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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
4
Thriller. Intriga. Terror La vida de un pueblo coreano se ve alterada por una serie de asesinatos, salvajes y misteriosos, que azota a la pequeña comunidad rural. Los rumores y las supersticiones se propagan a causa de la presencia, desde hace poco tiempo, de un anciano extranjero que vive como un ermitaño. Ante la incompetencia de la policía para encontrar al asesino y sin tener una explicación racional, algunos habitantes del pueblo buscan a un chamán. ... [+]
28 de noviembre de 2016
82 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
228/23(27/11/16) Decepcionante tercer film del coreano (también guioniza) Na Hong-jin, viene precedida de crítica general positiva, y avalado por sus dos anteriores films de calidad “The chaser” y “The Yellow Sea”, ha cambiado de género virando al terror y ha naufragado (desde mi modesto punto de vista), y es que me ha sido una propuesta espesa, densa, que se eterniza, con cambio abrupto de registro a medio film, con un argumento confuso con el que te cuesta no mirar el reloj, con varias subtramas que se abren y te hacen alejarte de la acción.

En un pequeño pueblo coreano perdido entre las montañas se suceden una serie de misteriosos y salvajes asesinatos. Como suele ser habitual lo extraño resulta lo sospechoso y las culpas recaen sobre un anciano japonés que vive como un ermitaño alejado de la villa. Las escasas artes investigadoras de la policía local provocan que algunos habitantes requieran la presencia de un chamán.

El relato nos sumerge en un núcleo rural coreano perdido en las montañas, donde como en todos lares crece la superchería junto a la hiperreligiosidad, la incultura e ignorancia inherente (un tópico) a las zonas campesinas, allí acontece esta odisea pesadillesca con resonancias a “El exorcista”, dándose cita demonios, zombis depredadores, posesiones satánicas, exorcistas, chamanes, fantasmas, y sobre todo subyace la intolerancia y prejuicios al extranjero, y más concretamente el odio ancestral que los coreanos tienen a los japoneses. En esta atmósfera malsana se mueven los protagonistas, escenarios con cabañas decrépitas, humildes viviendas de madera, calles siempre embarradas, bosques fantasmagóricos, omnipresente lluvia, ello sorteado de personajes sórdidos e inquietantes. Hasta aquí lo bueno, puede parecer mucho y no lo es.

Thriller que se puede partir en dos su duración: En la primera es una comedia sátira de terror, con protagonista caricaturesco, patético, un policía vago, cobarde, timorato, torpe, donde las escenas de tensión son afrontadas desde el humor amarillesco (nunca mejor dicho) absurdo, si hubiera seguido por aquí igual hubiera sido más de lo que es el conjunto; Pero llega la segunda parte, cuando la cinta no te la estabas tomando en serio se torna en un relato de horror, gore, religioso, y lo grave, pretencioso, entonces el ritmo decae, se atasca en remasticar la historia, con ceremonias penosas de exorcismos, con situaciones que rozan lo bufo (siendo benévolo), donde se nos quiere colar parte de la tradición mitológica coreana, en un pastiche que desconectaba de la acción, costándome terminar de verla, e importándome muy poco lo que les pasara a los ínclitos protagonistas, con los que la empatía iba entre nada y nula.

Un metraje desmedido para lo que se cuenta, queriendo rellenar los minutos con mil y un situaciones que en muchos casos navegan entre lo redundante y lo lento, alargándose algunas secuencias hasta atropellarse a sí mismas. Personajes mal estructurados, dan bandazos de personalidad sin sentido alguno, sin coherencia, interpretados de modo que van de los estrafalario y burdo a lo inane, el hilo conductor que es saber quién es el supuesto demonio termina por ser artero y arbitrario en sus ambiguas conclusiones, estas son además un insulto al sufrido espectador que ha esperado más de dos horas y media a descifrar el misterio. Se le suma un montaje caótico que pretendiendo dar ritmo confunde, cambiando en algunos tramos de escenario de modo anárquico. Con todo esto llega al espectador (yo) lo peor que puede pasar ante una película, el tedio y el hastío.

La puesta en escena, en lo que se refiere a diseño de producción de fotografía Kyung-pyo Hong (“Lazos de guerra” o “Snowpiercer”), es un buen trabajo, transmitiendo un lugar sombrío, tenebroso, aciago, filtrando interiores con iluminación indirecta para proyectar sombras lúgubres, de reminiscencias al expresionismo alemán, jugando con los tonos grisáceos y verdes en los exteriores, con una cámara ágil, traspasando al espectador un lugar apartado del mundanal ruido de las grandes urbes, labrando un clima de aire denso, con algunos bucólicos planos generales de la villa enclavada en la montaña. Lástima que todo esto esté al servicio de un relato tan disperso y descarrilado.

Si no se ha notado por mi crítica, no me ha gustado, ni entretenido, y si aburrido, y lo más terrorífico no son los demonios del film, es haber desperdiciado 156 minutos con esta película. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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