(que a la vez de innecesario, es gracioso porque es el MacGuffin de la historia. El nombre de Alexander Pearce se convierte en el leitmotiv de la pesada trama) a veces cargante, a veces estúpido por sus situaciones...

Otra de las pegas es que su música es omnipresente, como si el espectador fuera tan tonto de no descubrir las situaciones por sí mismo y no darse cuenta de sus sentimientos u emociones al instante, su director nos habla y nos dice cuando tenemos que llorar, ponernos melancólicos o decir: "esos tres son los malos de la película" y todo ese rollo. Lo siento James Newton Howard, pero no te creas un genio, ese puesto ya lo ocupa John Williams, el único que crea una maravillosa magia llena luz, buenas vibraciones y color a cada película que compone, todo creado a partir de una orquesta bajo su mando, y como tal, capitán que es, y al que la industria le ha venerado (siempre, y lo sabe), pero bueno, eso ya es otro tema.
En definitiva, yo soy más de los que piensan que el silencio debe dejar fluir un buen film, combinando una buena acción y un gran tema se puede construir un buena historia, y en cuanto a la interacción de personajes, que sea la mínima o la necesaria, o bueno, eso nos quería decir el maestro del suspense, Hitchcok dijo: "Los diálogos son, generalmente, inútiles".

Si las comparaciones con "Muerte en Venecia" (Luchino Visconti, 1971) son odiosas, espero que no sea por las fichurías de voyeur que tiene la armada y tropas de la liada de la trama, Elisa Clifton (Angelina Jolie). Y otra comparación que me saco yo de la manga es la actitud del propio Deep como actor: ¿Esa cara la he visto yo antes, esos gestos? Estoy hablando de su álter ego Jack Sparrow desde "Piratas del Caribe: En el fin del Mundo" (Gore Verbinski, 2007) no había puesto esa artimaña tan cara que es el propio Johhny ¡vaya! Por cierto, si no la habéis visto el film de Visconti, aprovecho para deciros que verla ya. Por favor, no os es una petición, pero es que vuestra vida lo necesita, ella misma os pedirá ver esa joya del Séptimo arte.

Su mayor error radica en que cuando este film se quiere tomar en serio a sí mismo, ya es demasiado tarde y la apología que hace de sus actos no reniega su credibilidad, pero desestabiliza al que lo está visionando por primera vez, y es que en su más profunda línea que se ha escrito lleva puesta bajo el brazo una dirección que requiere un entendimiento más profundo, y es en esa escena final cuando más uso hace de ella el señor von Donnersmarck, porque decimos: Espera¿En realidad es nuestro Johnny Sparrow la gran cuestión de todo nuestro paseo por Venecia?¿En serio?

Sinceramente, lo más disfrutable de la película son esos majestuosos paisajes que se nos muestran de la ciudad de Venecia.