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Voto de TOM REGAN:
7
7,5
48.256
Drama
Situada en 1936, Don Gregorio enseñará a Moncho con dedicación y paciencia toda su sabiduría en cuanto a los conocimientos, la literatura, la naturaleza, y hasta las mujeres. Pero el trasfondo de la amenaza política subsistirá siempre, especialmente cuando Don Gregorio es atacado por ser considerado un enemigo del régimen fascista. Así se irá abriendo entre estos dos amigos una brecha, traída por la fuerza del contexto que los rodea. (FILMAFFINITY) [+]
2 de diciembre de 2019
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
216/23(26/11/19) Sugerente film español dirigido por el albaceteño José Luis Cuerda, obra que mezcla costumbrismo rural con cine político, despierta en mi opiniones contradictorias, en su momento la vi en su estreno en 1999 y se me quedó clavada por unas cuantas escenas de lirismo, por la sublime actuación de Fernando Fernán Gómez y sobre todo por su punzante clímax final. Pero dos décadas después de su estreno la revisarla me quedan flotantes algunos defectos que la bajan enteros, como son unas subtramas-parche que circulan al margen del corazón de la película, que parecen relleno para alargar el metraje, por supuesto me refiero a la de Carmiña y sus ardores sexuales mezcladas con fetichismo canino, y la del hermano músico enamorado de las chinas, orgánicamente impostadas y metidas con calzador. La película se basa en tres relatos del libro ‘Qué me quieres, amor?’ (1996) de Manuel Rivas, son "La lengua de las mariposas", "Un saxo en la niebla" y "Carmiña", guionizado por el propio director, junto al gran Rafael Azcona (“Plácido” o “El verdugo”), y el novelista, núcleo de toda la película es "La lengua de las mariposas" dentro del cual se insertan los tres relatos, nexo de unión será Moncho, protagonista de "La lengua de las mariposas". En lo positivo está la tierna mirada humanista a un mundo bucólico, donde asistimos al despertar de un niño ayudado por su carismático profesor, con el que mantiene una entrañable relación, ello con la sombra latente de un conflicto que alienará las vidas de unos y otros. Todo esto para desembocar en uno de esos finales que recordarás por siempre por su poder de retorcerte las entrañas, donde la dignidad se expone en toda su complejidad, donde el miedo y la cobardía se funde con imágenes desgarradoras.
Otra tara, persistentemente en el grueso del cine español, es el modo de exponer el albor de la Guerra Civil, donde los Nacionales eran todos unos fachas militaristas malísimos, y el otro bando de los Republicanos unos angelitos ansiosos de libertad, pues ni tanto, ni tan calvo. Nos pintan el Paraíso de un pueblecito gallego que vive en armonía y felicidad, esta Arcadia solo tímidamente oscurecida por los tres pilares-demonios del comunismo, o sea, el rico cacique local (una caricatura), el cura (un fundamentalista religioso que asocia cultura con ateísmo), y la Guardia Civil (cuando se ven es cual se viera a la parca), pero esta Felicidad se ve implosionada por la llegada del estallido del 18 de Julio, como si no hubiera habido un germen de revueltas y rebeliones que dio lugar al levantamiento militar, parece que esto se produjo por combustión espontánea, y que los Republicanos no tenían prejuicios al otro bando (puaj!). Pues esto es solo una cara de la moneda, pues hubo otros territorios donde los Republicanos cometieron tropelías (las infaustas checas por ejemplo) y cuando se es parcial se es injusto con la verdad. Por supuesto que los Nacionales fueron nocivos para España, pero el bando antagonista no representaba un Edén de Paz y Libertad, pues eran una mezcolanza de comunistas, anarquistas e independentistas auspiciados por la URSS, era elegir entre Guatemala y Guatepeor. Lo que pasó es que al ganar los franquistas y gobernar estos durante 36 años de dictadura, se ha tendido a idealizar a los perdedores como querubines aplastados con botas marciales, y eso es maniqueo, y así es en su vertiente política esta cinta, y con ello restando poder incisivo a los que tiene noción objetiva de la Historia.
Film que tiene en su ternura su gran fuerte, donde se hace una conmovedora loa a los profesores de nuestra infancia, esos que intentaron inculcarnos valores morales importantes, una oda a la relación mentor-discípulo, con frases tan brillantes ante la pregunta de Moncho a Don Gregorio de si el Infierno existe, este le responde: “El odio, la crueldad, ése es el infierno. A veces, el infierno somos nosotros mismos”, esto cobra mayor sentido en su devastador final. Todo ello filtrado por la mirada inocente del chiquillo, su aun cándida mirada nos hace ver este micromundo con sabor dulce, nos transporta a un lugar parado en el tiempo, donde la calidez humanista fluye en muchos momentos, haciéndose cercano lo que ves. Vemos a través de él, en los márgenes de la película como la política forma parte del entorno, pero no roza al niño, el asiste al mundo extraño de los mayores, sus anhelos, secretos, inseguridades, este vive en su mundo práctico, hasta que al final todo le explota sin entender bien lo que significa.
Las dos subtramas se incrustan en “La lengua de las mariposas” con forceps: La de “Un saxo en la niebla”, apósito que no cuadra con la coherencia narrativa del epicentro de la cinta, se intenta amarrar a la historia central con que Moncho es hermano de un saxofonista (de la Orquesta Azul) al que acompaña en una gira de fiestas locales rurales, y el músico se enamora platónicamente de una joven china muda (“secuestrada” por unos lobos a los 4 años) casada con un tipo mayor (al que toman por el padre), tiene su clímax en la escena en que el saxofonista en medio de una actuación se arranca en un solo ante la llegada de la oriental, ello mientras la mira. Esto no justifica su introducción, nada tiene que ver, pues en nada le toca la llegada de la incipiente Guerra Civil; Como tampoco aporta la otra sub historia, “Carmiña”, sobre una joven (buena Elena Bagutta) que tiene un affaire con uno del pueblo (correcto Guillermo Toledo), pero ella solo le levanta la lívido que esté presente en el fornicio su perro Tarzán. Esto se anuda a la trama haciendo voyeur a Moncho y un amigo, Roque (buen Tamar Novas) además de colocando un secreto de pueblo bastante chirriante a quien es el padre de la joven. Historia tampoco es afectada por el ambiente político guerra-civilesco; … (sigo en spoiler)
Otra tara, persistentemente en el grueso del cine español, es el modo de exponer el albor de la Guerra Civil, donde los Nacionales eran todos unos fachas militaristas malísimos, y el otro bando de los Republicanos unos angelitos ansiosos de libertad, pues ni tanto, ni tan calvo. Nos pintan el Paraíso de un pueblecito gallego que vive en armonía y felicidad, esta Arcadia solo tímidamente oscurecida por los tres pilares-demonios del comunismo, o sea, el rico cacique local (una caricatura), el cura (un fundamentalista religioso que asocia cultura con ateísmo), y la Guardia Civil (cuando se ven es cual se viera a la parca), pero esta Felicidad se ve implosionada por la llegada del estallido del 18 de Julio, como si no hubiera habido un germen de revueltas y rebeliones que dio lugar al levantamiento militar, parece que esto se produjo por combustión espontánea, y que los Republicanos no tenían prejuicios al otro bando (puaj!). Pues esto es solo una cara de la moneda, pues hubo otros territorios donde los Republicanos cometieron tropelías (las infaustas checas por ejemplo) y cuando se es parcial se es injusto con la verdad. Por supuesto que los Nacionales fueron nocivos para España, pero el bando antagonista no representaba un Edén de Paz y Libertad, pues eran una mezcolanza de comunistas, anarquistas e independentistas auspiciados por la URSS, era elegir entre Guatemala y Guatepeor. Lo que pasó es que al ganar los franquistas y gobernar estos durante 36 años de dictadura, se ha tendido a idealizar a los perdedores como querubines aplastados con botas marciales, y eso es maniqueo, y así es en su vertiente política esta cinta, y con ello restando poder incisivo a los que tiene noción objetiva de la Historia.
Film que tiene en su ternura su gran fuerte, donde se hace una conmovedora loa a los profesores de nuestra infancia, esos que intentaron inculcarnos valores morales importantes, una oda a la relación mentor-discípulo, con frases tan brillantes ante la pregunta de Moncho a Don Gregorio de si el Infierno existe, este le responde: “El odio, la crueldad, ése es el infierno. A veces, el infierno somos nosotros mismos”, esto cobra mayor sentido en su devastador final. Todo ello filtrado por la mirada inocente del chiquillo, su aun cándida mirada nos hace ver este micromundo con sabor dulce, nos transporta a un lugar parado en el tiempo, donde la calidez humanista fluye en muchos momentos, haciéndose cercano lo que ves. Vemos a través de él, en los márgenes de la película como la política forma parte del entorno, pero no roza al niño, el asiste al mundo extraño de los mayores, sus anhelos, secretos, inseguridades, este vive en su mundo práctico, hasta que al final todo le explota sin entender bien lo que significa.
Las dos subtramas se incrustan en “La lengua de las mariposas” con forceps: La de “Un saxo en la niebla”, apósito que no cuadra con la coherencia narrativa del epicentro de la cinta, se intenta amarrar a la historia central con que Moncho es hermano de un saxofonista (de la Orquesta Azul) al que acompaña en una gira de fiestas locales rurales, y el músico se enamora platónicamente de una joven china muda (“secuestrada” por unos lobos a los 4 años) casada con un tipo mayor (al que toman por el padre), tiene su clímax en la escena en que el saxofonista en medio de una actuación se arranca en un solo ante la llegada de la oriental, ello mientras la mira. Esto no justifica su introducción, nada tiene que ver, pues en nada le toca la llegada de la incipiente Guerra Civil; Como tampoco aporta la otra sub historia, “Carmiña”, sobre una joven (buena Elena Bagutta) que tiene un affaire con uno del pueblo (correcto Guillermo Toledo), pero ella solo le levanta la lívido que esté presente en el fornicio su perro Tarzán. Esto se anuda a la trama haciendo voyeur a Moncho y un amigo, Roque (buen Tamar Novas) además de colocando un secreto de pueblo bastante chirriante a quien es el padre de la joven. Historia tampoco es afectada por el ambiente político guerra-civilesco; … (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
... Además ninguna de las dos sub-tramas tiene un remate, resultando dos pegotes que encima desorientan al espectador de lo importante del corazón de la película, creando grietas en el ritmo; Es como si los guionistas no hubieran sido capaces de alimentar “La lengua de las mariposas” con mejores recursos de argumento y recurren a dos segmentos que no pegan ni con cola, resta cohesión, suma dispersión y debilidad.
Manuel Lozano como el niño protagonista Moncho lo hace muy bien desprendiendo candidez, inquietud, inseguridades, curiosidad, poseedor de unos ojos enormes que desbordan expresividad y naturalidad, haciendo que nos proyecte ternura con su mirada cristalina, que además se convierte en nuestra visión en este microuniverso; Fernando Fernán Gómez está sensacional en un rol hecho a su medida, luciéndose con un carisma arrollador, emitiendo una tremenda humanidad, persona pasional, comprensiva, profunda, y teniendo un tramo final donde su gestualidad y mirada cuando sale del calabozo al camión resulta desgarrador, teniendo además una brillante química con Lozano.
La puesta en escena resulta fascinante en su composición de algunas hermosas postales bucólicas, así como punzante en su rush final. Empezando por el gran diseño de producción de Josep Rosell (“Juana La Loca” o “El orfanato”), paseándonos por bellos parajes del pueblo orensano de Allariz, por su ancestral pueblo, así como sus forestales aledaños, como su rio, prados y bosques; Elementos que se elevan con la fascinante cinematografía de Javier Salmones (“La fiesta del chivo” o “Los Borgia”), cargando de un lirismo lumínico cuasi-mágico muchas de las secuencias, así como incisivo en ese menciona segmento final, con atención al detalle para emocionarnos; La música corre a cargo del cineasta Alejandro Amenábar, impregnando los fotogramas de un tono melancólico que deja poso en sus melodías.
La cinta tiene su grandioso tramo en su escalofriante rush final, donde se mezcla el instinto de supervivencia innato del ser humano, con la cobardía, con la frustración, con el temor, con la desilusión, con las falsas apariencias en pos de sobrevivir, donde hay que ser más papista que el papa (por si acaso), sigo en zona spoiler…
Spoiler:
…, ver y oír el modo en que el padre de Moncho suelta insultos (Rojos! Asesinos! Anarquistas! Ateos!...), mientras solloza retuerce el corazón, pues además nos pone ante el dilema moral de que haríamos nosotros en su situación, renegar de lo que somos y poder sobrevivir o hacer bandera orgullosa de nuestras ideas y con ella ser parte de esos desdichados pasajeros del camión? Complicada tesitura que desde nuestro cómodo asiento nos podemos aventurar a la ligera a juzgar; Y está el epítome en el epílogo, cuando la madre “empuja” a su hijo Moncho, que adoraba a su maestro Don Gregorio, a que lo apedree junto a otros niños mientras se los llevan en el vehículo, seguramente a fusilarlos sumariamente. Mientras corre y con el rostro desencajado del chaval y soltando insultos extraños, pues lo que dice su inocencia es gritar: “Tilonorrinco! Espiritrompa!”, palabros que paradójicamente Don Gregorio le enseñó.
Momento recordable (aparte de los ya mencionados): Cuando Don Gregorio anima a Moncho a que regale una flor a la chica que le gusta y que se está bañando en el rio, ante la mirada turbada del chaval, siendo el zenit de las enseñanzas del profesor, que hace que Moncho venza a su timidez por amor.
En conjunto, sumado lo bueno y malo, me queda un largometraje que en sus picos me emociona, aun con sus contrapesos maniqueos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/12/la-lengua-de-lasmariposas.html
Manuel Lozano como el niño protagonista Moncho lo hace muy bien desprendiendo candidez, inquietud, inseguridades, curiosidad, poseedor de unos ojos enormes que desbordan expresividad y naturalidad, haciendo que nos proyecte ternura con su mirada cristalina, que además se convierte en nuestra visión en este microuniverso; Fernando Fernán Gómez está sensacional en un rol hecho a su medida, luciéndose con un carisma arrollador, emitiendo una tremenda humanidad, persona pasional, comprensiva, profunda, y teniendo un tramo final donde su gestualidad y mirada cuando sale del calabozo al camión resulta desgarrador, teniendo además una brillante química con Lozano.
La puesta en escena resulta fascinante en su composición de algunas hermosas postales bucólicas, así como punzante en su rush final. Empezando por el gran diseño de producción de Josep Rosell (“Juana La Loca” o “El orfanato”), paseándonos por bellos parajes del pueblo orensano de Allariz, por su ancestral pueblo, así como sus forestales aledaños, como su rio, prados y bosques; Elementos que se elevan con la fascinante cinematografía de Javier Salmones (“La fiesta del chivo” o “Los Borgia”), cargando de un lirismo lumínico cuasi-mágico muchas de las secuencias, así como incisivo en ese menciona segmento final, con atención al detalle para emocionarnos; La música corre a cargo del cineasta Alejandro Amenábar, impregnando los fotogramas de un tono melancólico que deja poso en sus melodías.
La cinta tiene su grandioso tramo en su escalofriante rush final, donde se mezcla el instinto de supervivencia innato del ser humano, con la cobardía, con la frustración, con el temor, con la desilusión, con las falsas apariencias en pos de sobrevivir, donde hay que ser más papista que el papa (por si acaso), sigo en zona spoiler…
Spoiler:
…, ver y oír el modo en que el padre de Moncho suelta insultos (Rojos! Asesinos! Anarquistas! Ateos!...), mientras solloza retuerce el corazón, pues además nos pone ante el dilema moral de que haríamos nosotros en su situación, renegar de lo que somos y poder sobrevivir o hacer bandera orgullosa de nuestras ideas y con ella ser parte de esos desdichados pasajeros del camión? Complicada tesitura que desde nuestro cómodo asiento nos podemos aventurar a la ligera a juzgar; Y está el epítome en el epílogo, cuando la madre “empuja” a su hijo Moncho, que adoraba a su maestro Don Gregorio, a que lo apedree junto a otros niños mientras se los llevan en el vehículo, seguramente a fusilarlos sumariamente. Mientras corre y con el rostro desencajado del chaval y soltando insultos extraños, pues lo que dice su inocencia es gritar: “Tilonorrinco! Espiritrompa!”, palabros que paradójicamente Don Gregorio le enseñó.
Momento recordable (aparte de los ya mencionados): Cuando Don Gregorio anima a Moncho a que regale una flor a la chica que le gusta y que se está bañando en el rio, ante la mirada turbada del chaval, siendo el zenit de las enseñanzas del profesor, que hace que Moncho venza a su timidez por amor.
En conjunto, sumado lo bueno y malo, me queda un largometraje que en sus picos me emociona, aun con sus contrapesos maniqueos. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2019/12/la-lengua-de-lasmariposas.html