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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Western Un grupo de colonos buscadores de oro se establece en un lugar de California, pero sufren el acoso de los hombres de Lahood, el propietario del resto de las explotaciones mineras. Pero un día al poblado llega un misterioso y frío predicador (Clint Eastwood) que se pone de parte de los colonos, y comienza a enfrentarse al temido cacique local. (FILMAFFINITY)
10 de diciembre de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dada la buena acogida que tuvo, “High plains drifter”, como historia de un hombre que “sale de la tumba” para cobrar venganza, trece años después, en el equipo de Clint Eastwood surge la idea de hacer un western mejorado que partiera de la “infernal” premisa encontrada de chiripa en aquella película, y ahora se pretende plantearla como se debía: en serio desde el principio.

Curiosa y atrevidamente, “EL JINETE PÁLIDO” ha sido escrito calcando la memorable historia de “Shane”, la película que, George Stevens, realizara en 1953. Las semejanzas arrancan desde el apellido Barret de la familia a la que defenderá el, ahora, “predicador”; pasan por el tronco-metáfora (aquí piedra que derriban juntos); sigue con la fascinación por el nuevo héroe (que ahora sentirá una chica)… y, entre otras cosas, la lucha será por defender una propiedad (esta vez será una mina) que, un ambicioso y prepotente gamonal, se propone hacer suya a toda costa.

Como si esto no bastara, Eastwood nutre también su película contratando a la joven de 14 años, Sydney Penny, que venía teniendo notable éxito con su aparición en la teleserie, “El pájaro espino”, donde justamente se llama Megan y también está enamorada de otro sacerdote. Y también contrata a Richard Kiel, para que repita lo que había hecho en “Moonraker” pocos años atrás: servir a los malos, quedar como un gran tonto y pasarse luego al bando del protagonista. Como podrá verse, “EL JINETE PÁLIDO” es la suerte de filme realizado con claros, im-puros y definitivos afanes de hacer dinero.

Preservando al hombre-sin-nombre, Eastwood mantiene ese decidido aroma a ese subgénero conocido como spaghetti western del que no conseguía sustraerse todavía… y se apunta, por enésima vez, a la re-que-te-tri-lla-da apología de la fría venganza, que seguirá atrayendo a las mentes atormentadas que, infortunadamente, son harto numerosas.

No obstante, el filme tiene su gracia, pues de nuevo sirve para dar fe –y a eso apunta la metáfora de la dura roca que entre todos se propondrán derribar- de que, solo luchando unidos, se puede dar paso a un futuro en libertad. Lástima que Clint, todavía "joven", sintiera demasiado afán de protagonismo, porque hubiera sido bonito que, el grupo de mineros en pleno, le hubiese acompañado en su ida al pueblo para hacer lo que se tenía que hacer contra los prepotentes.

Se rescata una buena actuación de ese calificado actor ganador del premio Tony en teatro y de dos Emmy, uno de ellos por su actuación en la serie “Holocausto”, llamado Michael Moriarty (Hull Barret en el filme), gran amigo de Eastwood en sus noches de jazz, ya que también es pianista. Y Carrie Snodgress como Sarah Wheeler, será la difícil promesa para un hombre que ignorará siempre hacia que lado apunta fervientemente su corazón. Otro de los notables asuntos tomados directamente de la gran “Shane”.
Luis Guillermo Cardona
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