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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
7
Thriller. Drama. Romance Corea, década de 1930, durante la colonización japonesa. La resuelta joven Sookee es contratada como criada de una rica mujer japonesa, Hideko, que vive recluida en una gran mansión bajo la influencia de su dominante tío. Pero Sookee está allí con un propósito secreto: ayudar a un estafador que se hace pasar por un conde japonés para seducir a Hideko y heredar después la fortuna de su tío. (FILMAFFINITY)
11 de diciembre de 2016
49 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
238/07(07/12/16) Buen y sugestivo film del coreano Park Chan-wook, turbador relato mezcla el thriller erótico, misterio, romance, y todo en equilibrio narrativo, apoyado en fascinante ambientación, de una elegancia exquisita, y apoyándose en un cuarteto protagónico vibrante, sobre todo en el apartado femenino, las deliciosas Min-hee Kim y Tae-ri Kim. El sinuoso guión del propio director y de Seo-Kyung Chung (“Sympathy for lady Vengeance”) adapta la novela “Figersmith” de la galesa Sarah Waters, cambiando de la época victoriana en que acontece el libro a la corea bajo la ocupación japonés en el SXX. Relato de tintes psicológicos que analiza las complejas relaciones humanas que se pueden dar en condiciones extremas, ahondando en las perversiones sexuales y en como el amor puede ser arbitrario.

Relato triangular, visto desde tres puntos: Primero será el de la doncella, Sooke-Tamako, la conoceremos, asistiremos a como gradualmente crece su relación con la Sra.; Segunda parte los hechos desde Hideko, conoceremos su infancia, seremos testigos de su posible futuro en manos de su tío, mediante perturbadores flash-backs, de cómo este utilizó a su tía (So-ri Moon) como su monitora sexual, cómo esta era una singular narradora de relatos eróticos ante una audiencia de élite; Tercer y último segmento se unirán las dos visiones para avanzar a un potente clímax final.

La cinta explora con bisturí envenenado a las clases altas, su hedonismo, su hipocresía, su corrupción moral, su arrogancia clasista, y esto es desarrollado por el realizador con un sentido lírico-visual exacerbado, brotando de cada fotograma un sentido estético sibarita, con momentos que manan sensualidad escalofriante, ello enmarcado en sugerentes juegos de seducción, de inteligencias, de manipulación de poder, de sometimiento, de dominación, de intentos de emancipación, donde los sentimientos son retorcidos en aras de verdades y medias mentiras, traiciones y lealtades de conveniencia, ello salpicado de intriga, misterio, y giros de guión desconcertantes, gracias ello a un hábil libreto, que deconstruye mordazmente las obsesiones sexuales, auscultando el amor que nace de la lujuria, de la complicidad, sabiendo el director puntear la narración de humor oscuro, en una evolución que te atrapa en sus malsanas redes, con un ritmo sereno pero fluido, donde lo imprevisible te hace estar alerta y no desconectar. Esto se produce desde su potente arranque, donde nos sentiremos Sooke, como ella nos inquietaremos por este universo extraño en el que entra, una mansión decadente extraña, de fachada victoriana y de interiores japoneses, nos sentiremos intrigados por este perturbador escenario, y a medida que avanza la trama nos sentiremos un tanto desconcertados por las sorpresas que encierra este “caramelo”. El realizador crea un microuniverso potente en su energía: Mansiones decadentes victorianas, turbadores marionetas sexuales, psiquiátricos mugrientos, guantes negros fetichistas, dedales dentales, tintero, pañuelo, libros eróticos, para el pelo, corsés, bolas chinas, cerezo del ahorcada; todo esto incrustado en una historia con efluvios sadomasoquistas, donde las fantasías sexuales priman sobre la realidad.

Filmando con una elegancia y sofisticación estremecedora (por momentos), experimentando en cierto modo sobre una idea similar a la “Rashomon” (1950) de Kurosawa, encarando una historia desde distintos prismas de los protagonistas, pero en este caso no son versiones filtradas por los narradores, en este caso no son versiones, es poner la cámara en un lado u otro de la verdad y de este modo los hechos tienen diferentes acomodos. Al contarnos la historia desde diferentes lados hace que la cámara casi se comporte cuasi-acariciando a los personajes, esto hace que nos sintamos en cierto modo muy cerca de la piel desnuda de las protagonistas, asimismo juega con recursos que me recuerdan a “Memento” (2000) de Nolan, por lo de gotear elementos inquietantes por el metraje como la soga en el árbol, y que después nos enteramos su significado.

Curioso ver como hay quien ha visto un ejercicio de machismo, esto apoyándose en el modo exquisito de rodar las escenas de sexo entre las dos amantes, recurriendo a clichés fantasiosos masculinos. Pero esto solo es una percha esteta, cuando en realidad (bajo mi modesto ver) todo es una oda a la libertad femenina, a sus ansias de emancipación del yugo hetero-patriarcal, de cómo la mujer puede ser más inteligente que el hombre, de cómo puede escoger a quien amar, sin ser esclava de las normas sociales impuestas, donde los hombres son unos pervertidos misóginos autoritarios, y donde la mujer es la única capaz de disfrutar de su cuerpo, del sexo. Park edifica un microuniverso regido por hombres dominantes, que usan a la mujer como objeto sexual, sin atender a sus sentimientos, y donde este darwinismo de roles será socavado por estas dos féminas, dos valientes que han decidido destrozar estas imposiciones para apartar a los hombres de su camino, derivando en un canto al amor puro, a la libertad y a la emancipación sexual.

Todo esto lo bueno, pero la cinta peca de cierta irregularidad que le impide elevarse más. Empezando por un metraje desmedido, para un relato que no da para tanto, esto hace que sea difícil mantener el nivel de atención, sobre todo cuando hay bastante redundancia, regodeo, cuando en muchos tramos el envoltorio estético devora a la historia, provocando inevitables bajones de ritmo, no hay recursos narrativos para tanta duración, lo cual implica que haya remansos que se hacen densos, esto se hace notorio en su tramo final, en que no alcanza a magnetizar al espectador, por la saturación de efectismo visual. Tampoco ayudan unas situaciones un tanto forzadas en su desarrollo orgánico, manipuladoras y tramposillas, a las que hay que darle licencia de corso para seguir con el disfrute de la historia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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