Dentro de la mediocridad de su contenido, como elenco repertorio, puede tratarse de una de las cintas más interesantes del apodado “belga de oro”, en su etapa de mayor brillantez después de su salida del gimnasio. Es decir, puñetazos y patadas a tutiplén, sangre, sudor y suciedad.

“Death Warrant” fue dirigido por Dean Sarafian, sobrino de Robert Altman, y un actor infumable que intentó ponerse a salvo tras las cámaras con títulos posteriores como “Gunmen” (1993) o “Velocidad Terminal” (Terminal Velocity, 1994). Pero mucho antes alistó a Van Damme en esta película de acción carcelaria y que pretende ser una versión blockbuster de “Brubaker” (1980) de Stuart Rosenberg; Louis Burke (Van Damme) un agente de la Policía Montada del Canadá se hace pasar por recluso e investigar así una serie de extraños asesinatos relacionados con el tráfico de órganos humanos. Pero tendrá que ponerse a la altura de algunos que lo quieren muerto como el peligroso Sandman (Patrick Kilkpatrick), aunque también tendrá a debiluchos pero inteligentes amigos como el veterano Hawkings (Robert Guillaume) o el Reverendo (Abdul Salaam El Razzak). No falta en los extramuros el apoyo de una guapa chica interpretada por Amanda Beckett.