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Voto de Natxo Borràs:
8
Drama Martín Echenique (Federico Luppi) es un director de cine argentino que lleva más de veinte años viviendo en Madrid. Detesta su país y se niega a recrearse en la nostalgia. Su hijo, al que todos llaman Hache (Juan Diego Botto), tiene 19 años y vive en Buenos Aires con su madre. Ni estudia ni trabaja; callejea y toca su guitarra eléctrica. Después de cinco años sin verse, vuelven a encontrarse en Buenos Aires cuando Hache sufre una ... [+]
24 de octubre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Adolfo Aristarain (Un Lugar en el Mundo; Lugares Comunes) decidió rodar esta producción entre Argentina y España (y casi de manera entera se rodaron las localizaciones en Madrid y Almería) para narrarnos de una manera sublime y enteramente creíble una historia en que el eje central gira principalmente entre las difíciles relaciones que se pueden establecer entre padres e hijos, no emocionalmente pero si en la distancia y el desconocimiento por parte de las partes implicadas, rebuscando los porqués de los problemas que van del progenitor al hijo y viceversa.

Federico Luppi interpreta a Martin Echenique, un director de cine argentino residente desde hace años en Madrid que mantiene una relación sentimental con una compañero de profesión, Alicia (Cecilia Roth) y tiene al actor Dante (Eusebio Poncela) como uno de sus mejores, y pocos, amigos dentro de su estricto circuito amistoso. Al otro lado del Atlántico, el hijo de Martin, Hache, (Juan Diego Botto) vive en Buenos Aires sintiéndose desplazado de su familia y amigos. Un incidente lo va a cambiar todo cuando su padre decide visitarlo y animarlo a vivir con él una temporada a Madrid.

Padre e hijo se van a conocer realmente expresando verdaderamente como son uno del otro y sin ser tan distintos como aparentan demostrando sus defectos, sus carencias e incluso sus miedos. El orgullo, el egoísmo o la rebeldía son los principales obstáculos entre la distante comunicación, eso sí afable, entre los dos, el primero un hombre con una exitosa carrera como director, aislado en sus quehaceres, entre ellos un gran proyecto fílmico en que podría contar con reparto internacional. El hijo representa todo lo contrario, no aspira ni desea nada por ambición y solo toca la guitarra como un pasatiempo y no como un objetivo en la vida.

Esa fría pero tolerante comunicación va a ser decisiva en la intervención de otros personajes importantes; la amante y el amigo de Martin, cuyos puntos de vista y papeles en esa historia van a intentar hallar su hueco vinculantemente emocional.
Natxo Borràs
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