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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
10
Drama Mark Renton, un joven escocés de Edimburgo, y sus amigos son adictos a la heroína, lo que significa que viven fuera de la realidad, en un mundo aparte. Dentro del grupo hay un psicópata alcohólico y violento, un joven desesperado, un mujeriego con un conocimiento enciclopédico sobre Sean Connery y un entusiasta de las caminatas y de Iggy Pop. (FILMAFFINITY)
3 de septiembre de 2014
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
106/12(28/07/14-16/06/22) Icono imperecedero de la cultura pop, de los soplos de aire fresco más placenteros el Cine nos haya regalado. El segundo largometraje del escocés Danny Boyle supuso un hito fílmico, una Mítica Obra Maestra que aborda sin complejos y sin moralinas el problema de las drogas, expone el tema con nihilismo, sin dar fáciles soluciones, tiene la valentía de enfocarlo desde el punto de vista de un yonki, su visión es sardónica, caustica, desencantada, y sobre todo frenética, trepidante y rebosante de un humor negro que te atrapa desde su Antológico inicio con Mark Renton corriendo de la policía por la Princess St. De Edimburgo mientras escuchamos en off su tremendo monólogo en que pone de vuelta y media a la acomodaticia e hipócrita clase media. Por falta de espacio se omite sinopsis.

El oscarizado guión de John Hodge (“Trance”) se basa en la primera novela homónima (1993) de Irvine Welsh (hace un cameo como el camello Mikey Forrester que suministra la droga-supositorio a Mark Renton), el libro hacia un enfoque coral a la historia, cuenta 7 historias distintas con diferentes personajes, que al final se relacionan. Hodge hace de Mark Renton el protagonista, hace de su compleja evolución personal el motor del film, es al que oímos sus nihilistas pensamientos en off, sus tremebundos soliloquios, su visión pesimista del mundo que le rodea, su odio a la vida burguesa acomodada y ordinaria, que basa la felicidad en el materialismo vacío, no quiere trabajar, no se amarra a una pareja, es un amoral con lazos de amistad volubles, no está conectado a su familia, es un individualista con la única misión de conseguir su siguiente dosis de droga y como sea. El relato aborda con mordacidad y mucho humor oscuro el tema de las adicciones a las drogas, mezclando con un Descomunal ingenio lo escatológico, lo grotesco, lo sórdido, con lo surrealista rayando en lo onírico, ello con una incómoda frescura, a esto se añade un ritmo trepidante, extasiante, arrollador, con diálogos chispeantes, con momentos desbordantes de divertimento, en medio de una atmósfera underground deprimente. Se radiografía a una juventud perdida, insatisfecha, vacía, desorientada, desesperanzada, sin rumbo, nihilista, autodestructiva, que busca evadirse de la realidad con las drogas nos hace un macabro fresco de la insatisfacción de una generación perdida. La cinta fue muy polémica en su estreno por no intentar moralizar y mandar mensajes sobre lo malas que son las drogas, incluso se la acusó de hacer apología del consumo de estas nocivas sustancias, Danny Boyle tuvo la valentía de no pontificar con sermones morales, no se posiciona, esta no es su misión el exhibe con crudeza este submundo, lo vemos todo a través de sus ojos, su mezquina existencia, pero les da alma a estos yonkis, les da personalidad, los humaniza, nos toma como personas inteligentes que sabemos hacer nuestros propios juicios de valor, y esto me gusta, cada personaje refleja una un modo de afrontar esta sombría adicción, se delinean de modo tridimensional, no caen en la fácil caricatura, creando tipos con los que se empatiza con facilidad. Tipos cínicos que se desenvuelven con una vibrante labia, ágiles diálogos, divertidos, punzantes, que hablan una especie de ingles filtrado por un estilo barriobajero escocés, tan complicado de entender que en USA se dobló.

La cinta se puede partir en dos, la primera es hecha a base de un torrente set-pieces geniales, carácter episódico, la velocidad a la que suceden los acontecimientos es adrenalítica, un vendaval de sucesos que alternan el drama con la comedia retorcida de modo brillante, con el Mark Renton en el centro viviendo sus vanos intentos de dejar las drogas y recayendo una y otra vez, ello con apenas hilo conductor, con arranque que te deja fascinado y escuchamos el soliloquio que marca a fuego el resto de metraje, , impactante la aparición de Mark corriendo por una calle de Edimburgo a los sones electrizantes de Iggy Pop (“lust For Live”), la segunda parte la sitúo cuando Mark consigue dejar la heroína y se traslada a Londres a intentar ser lo que tanto odia “un burgués”, el ritmo aminora un poco, y entramos en un thriller de traficantes de medio pelo en el que los principios morales del protagonista son puestos en juego.
La puesta en escena es uno de sus grandes aciertos, la acción es Edimburgo y no sacan de la urbe su belleza, retratan un microcosmos deprimente, suburbios pusilánimes, edificios deslucidos, viviendas decrépitas, mobiliario viejuno, pisos asquerosos, bares mugrientos, mirada feista, y hasta aparece “El Retrete Más Asqueroso De Toda Escocia”, gracias al sobresaliente diseño de producción de Kave Quinn (“Layer Cake”), realzado por la sensacional fotografía de Brian Tufano (“Billy Elliot”), impregnada de grises apagados en exteriores, con cromatismo cuasi-irreal en interiores, destacando el local donde e se drogan, esto sumado da la visión de un drogadicto de Edimburgo, su filtro patético la convierte en mugrienta, estropeada y grotesca. La trama adornada por la Colosal galería de temas que canalizan de modo impetuoso la acción, Iggy Pop, “Atomic” de Sleeper, New Order, Brian Eno, Blur, Damon Albarn, o los technotemas de Leftfield, Primal Scream, Ice MC o Underworld, e incluso música clásica de Georges Bizet y Johann Sebastian Bach, pero sobre todo el Apoteósico tema de Lou Reed “A Perfect Day”, con que nos trasladamos con Mark a su ultramundo en un chute, tiñendo de lirismo melancólico las surrealistas imágenes del subidón, de hecho esta crítica se la dedico a Lou Reed fallecido recientemente y que en cuestiones fílmicas esta es su buque insignia. Los temas están al servicio de la trama, no son forzadas, encauzan las emociones maravillosamente. A todo esto se añade el soberbio montaje de Masahiro Hirakubo (“La Playa”), que dota de un ritmo palpitante y dinámico al relato, sabiendo serenarse en los momentos adecuados para nos calen las ensoñaciones, genial. (continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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