuncia de la manera como se manejaba buena parte del sistema financiero del país.

Cinco años después de publicada la novela, Wolfert se uniría con el, por entonces, guionista Abraham Polonsky (“Body and Soul”), y entre ambos harían la adaptación cinematográfica que The Enterprise Studios (aliada con la MGM) acogería, permitiendo el actor John Garfield (como ejecutivo de la empresa) que Polonsky la dirigiera, mientras que él haría el rol de protagonista.

No obstante que, el filme se convirtiera en uno de los más serios y responsables alegatos contra la vergonzosa ambición y la falta de escrúpulos que corroía (¿si será que podemos hablar en pasado?) a los tiburones de las finanzas y a los zorros de las apuestas; que estéticamente complace con una fotografía pletórica de exquisitos matices; que su ambientación, iluminación y demás aspectos formales, resultan bastante satisfactorios; y que, actoralmente, ofrece magníficos resultados, especialmente en lo referido a Garfield, Thomas Gómez y Roy Roberts, la mayor parte de la crítica estadounidense, se fue lanza en ristre contra ella por dejar tan mal parado al american dream… y tendrían que ser -años después- otros críticos, especialmente europeos, quienes reconociesen el virtuosismo de la opera prima de Abraham Polonsky.

“EL PODER DEL MAL”, se distingue del cine negro tradicional, en su muy denso lenguaje que casi obliga a volver a escuchar algunos diálogos para conseguir captar toda su esencia; también dedica muchos momentos a recrear el incesante conflicto que se produce en las relaciones interpersonales entre los dos hermanos Morse, y entre Joe y la joven Doris, pero, esto -que algunos lo han considerado en detrimento del filme- cuando se consigue captar a plenitud, resulta de enorme significado para favorecer el entendimiento, no sólo de la problemática social que se presenta, sino también de ciertos valores humanos que son los que nos preservan vivos en un sistema capitalista que se resquebraja constantemente.

Wolfert, Polonsky y Garfield, lucen tan interesados en ir hasta el fondo de ese oscuro asunto que tiene en la más seria crisis a millones de ciudadanos del común que, la acción pasa a segundo plano, porque el objetivo es mostrar como se manipula, se trampea, y sin escrúpulo alguno se lleva a la ruina a pequeñas empresas que también cumplen con generar empleo… o hasta se elimina de tajo a quienes se convierten en un obstáculo que pueda hacer peligrar los resultados.

Estamos ante un filme que no deja frío a nadie, que nos llama a sacudirnos esa indiferencia que tenemos ante el mundo que nos rodea, y que demuestra que, la dignidad siempre se puede recuperar… tan sólo es necesario que consigamos despertar.

Y como dice Joe: “Siempre es un día de suerte para el que sigue con vida”.

Título para Latinoamérica: “LA FUERZA DEL MAL”
Luis Guillermo Cardona
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