Ciertamente no debe resultar fácil la adaptación cinematográfica de una novela. Condensar en unas horas las páginas de un libro debe obligar a prescindir de no pocos pasajes, personajes y situaciones sin que ello vaya en perjuicio del espíritu de la obra. Tate Taylor lo intenta con “Criadas y señoras” el best seller de Kathryn Stockett sin que los resultados lleguen a ser plenamente satisfactorios. Y no lo son a mi modo de ver por las siguientes cuestiones:

Primero, sin haber tenido oportunidad de leer la novela, creo adivinar que Taylor no ha querido (o no ha sabido) dejar ninguna cuestión por tratar. Así pues, la película se ve perjudicada por un exceso de historias, subtramas y personajes varios de los cuales solo llegan a verse brevemente dibujados. Esto acentúa la sensación en el espectador de agobio, al verse abrumado por un exceso de información que no logra digerir. Fruto de ello también es la larga duración de la película cuyo tramo final se hace por momentos inacabable.

También la historia en si contiene elementos que chirrían. Principalmente pienso que el enfoque de conflicto racial que preside todo el conjunto no es del todo acertado. Es cierto que la película nos habla de las relaciones entre negros y blancos, pero los problemas que retrata son principalmente de clases sociales. Es decir, más allá de algunos apuntes indiscutiblemente racistas aquí se está hablando de los privilegios de una clase acomodada y el desprecio con que son tratadas sus sirvientas. Algo que ha pasado en otros lugares y épocas prescindiendo del color de la piel de unos y otros. Luego están detalles importantes en la trama como el tema de la tarta que Minny regala a Hilly que resultan bastante increíbles. Tampoco el diseño de personajes parece muy acertado, especialmente el de las mujeres blancas, estereotipadas y ridiculizadas al máximo lo que le resta credibilidad a la historia. La apuesta del director por darle equilibrio al drama con momentos de comedia no ayuda a darle una verdadera entidad a la película, quedándose esta en tierra de nadie, salvo su tramo final que sí es decididamente dramático.

En definitiva una película muy mejorable, excepto por la calidad de las interpretaciones de Viola Davis y Octavia Spencer (sobre todo me quedo con esta última) y su buen diseño de producción. Pensada para recoger premios pero malograda por la falta de unas buenas tijeras en la sala de montaje y un enfoque a mi modo de ver errático.

Lo mejor: la recreación de la época.

Lo peor: los personajes blancos.