Influyentes críticos profesionales como Carlos Boyero en España o Peter Bradshaw en Reino Unido manifestaron poco entusiasmo por el estreno de la saga original del 'Señor de los Anillos'. En mi opinión sus perspectivas se fundamentan en la equívoca premisa que los blockbuster con elevado presupuesto y un enorme despliegue de efectos especiales son incompatibles con el cine de calidad, con el 'buen cine', por mucho deleite que puedan aportar y por muchos malabares visuales que sean capaces de hacer. Por otra parte, hay gente que tiene estas nociones invertidas. Hay quien cree que solo los efectos especiales son sinónimos de buen cine. Yo creo que ambos bandos están parcialmente en lo cierto y parcialmente errados. En concreto, su parcial desacierto se debe a que ambas perspectivas se apoyan en prejuicios de algún tipo (a favor o contra de los efectos especiales). Los efectos especiales pueden ayudar a que una película tenga éxito desde el punto de vista artístico siempre y cuando estén supeditados a las necesidades básicas de las esencias que constituyen las grandes historias. Y el cine es, al fin y al cabo, un ejercicio en el arte de 'story-telling'.

Tras esta reflexión preliminar, me gustaría decir que me considero un fan del 'Señor de los Anillos'. Me maravilla la destreza literaria de Tolkien por contar unas aventuras tan interesantes, con personajes tan memorables, con lugares tan distintivos, y por darnos, en definitiva, una poderosa historia construida mediante inteligentes diseños narrativos que plantea cuestiones vitales como el enfrentamiento entre el bien y el mal, la influencia de la codicia o el heroísmo de los seres más aparentemente insignificantes. La saga original de Peter Jackson me parece una adaptación fantástica, un logro magnífico del cine de fantasía. Y me lo parece por una razón muy sencilla: porque todos sus efectos visuales están al servicio del corazón narrativo de la película. Por eso nos sentimos fascinados por los personajes y por sus conflictos; por eso nos importan las escenas de amistad y de traición; por eso sentimos reacciones emocionales cuando los personajes atraviesan momentos de adversidad y también cuando celebran alegrías. Sí, el cine de fantasía sí puede ser gran cine siempre y cuando se cuente una gran historia.

Esto me lleva a la saga 'El Hobbit' que, aunque entretenida, es, relativamente hablando, un fracaso comparada con 'El Señor de los Anillos' (estoy hablando exclusivamente en términos de mérito creativo). Lo que sucede es lo contrario al 'Señor de los Anillos'. La presencia de efectos visuales (que, por cierto, incluso a nivel visual son menos convincentes que los de la trilogía original) van en detrimento de la historia. Se multiplican los hilos narrativos, se estiran las tramas de forma innecesaria, se nos muestras secuencias absolutamente inverosímiles alejadas del realismo que caracterizaba la trilogía original... Creo que este punto fundamental es la causa de todos los problemas que se han estado atribuyendo a esta segunda trilogía desde que se estrenó hace 10 años. Siempre pensé que de haberse adaptado al cine 'El Hobbit' tenía que haber sido únicamente una película, no una trilogía entera. Con 'El Señor de los Anillos' las películas (todas ellas de más de 3 horas) ganan mucho en sus versiones extendidas porque se nos muestran escenas que completan los arcos de los personajes (notablemente el de Saruman, la enemistad entre Aragorn y Sauron etc.), es decir, porque incluso las escenas extra aportan al corazón de la historia. Con 'El Hobbit' las películas (que duran algo menos de 3 horas cada una) se sienten excesivamente largas. Consecuentemente, todas esas batallas y persecuciones (estoy pensando en la larguísima escena de los túneles en 'Un Viaje Inesperado' o en la 'famous/infamous' escena de los rápidos en 'La Desolación de Smaug') carecen de 'stakes' y de valor emocional, son más propias de videojuegos que de una película, se sienten gratuitas, se nota que se hicieron porque sí, sin tener una finalidad concreta con respecto a cómo cada escena contribuye al gran marco de la historia. Conversamente, en 'El Señor de los Anillos' cada escena cumple un propósito. Para expresarlo brevemente, 'El Hobbit' se hizo porque sí, se hizo puramente por dinero. Esta sensibilidad no es tan marcada en 'El Señor de los Anillos' y paradójicamente eso propició su éxito crítico y comercial.

Dicho eso, la saga 'El Hobbit' sí tiene virtudes. Una de ellas es, evidentemente, su reparto: todas las actuaciones de todos los miembros del elenco son bienvenidas. Jackson consigue darnos más información sobre personajes como Galadriel y Saruman, lo cual enriquece de forma productiva sus caracterizaciones; pasamos mucho tiempo con Gandalf; de manera fascinante conocemos a un Gollum enloquecido y a la vez vulnerable en el momento previo a la pérdida de 'su tesoro'; la relación entre Thorin y Bilbo en 'Un Viaje Inesperado' se trae a una resolución satisfactoria motivada por los personajes en sí y no por conveniencias del guion... Estas razones que expongo ahora me inducen a pensar que la película (así como sus secuelas) no está carente de interés. Sin duda resulta entretenida y ya he dicho que me gusta el universo de Tolkien así que encuentro en estas películas una fuente de pasatiempo. Son películas para ver de manera distendida y sin mucho pensar. A pesar de ello, no puedo evitar sentir cierta decepción al ver que en FilmAffinity le estamos dando al 'Hobbit' la misma nota media que a películas mucho, mucho más superiores como, por ejemplo, 'Dunkerque', 'The Batman' o semejantes. Así que, con toda honestidad, siento decir (y es posible que muchas otras personas estén de acuerdo conmigo) que la saga en su conjunto no está a la altura de la trilogía original por muchos fuegos artificiales que nos muestre Gandalf.

Nota: 5.4 / 10

Gracias por deteneros a leer esta crítica.