No he podido pasar de la primera temporada completa, traté de ver el segundo capítulo de la segunda temporada pero he de confesar que tiré la toalla, de hecho, no sé como puede aguantar tanto, quizás por el carisma que trasmite actores como Kevin Costner o Lucke Timothy, entre otros.

Pero, a pesar de que las escenas de acción y las escenas idílicas de Montana están bien filmadas, el argumento de malotes sin escrúpulos persiguiendo el sueño americano al estilo de Dinastía, con toques de El Padrino de Mario Puzo, pero ambientada en el oeste moderno, es un género algo trillado que aquí se repite capítulo a capítulo estirando el chicle. La serie (hasta donde he visto), se vuelve plana sin cambios sustanciales, así como la naturaleza de los personajes y sus ambiciones (de psicópatas casi todos ellos), desborda simplicidad, arrogancia sin límites y bravuconadas inverosímiles, puesto que no disimulan tener a todo el mundo comprado y a sus pies. Tampoco destacan por su brillantez los pocos competidores que osan hacer sombra a esta familia mafiosa western.

Otra de las particularidades que me han hecho desechar esta serie es que me es muy difícil conectar con la mayor parte de los problemas de este clan, que son muy anglosajones y se basan en la doctrina del presidente estadounidense James Monroe, el dicho: "Primero América y América para los americanos". Lo más cínico de la serie es cuando estos hijos de las "trece colonias" pretenden dar lecciones de moralidad e historia, aludiendo al marino Cristóbal Colón con la promovida retórica del genocidio español y cómo los pobres indígenas fueron masacrados por los misioneros católicos. Nada de autocrítica sobre el daño y el verdadero genocidio que si perpetraron los colonos, principalmente bajo bandera británica y de religión protestante.