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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Adaptación cinematográfica de la última e inacabada novela de Francis Scott Fitzgerald. La acción se desarrolla en los años treinta, la época dorada de los estudios de Hollywood, y trata sobre la desmedida ambición y falta de escrúpulos de los que están dispuestos a utilizar todos los medios a su alcance para conquistar la gloria: aspirantes a actores, escritores y productores cinematográficos. (FILMAFFINITY)
28 de enero de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
28/28(25/01/22) Fallido aunque estimable film que retrata la los albores de la época dorada de Hollywood. Tiene alicientes suficientes para haber sido mucho más de lo que termina siendo. Empezando por la dirección de un tipo veterano que vivió el tiempo que retrata, como es Elia Kazan, en su último largometraje (aunque vivió 27 años más, hasta el 2003), filmado el guión del Premio Nobel de Literatura en 2005 Harold Pinter, adaptando la novela inacabada de uno de los mejores autores estadounidenses del siglo XX como es F. Scott Fitzgerald “The Last Tycoon”, y teniendo entre sus potentes atractivos un fenomenal elenco interpretativo encabezado por Robert De Niro (este mismo año estrenaría la Icónica “Taxi Driver”, con uno de los personajes más legendarios del cine, con Travis Bickle), Robert Mitchum, Tony Curtis, Jack Nicholson (primera y última vez que han trabajado juntos los dos míticos actores De Niro y Nicholson), Donald Pleasence, Jeanne Moreau, Theresa Russell e Ingrid Boulting. Y tiene una producción formidable en la recreación de cuasi-ensueño de este micro mundo, con mucha elegancia , dejando vislumbrar el machismo imperante, la homofobia, el pragmatismo de los productores buscando éxito a toda costa, la avaricia, los complejos de las estrellas, las fiestas, etcétera.

Pero a pesar de esto la historia carece de solidez, por partes puede ser atractiva, pero en la suma cojea, este retrato del ascenso y caída de un poderoso mandamás resulta etérea, poco profunda, donde en la dualidad de como el protagonista maneja los estudios y los rodajes resulta cautivador por momentos (el trato a las estrellas, las intrigas entre bambalinas, como tiraniza a los directores, como manipula a los guionistas, como maneja con argumentos poderosos al consejo, o como trata de modo mezquino al sindicalismo, como ataca al comunismo), pero entonces nos meten un romance pasteloso, que nos viene a decir lo complicado que es alcanzar la felicidad, ello teniendo de marco leit-motive una casa inacabada en la playa, otra metáfora sobre este hombre con muchos sueños inacabados. La obsesión del protagonista en esta mujer no da para tanto, se convierte en un melodrama edulcorado sin alma, con una actriz inexpresiva (Ingrid Boulting) enredando en la historia de modo farragoso hasta ralentizarla y desviarla de lo importante y que la hacía seductora, como era ver a este Monroe Stahr manejar los estudios, cual malabarista que hace girar constantemente platos sobre varillas impidiendo que caigan por mucho que puedan estar al borde, el amorío de Stahr carece del interés que genera su trabajo.

Monroe Stahr (Robert De Niro) es el joven y autocrático jefe del estudio que creció desde sus humildes comienzos en el Lower East Side de Nueva York y todavía añora que su esposa, la estrella de cine Minna Davis, muriera prematuramente, ya que tiende a tener ganas de descubrir aspirantes a estrellas que se parecen a ella. Su aliado en el estudio es el principal ejecutivo financiero Pat Brady (Robert Mitchum), su mentor y amigo irlandés, que más tarde se convierte en su rival cuando se une al aceitoso abogado neoyorquino que representa a los inversores (Ray Milland) porque las ideas "artísticas" de Stahr se están interponiendo en el camino del comercio.

Fue la segunda colaboración entre Kazan y el cuatri-oscarizado (por “La ley del silencio”, “El puente sobre el Rio Kwai”, “Lawrence de Arabia” y “Nicolas y Alejandra”) productor Sam Spiegel, tras su exitoso trabajo en “On the Waterfront”. Fitzgerald basó al protagonista de la novela, Monroe Stahr, en el productor de cine Irving Thalberg, el llamado ‘The Wonder Boy’ (el jefe de producción de MGM en el período comprendido entre finales de los años veinte y los treinta), curiosamente Spiegel recibió una vez el premio en memoria de Irving G. Thalberg. El autor F. Scott Fitzgerald no vivió para terminar “The Last Tycoon”, por lo que la versión publicada en 1941, editada por Edmund Wilson con las notas de Fitzgerald, es técnicamente un fragmento.

Robert De Niro está radiante como el jerarca del estudio, lo hace sin aspavientos, con suficiencia, sin caer en histrionismo, con sutilidad, con un carisma arrollador, lidiando con las intrigas de su jefe Pat Brady (encarnado por un formidable Robert Mitchum), pasando con elegancia de las insinuaciones Cecilia, bella hija de Pat (encarnada por una correcta Theresa Russe), un déspota al que no le hace falta gritar para imponer sus órdenes, sabe lo que hacer en cada momento (excelso con la junta directiva), desde hacer una película que perderá dinero por el bien del sello de calidad del estudio, despedir a un director (encarnado por un estimable Dana Andrews en un alter ego claro de Kazan), dorar la píldora a una diva en decadencia para elevarle la moral (encarnada esta por una gran Jeanne Moreau), con otra gran estrella en bajada por impotencia sexual (un buen Tony Curtis dando vida a un galán que tanto conocía el actor), Monroe es capaz de ‘elevarle’ la autoestima, o como inspira a un guionista remiso a seguir (un fabuloso Donald Pleasance), ello con una escenificación de una intrigante escena (de lo mejor del film con que naturalidad la teatraliza De Niro), con el detalle final de la moneda. También tiene su negociación con el jefe del sindicato de guionistas (encarnado por un extrañamente comedido Jack Nicholson), lo hace con arrogancia y desprecio, ejemplificando el asco que daba a los mandamases de Hollywood los comunistas. Pero la inclusión del romance es como meter un palo entre los radios de una bici que va cuesta abajo, esta enigmática mujer que es una especie de reflejo de la mujer de Monroe, que murió, pero no es suficiente lo que vemos para darme estímulos apreciables para hacerla interesante. Para en el rush final apresurado meternos un ‘golpe de estado’ en el estudio que viene de la nada (no es suficiente la ‘negociación’ con el sindicalista), metido con calzador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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