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España España · Madrid
Voto de keizz:
8
Drama Historia dramática que recorre 12 años (2002-2013) de la vida de Mason (Ellar Coltrane) de los seis a los dieciocho. Durante este periodo, se producen todo tipo de cambios, mudanzas y controversias, relaciones que se tambalean, bodas, diferentes colegios, primeros amores, desilusiones y momentos maravillosos. Un viaje íntimo y basado en la euforia de la niñez, los sísmicos cambios de una familia moderna y el paso del tiempo. (FILMAFFINITY) [+]
16 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirigida por Richard Linklater, el realizador de “Antes del amanecer” y sus secuelas, “Boyhood” es una película que roza lo documental. Es realista, tiene que serlo desde la base misma de su concepción, de su esencia. Y hace que el espectador se identifique fácilmente con lo que ve, puesto que todos hemos sido niños y hemos ido creciendo, todos hemos vivido estos años del siglo XXI y sentimos cercanas las canciones que suenan, los peinados que vemos o las situaciones que se describen. Incluso los que no somos norteamericanos.

Debo decir, antes que nada, que soy un bicho raro, puesto que no me gustó “Antes del amanecer” y por supuesto no he visto sus secuelas. Tal vez sea culpa mía, me pilló mal, no lo se, pero cuando la ví no me gustó, no me la creí, y además me cayeron fatal tanto Ethan Hawke como Julie Delpy. Un mal augurio que sin embargo no ha evitado que “Boyhood” sí me guste.

Para empezar, le doy mérito al riesgo que asume el director de este proyecto al apostar por uno actores a doce años vista. Especialmente, cuando los actores son niños pequeños. Un niño de seis años puede ser como sea, pero es muy difícil saber cómo será cuando tenga dieciocho. Por otra parte, nadie puede asegurar que uno de los actores principales no abandone el proyecto en esos doce años por la razón que sea, o incluso que muera durante ese tiempo.

Además, los actores tienen que trabajar unos pocos días al año en esta película, dejar lo que estén haciendo y grabar unas escenas para las que tienen que volver a meterse en los papeles, lo cual no debe ser sencillo. Linklater se arriesgó y le ha salido bien. El proyecto que se inició hace doce años ha cristalizado y se ha convertido en una película.

“Boyhood” es una película diferente. Está bien que de vez en cuando alguien se arriesgue a hacer algo distinto. El film de Linklater es mastodóntico pero al mismo tiempo humilde y simple. Cualquiera que tenga una cámara y un poco de paciencia y perseverancia podría hacer una película parecida. Luego hay que tener arte para hacer un buen montaje y que lo que salga de ahí tenga algún interés, claro, pero en principio no hay que ser un genio para hacer una película como ésta. Lo difícil es concebirla y atreverse a ejecutarla.

Obviamente, el film tiene lagunas derivadas del propio concepto de la película. El argumento no va a ninguna parte, no es más que una sucesión de situaciones más o menos cotidianas, pero no hay una trama como tal. Además, es tremendamente complicado condensar en los 166 minutos que dura la película doce años de la vida de una familia sin dejarse cabos sueltos o sin dejar de analizar cosas que seguramente al espectador le hubiera gustado que se ahondara en ellas. Por ejemplo, qué pasa con los hijos del maltratador y con él mismo, cuando la madre le abandona. Tampoco sabemos con certeza cómo se las apaña la madre para cuidar a los dos hijos, especialmente en los períodos en que está sin pareja, sobre todo cuando además estudia o trabaja. Está estudiando y de repente ya es profesora en la Universidad. En fin, que es muy complicado narrar doce años atendiendo a todas las cosas que pasan y ponerlo en la pantalla en las pocas horas que dura una película.

La simpleza y al mismo tiempo la grandeza de “Boyhood” es su planteamiento de ofrecer imágenes de vida cotidiana. La cotidianidad hecha arte. No sucede nada excepcional, todo lo que ocurre puede pasar en cualquier familia. Padres que se separan, hermanos, relaciones familiares, colegio, amigos, juegos, instituto, adolescencia, novias, la vida de Mason podría ser la de cualquiera de nosotros. Por eso nos sentimos cerca de él. Quien busque situaciones espectaculares e historias novelescas se equivoca de película.

Eso sí, el espectador tiene que poner de su parte. Si eres meramente receptor, las casi tres horas se te pueden hacer eternas. Hay que meterse en la película desde el principio y entenderla. Comprender que no es una película al uso, y por lo tanto verla con ojos distintos a los que usas para ver una película normal. Aquí no hay un planteamiento – nudo – desenlace. Esto es otra cosa. Es un experimento cinematográfico. Es una película sobre la vida, sobre el paso del tiempo. Nada más y nada menos. Si lo ves así y lo entiendes así, te darás cuenta de que tu propia presencia en la sala viendo la película puede ser un momento de esos que podrían rescatarse de tu vida, si se hiciera una película sobre momentos tuyos. O tal vez haya escenas mejores y ésta la eliminen del montaje.

Es tiempo de hablar de la música. Suenan temas de la época, claro. De lo que llevamos de siglo XXI. Canciones de The Hives, Coldplay, Cat Power, Flaming Lips, Wilco, Arcade Fire, etc. Pero también algunas de otras épocas. Por ejemplo, dan ganas de matar al director cuando empieza a sonar “Band on the run” y a los pocos segundos la corta. Es que en la película el padre le graba al hijo por su cumpleaños un disco con canciones de los cuatro Beatles por separado. Lo cual es todo un detalle y muestra el amor que tiene por su hijo cuidando su educación musical.

Resulta difícil analizar esta película como se analiza una película normal, porque ésta no lo es. Personalmente, creo que habría estado mejor que los saltos en el tiempo fueran más pequeños. Escenas, aunque sean cortas, de cada año, para que no hubiera esos súbitos saltos temporales de tres o cuatro años en los que el niño ha cambiado mucho (de los once a los catorce, por ejemplo, el cambio es brutal en cualquier niño), la madre ha engordado diez kilos y la hermana ya tiene tetas. Creo que habría estado mejor escenas de cada años, aunque fueran más cortas.

En todo caso, me ha gustado bastante. “Boyhood” es una película honesta, sensible y muy real. Nos hace pensar, nos refleja en la pantalla, nos obliga a vernos de otra manera, a mirar la vida de otra forma.

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keizz
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