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Voto de Rebanatraqueas:
6
Serie de TV. Fantástico. Drama Serie de TV (2003-2005). 2 temporadas. 24 episodios. En 1934, en el sur de los Estados Unidos, en plena Gran Depresión (tras el crack bursátil de 1929 que condenó a la pobreza a millones de norteameriacanos), Ben Hawkins, un joven huérfano de 18 años, se une a un circo que es una mezcla de freaks, prostitución y vaudeville. Ben tiene poderes curativos que lo asustan y sueña con un mundo donde en lugar de pobreza haya bienestar: es el ... [+]
9 de marzo de 2013
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El truco para vaciar la expectación de la hambrienta sala será sacar un conejo de una chistera. Tan típico como en la magia como la confrontación del bien y el mal en una serie. Pero no lo vamos a hacer de manera burda, de sopetón, de manera sobria. Vamos a hacerlo bien. Te voy a desgranar el truco poco a poco ¿no ves que me tiene que durar varias temporadas?

Una guapa pero desarrapada ayudante (llamémosla depresión estadounidense de los años 20) nos trae al conejo en una decadente jaula. Abrimos dicha jaula. Te presento al conejo, te digo su grupo sanguíneo, como se llama, lo duramente curtido que ha sido por mi ayudante, su dieta, sus trauma infantiles y sus compañías poco recomendables a cada cual más variopinta: tigres, focas, quebrantahuesos, adivinas del tarot…
Todo esto lo hago por supuesto bajo la meticulosa ambientación de efectos de sonido, luz adecuada, excelentes extras perfectamente cuidados, secundarios carismáticos y excéntricos, ferias ambulantes, paisajes de miseria y desesperación, pasajes de esperanza, de transición, de vidas vendidas por tres reales… que me ha proporcionado mi técnico de escenario HBO.

Con el público ganado comiéndose por los ojos de lo brillantemente cuidada que está la ambientación, procedo mediante sutiles artimañas visuales a explicarte que por supuesto este no es un conejo normal, aunque te he concretado innumerables datos de este animal no solo vale para que tu madre lo prepare al ajillo. Es mágico, tiene un destino. Y es que procede de la más antigua estirpe de conejos mágicos de todos los tiempos siendo rellenos de almendras y servidos al horno por Genghis Khan, Rappel, Manolo Escobar y Jesucristo entre otros. Por el contrario les presento al sombrero mágico, otra larga casta de sus enemigos mortales, dando por saco durante años.

Meto el conejo bajo una mantilla y… ¡alehop! El conejo desaparece.

En el interludio, cuento cosas relacionadas con la ambientación y las historias de esta con sus trabajados personajes que no aportan sumamente gran cosa al truco principal y que sin embargo en la mayoría de las ocasiones se hacen más amenas que este.

Al cabo de 20 episodios de truco, veo que el público se comienza a impacientar pero no quiero cortar así como así y presentar el espectáculo final. Intento acabar la historia, fuerzo los diálogos, hago que mis marionetas hagan cosas que no se dan por supuestas, retuerzo aún más los diálogos que tienen que ver con el enfrentamiento entre el bien y el mal, meto escenas secas, otras casi sin mucho sentido, dejo al espectador que use su imaginación para tapar los huecos. Y ¡voilà! El conejo sale victorioso de la chistera como todo el mundo había esperado. Me dispongo a continuar con mi espectáculo pero acto seguido mi encargado de escenario HBO ve la factura de la luz y me apaga los focos. Me despido entre aplausos y crítica sobrevalorada.

¿Una serie mágica? Puede ¿Te gustó el truco? Sí ¿Qué es una mierda de triquiñuela previsible? También.
Rebanatraqueas
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