Roma es una apuesta arriesgada en estos tiempos que corren, y ya no digamos por la forma en que está rodada, sino por su polémica distribución. Se trata de una producción de Netflix, que ha pisado algunos pocos cines (seis o siete, si no recuerdo mal) y que en parte demuestra que el cine actual tendrá que ser visto a través de un dispositivo móvil o a través de nuestra Smart tv. La muerte del cine, cómo lo conocemos está sucediendo, así qué todo este humo que vende la película sobre su encanto de lo antiguo es pura fachada.
El film tiene su parte positiva y la negativa:
La positiva: sin duda alguna su fotografía, con unos colores verdaderamente realistas y unos juegos de luces diría que magníficos, además de unas secuencias (a veces demasiado largas), casi perfectas.
¿Pero de qué sirve un bonito bote si por dentro esta vacio?
El film tiene un guión vacío y es que sólo en los últimos 30 minutos logra despertar a un espectador que ya se ha hechado una siesta durante aquellas secuencias eternas y es que muchas de ellas son de puro relleno.
El director se ha querido comparar con varios grandes: Fellini, Dreyer o Bergman y no les llega ni a la suela del zapato a ninguno de ellos, ya que sus historias eran extrañas, pero eran únicas. Cuarón no logra que suceda esto y es que, con el tiempo, lo único por lo que será recordada será por tener una buena fotografía y poca cosa más..