La llegada en solitario del amigo y vecino Spider-Man al UCM supuso un soplo de aire fresco más que necesario. Si la primera película, como bien indica su título, fue una bienvenida más que notable y la segunda nos demostró que el hombre araña funciona muy bien lejos de su zona de confort, esta tercera entrega viene a confirmar que tanto actor como héroe son de lo mejor que le ha pasado al UCM.

Personalmente creo que estamos ante una de las mejores películas de todo el Universo Cinematográfico de Marvel. En ella se nos muestra, no solo la evolución del héroe de acción, sino también de la persona humana que habita tras la máscara, mucho más preocupada por problemas terrenales que afectan a su vida personal que por posibles amenazas interplanetarias como las vividas en anteriores entregas. Esa terrenalidad dota de un carácter mucho más emotivo y humano a una película que, sin dejar de ser cine de acción, aúna muy bien los diferentes escenarios para mantener un ritmo y cadencia que hacen que las 2h20 de duración se pasen volando.

La química entre los viejos y nuevos protagonistas es innegable a la par que magnífica, la historia es entretenida e interesante, las escenas de acción son puro sello Marvel y los momentos cumbre (detalle en zona Spoiler) son de esos que a uno se le quedan guardados en la retina. En definitva, un cóctel perfecto con sello blockbuster pero que se adentra mucho más de lo que parece en aspectos emocionales que al final, invitan al espectador a meterse de lleno en el papel de Spider-Man e incluso en el de Peter Parker. Nota 9 sobre 10