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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
9
Comedia Un grupo de turistas americanas hace un viaje por Europa, que prevé la visita de una capital por día. Al llegar a París, se dan cuenta de que el aeropuerto es exactamente igual al de Roma, de que las carreteras son idénticas a las de Hamburgo y que las farolas guardan un curioso parecido con las de Nueva York. En resumidas cuentas, el escenario no cambia de una ciudad a otra. Y ya que no pueden conocer París, se conformarán con pasar ... [+]
5 de febrero de 2018
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
04/04(04/01/18) Esta es la gran Obra Maestra del comediante galo Jacques Tatischeff (conocido como Jacques Tati), relato en que su inventiva e imaginación puesta al servicio de las sutilezas para criticar la vida moderna que nos constriñe y borreguiza, en contrapartida al desorden que nos humaniza. Tati vuelve a interpretar por tercera vez a su popular Monsieur Hulot, tras “Les Vacances de Monsieur Hulot” y “Mon Oncle”, aunque esta vez se convierte en un ser cuasi-espectador de este mundo del progreso. Al igual que especialmente la película anterior de Jacques Tati "Mon oncle", esta película es una sátira social, en ambas él se burla de la tecnología moderna, con la gran diferencia de que la tecnología utilizada en esta película es algo que realmente existió y se usó. La película es un ataque mordaz contra el progreso que nos robotiza, contra su arquitectura aséptica, contra su tecnología, contra el turismo zombi de masas, contra los negocios sofisticados. Tati dijo en entrevista que "dirigió a las personas para que sigan las pautas de los arquitectos. Todos operan en ángulo recto con la decoración; las personas se sienten atrapadas por eso".

Destaca además el uso característico de Tati de una comedia visual sutil pero compleja respaldada por efectos de sonido creativos; el diálogo se reduce con frecuencia al nivel de ruido de fondo. Tati no hace comedias frenéticas, como Keaton o Chaplin, no despierta explosivos gags de carcajadas, Tati hace un humor sutil, más insinuado, apela a la inteligencia del espectador. Su humor funciona más por acumulación, pequeños gags que dibujan mueca de sonrisa en el espectador, se suman para lograr poderoso en su mordaz ironía. De ritmo lento pero seguro, con tiempo para el espectador se empape de una sinfonía de situaciones que se mueven entre el slapstick, las equivocaciones, y sobre todo la ridiculez humana más patética. La película posee un nimio hilo argumental, más bien es una mirada distante aun día en la capital gala como epítome de la “modernidad” y el “progreso”, pero las situaciones fluyen de modo natural.

En la historia, Monsieur Hulot tiene una entrevista de trabajo, pero antes de que pueda preocuparse por impresionar a sus futuros empleadores, tendrá que encontrarlos primero. Aterrizando en un renovado París modernista, tiene que navegar por interminables corredores, suelos resbaladizos, sillas hundidas, puertas correderas y reflejos engañosos en un laberinto corporativo de alta tecnología. Allí reina una especie de caos organizado y Hulot se destaca como un engranaje Orwelliano desalineado en la maquinaria de la vida moderna.

Estructurado en seis secuencias, unidas por dos personajes que se encuentran repetidamente en el transcurso de un día: Barbara , una joven turista estadounidense que visita París con un grupo compuesto principalmente por mujeres estadounidenses de mediana edad, y Monsieur Hulot , un francés confundido perdido en la nueva modernidad de París. Las secuencias son las siguientes:
El aeropuerto: el grupo turístico estadounidense llega al ultramoderno e impersonal aeropuerto de Orly .
Las oficinas: M. Hulot llega a uno de los edificios de vidrio y acero para una reunión importante, pero se pierde en un laberinto de habitaciones y oficinas disfrazadas, finalmente tropezando en una exposición comercial de diseños de oficinas de negocios similares y muebles casi idénticos a los del resto del edificio.
The Trade Exhibition: M. Hulot y los turistas estadounidenses son presentados a los últimos aparatos modernos, incluyendo una puerta que se cierra "en silencio dorado" y una escoba con faros, mientras que el París de la leyenda pasa casi desapercibido salvo por un vendedor de flores puesto y un solo reflejo de la Torre Eiffel en una ventana de vidrio.
Los apartamentos: cuando cae la noche, M. Hulot se encuentra con un viejo amigo que lo invita a su piso escasamente amueblado, ultramoderno y con fachada de cristal. Esta secuencia se filma completamente desde la calle, observando a Hulot y a otros residentes del edificio a través de ventanas de piso a techo sin cortinas.
The Royal Garden: esta secuencia ocupa casi toda la segunda mitad de la película. En el restaurante, Hulot se reúne con varios personajes que ha encontrado periódicamente durante el día, junto con algunos nuevos, incluyendo un nostálgico cantante de baladas y un bullicioso hombre de negocios estadounidense.
The Carousel of Cars: Hulot compra a Barbara dos pequeños obsequios como recuerdos de París antes de su partida. En medio de un complejo ballet de autos en una rotonda, el autobús de los turistas regresa al aeropuerto.

La película denota algo especial desde su singular inicio que marca el tono de comicidad sutil, Tati jugando a ser el maestro de trampantojos, a experimentar con las falsas apariencias, con lo preconcebido: En una gran sala aparecen una serie de personajes (dos monjas, una pareja sentada, un hombre con una mesa camilla y bata blanca, un barrendero que ya no sabe qué barrer, un militar, una niñera con un bebé, una mujer con un carrito, un hombre con zapatillas y una venda en la cabeza, un mozo con un ramo de flores), preconcebimos entonces tras lo visto que estamos en un hospital, pero Tati nos da un zasca, oímos por la megafonía del recinto que anuncia la llegada del vuelo procedente de…, y nos damos cuenta de que estamos en el vestíbulo de un aeropuerto, entonces el espectador debe retrotraer y volver a repasar las imágenes vistas, pues resulta el hombre con zapatillas y venda en la cabeza no es un enfermo sino un musulmán,…

Tati edifica un microuniverso impersonal, despersonalizado, mecanizado, frío, robotizado, y lo deconstruye con enorme mordacidad y sutilidad, un microcosmos que nos aleja de lo individual (tanto es así que unos carteles que anuncian Estados Unidos, Hawái, México y Estocolmo usan de fondo el mismo rascacielos), que genera gelidez ambiental, viva la diferencia!...(sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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