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Drama
Richard Nixon fue uno de los presidentes más controvertidos de los EE.UU. Mientras que para algunos representó, a raíz del Caso Watergate (1973), lo peor de la democracia americana; para otros fue un gran estadista que contribuyó a poner fin a la Guerra Fría. (FILMAFFINITY)
4 de mayo de 2008
24 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nixón ha sido uno de los mejores mandatarios americanos de todos los tiempos: sacó a su país de la vergonzosa guerra de Vietnam, inició conversaciones diplomáticas con la Unión Soviética y China, y durante su etapa de vicepresidente de Eisenhower, fue pieza clave para revitalizar la economía estadounidense de la post guerra. Por contra, su aspecto físico no le ayudaba mucho a simpatizar con la masa, la cual añoraba a un asesinado Kennedy al que sí se le perdonaba cualquier tropelía, como por ejemplo, no investigar más sobre los claros indicios que le acusaban de la muerte de Marilyn Monroe. Y sobre esta comparativa construye el endiosado una tediosa película sobre la vida y milagros del buen mandatario yankie.
El abuso del flash back, los picados y contrapicados, ese tono de documental universitario con cámara al hombro difuminando instantes clave para entender su personalidad, más el omnipresente sudor que recorre durante toda la cinta el rostro de un buen Anthony Hopskin, lastran y oscurecen a una película y a un personaje que no merecían tal tormento. Así pues, el endiosado sienta cátedra enjuiciando de refilón a uno de los hombres más detestados de la América moderna, quedándose con la cáscara y sin habernos dado a probar un fruto mucho más maduro que el que nos muestra. Y es que no tiene ni puta idea.
El abuso del flash back, los picados y contrapicados, ese tono de documental universitario con cámara al hombro difuminando instantes clave para entender su personalidad, más el omnipresente sudor que recorre durante toda la cinta el rostro de un buen Anthony Hopskin, lastran y oscurecen a una película y a un personaje que no merecían tal tormento. Así pues, el endiosado sienta cátedra enjuiciando de refilón a uno de los hombres más detestados de la América moderna, quedándose con la cáscara y sin habernos dado a probar un fruto mucho más maduro que el que nos muestra. Y es que no tiene ni puta idea.