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Voto de TOM REGAN:
8
8,3
58.597
Drama
Principios del siglo XX. David Aaronson, un pobre chaval judío, conoce en los suburbios de Manhattan a Max, otro joven de origen hebreo dispuesto a llegar lejos por cualquier método. Entre ellos nace una gran amistad y, con otros colegas, forman una banda que prospera rápidamente, llegando a convertirse, en los tiempos de la Ley Seca (1920-1933), en unos importantes mafiosos. (FILMAFFINITY)
11 de diciembre de 2013
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
159*(20/31/08/13) Última obra de Sergio Leone, recorrido épico de 50 años sobre la búsqueda del Sueño Americano se nos habla de la amistad, el amor, la obsesión, la culpa, la ambición, la lealtad, el sexo, la madurez, la traición, el peso del pasado, las oportunidades perdidas, los recuerdos, el perdón, esto pasado por el filtro del director se convierte en un poema visual repleto de ternura, nostalgia, melancolía, y mucho cariño. Desgraciadamente obligado por la Warner Leone lastró el montaje con recortes que por momentos producen confusión y en otros desvía la tención de lo importante. Me salto la sinopsis por falta de espacio.
Seis guionistas, Leonardo Benevenuti, Piero Bernardi, Enrico Mendioli, Franco Arcalli, Franco Ferrini y el propio director meten mano adaptando el libro ‘The Hoods’ (1953) de Harry Grey (alias del estadounidense nacido en Rusia Herschel Goldberg), en estructura narrativa compleja repleta de flash-backs, van de atrás hacia adelante y viceversa, puzle melancólico, oda los recuerdos idealizados. Arranca de forma misteriosa, unos matones buscan para matar a Noodles, hay un sonido aterrador de un teléfono que retumba a modo de conciencia machacona acabando este tramo con Noodles en un tétrico fumadero de opio, donde este parece querer huir de la realidad, con la que múltiples preguntas acucian al espectador. La historia se convierte en una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre los sueños, ambiciones, pasiones, sentimientos de culpa y esto delineando personajes rebosantes de alma. Leone porfía bastante a silencios, a miradas, a gestos, sirven en muchos casos para mostrar la pesadumbre de los personajes, asimismo incorpora dosis de humor para hacernos llevadero el relato.
Frases para el recuerdo: <-Qué has estado haciendo todos estos años? –Irme a la cama temprano>, <-Los dos estamos envejeciendo. Todo lo que nos queda ahora son nuestros recuerdos>, <-Se conoce a los ganadores en la línea de salida>, <-Baja de ahí cucaracha, ese disco es como un purgante>, <-Dame un pastel de nata de 5 centavos. -De 5 centavos? -Sí, con los de 2 centavos sólo te hace una paja y eso puedo hacerlo yo solito>, <- Se conoce a los ganadores en la línea de salida, a los ganadores y a los perdedores>, <-Seremos el destino, a unos les daremos una buena vida y a otros les daremos por el culo>, <-Sospecho que si te doy una buena bofetada a lo mejor te gusta>, < -Llevas mucho esperando? -Toda la vida>, <-Te quité toda tu vida, y la he vivido en tu lugar, te lo robé todo, el dinero, la mujer que amabas, y a ti solo te dejé 35 años de dolor por haberme matado, por qué no disparas?./
La puesta en escena es simplemente prodigiosa, comenzando por el magnífico diseño de producción de Walter Massi, que recrea un Nueva York de los años 20 y 30 esplendoroso, con esa bulliciosa calle que recuerda a la de ‘El Padrino II’, o unos realistas interiores, o el restaurante donde cenan Deborah y ‘Noodles’, o el tugurio donde toman opio, esto fotografiado hermosamente por Tonino Delli Colli, se inspira en los pintores americanos Reginald Marsh , Edward Hopper y Norman Rockwell y en el fotógrafo Jacob Riis, impregnando los fotogramas de tonalidades ocres que nos transportan al pasado de en algunos momentos etéreamente, a esto se suma la música del genial Ennio Morricone, una de las mejores bandas sonoras creadas jamás para el cine, melodías evocadoras que se fusionan con la historia de forma turbadora, con el uso delicioso de una flauta haciendo fluir la narración en ocasiones de modo cuasi-irreal, emitiendo un romanticismo fatalista exacerbado que hace manar magia de los fotogramas, gloriosa, y además con un estupendo montaje de Nino Baragli entrelazando los flashbacks de modo sutil.
El elenco actoral impresiona por su gran capacidad emocional. Robert DeNiro realiza una labor formidable vitalista y enérgica de joven, melancólica y amargada de mayor. Maneja su mirada como un arma que nos dispara sentimientos, un rol impregnado de ambigüedad moral, cargado de lealtad compleja, de cariño, de amor malentendido, de una sonrisa pícara desconcertante, maravilloso, tiene su zenit en el clímax final en que se enfrenta en un duelo dialéctico tremendo. Scott Schutzman Tiler como Noodles de adolescente lo borda, destilando ingenio, simpatía y embelesamiento por su amada. James Woods en un rol un escalón por debajo deja destellos de su gran carisma. Rusty Jacobs de adolescente Max emana un gran cinismo. Jennifer Connelly en su primer papel en cine inunda la pantalla de una belleza angelical deliciosa. Elizabeth McGovern resulta algo más etérea y distante, pero igualmente hermosa. Hay más actores que demuestran personalidad, un gran Danny Aiello, un pesaros Larry Rapp o una divertida Julie Cohen.
La cinta detenta algunas escenas que perduraran en el subconsciente por su poder emocionante y lírico: Cuando ‘Noodles’ observa un espejo en la estación y suena ‘Yesterday’ para dar paso al pasado, cuando ‘Noodles’ de mayor mira por una rejilla, saltamos en el tiempo y ya es un muchacho observando a Deborah bailando danza clásica (un turbador tema de Morricone, ‘sonrisa de Amapola’)) , de una poesía trémula, o cuando Patsy le lleva un pastel a promiscua Peggy (buena Julie Cohen) para fornicar, Patsy espera en las escaleras a que ella salga, pero este demuestra que todavía es un niño y ante la tentación de la carne y de la comida se come el pastel, secuencia de una dulzura tremenda, o la de los muchachos huyendo de ‘Bugsy’, de una tensión pavorosa y con un desenlace que te toca la fibra sensible, está el enervador plano de ‘Noodles’ entrando en prisión y los amigos despidiéndolo en medio de una fina lluvia, la ambigua de la violación, o el atraco a la joyería con la violación-consentida a Carol (buena Tuesday Weld), o el desconcertante encuentro de mayores de Deborah y ‘Noodles’, con giro sorpresa final, por supuesto el encuentro final entre el Sr. Bailey y ‘Noodles’, …(Continua en spoiler por falta de espacio)
Seis guionistas, Leonardo Benevenuti, Piero Bernardi, Enrico Mendioli, Franco Arcalli, Franco Ferrini y el propio director meten mano adaptando el libro ‘The Hoods’ (1953) de Harry Grey (alias del estadounidense nacido en Rusia Herschel Goldberg), en estructura narrativa compleja repleta de flash-backs, van de atrás hacia adelante y viceversa, puzle melancólico, oda los recuerdos idealizados. Arranca de forma misteriosa, unos matones buscan para matar a Noodles, hay un sonido aterrador de un teléfono que retumba a modo de conciencia machacona acabando este tramo con Noodles en un tétrico fumadero de opio, donde este parece querer huir de la realidad, con la que múltiples preguntas acucian al espectador. La historia se convierte en una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre los sueños, ambiciones, pasiones, sentimientos de culpa y esto delineando personajes rebosantes de alma. Leone porfía bastante a silencios, a miradas, a gestos, sirven en muchos casos para mostrar la pesadumbre de los personajes, asimismo incorpora dosis de humor para hacernos llevadero el relato.
Frases para el recuerdo: <-Qué has estado haciendo todos estos años? –Irme a la cama temprano>, <-Los dos estamos envejeciendo. Todo lo que nos queda ahora son nuestros recuerdos>, <-Se conoce a los ganadores en la línea de salida>, <-Baja de ahí cucaracha, ese disco es como un purgante>, <-Dame un pastel de nata de 5 centavos. -De 5 centavos? -Sí, con los de 2 centavos sólo te hace una paja y eso puedo hacerlo yo solito>, <- Se conoce a los ganadores en la línea de salida, a los ganadores y a los perdedores>, <-Seremos el destino, a unos les daremos una buena vida y a otros les daremos por el culo>, <-Sospecho que si te doy una buena bofetada a lo mejor te gusta>, < -Llevas mucho esperando? -Toda la vida>, <-Te quité toda tu vida, y la he vivido en tu lugar, te lo robé todo, el dinero, la mujer que amabas, y a ti solo te dejé 35 años de dolor por haberme matado, por qué no disparas?./
La puesta en escena es simplemente prodigiosa, comenzando por el magnífico diseño de producción de Walter Massi, que recrea un Nueva York de los años 20 y 30 esplendoroso, con esa bulliciosa calle que recuerda a la de ‘El Padrino II’, o unos realistas interiores, o el restaurante donde cenan Deborah y ‘Noodles’, o el tugurio donde toman opio, esto fotografiado hermosamente por Tonino Delli Colli, se inspira en los pintores americanos Reginald Marsh , Edward Hopper y Norman Rockwell y en el fotógrafo Jacob Riis, impregnando los fotogramas de tonalidades ocres que nos transportan al pasado de en algunos momentos etéreamente, a esto se suma la música del genial Ennio Morricone, una de las mejores bandas sonoras creadas jamás para el cine, melodías evocadoras que se fusionan con la historia de forma turbadora, con el uso delicioso de una flauta haciendo fluir la narración en ocasiones de modo cuasi-irreal, emitiendo un romanticismo fatalista exacerbado que hace manar magia de los fotogramas, gloriosa, y además con un estupendo montaje de Nino Baragli entrelazando los flashbacks de modo sutil.
El elenco actoral impresiona por su gran capacidad emocional. Robert DeNiro realiza una labor formidable vitalista y enérgica de joven, melancólica y amargada de mayor. Maneja su mirada como un arma que nos dispara sentimientos, un rol impregnado de ambigüedad moral, cargado de lealtad compleja, de cariño, de amor malentendido, de una sonrisa pícara desconcertante, maravilloso, tiene su zenit en el clímax final en que se enfrenta en un duelo dialéctico tremendo. Scott Schutzman Tiler como Noodles de adolescente lo borda, destilando ingenio, simpatía y embelesamiento por su amada. James Woods en un rol un escalón por debajo deja destellos de su gran carisma. Rusty Jacobs de adolescente Max emana un gran cinismo. Jennifer Connelly en su primer papel en cine inunda la pantalla de una belleza angelical deliciosa. Elizabeth McGovern resulta algo más etérea y distante, pero igualmente hermosa. Hay más actores que demuestran personalidad, un gran Danny Aiello, un pesaros Larry Rapp o una divertida Julie Cohen.
La cinta detenta algunas escenas que perduraran en el subconsciente por su poder emocionante y lírico: Cuando ‘Noodles’ observa un espejo en la estación y suena ‘Yesterday’ para dar paso al pasado, cuando ‘Noodles’ de mayor mira por una rejilla, saltamos en el tiempo y ya es un muchacho observando a Deborah bailando danza clásica (un turbador tema de Morricone, ‘sonrisa de Amapola’)) , de una poesía trémula, o cuando Patsy le lleva un pastel a promiscua Peggy (buena Julie Cohen) para fornicar, Patsy espera en las escaleras a que ella salga, pero este demuestra que todavía es un niño y ante la tentación de la carne y de la comida se come el pastel, secuencia de una dulzura tremenda, o la de los muchachos huyendo de ‘Bugsy’, de una tensión pavorosa y con un desenlace que te toca la fibra sensible, está el enervador plano de ‘Noodles’ entrando en prisión y los amigos despidiéndolo en medio de una fina lluvia, la ambigua de la violación, o el atraco a la joyería con la violación-consentida a Carol (buena Tuesday Weld), o el desconcertante encuentro de mayores de Deborah y ‘Noodles’, con giro sorpresa final, por supuesto el encuentro final entre el Sr. Bailey y ‘Noodles’, …(Continua en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
…con final enigmático , al que le sigue un epílogo que ha dado mucho que hablar por su ambigüedad.
Fue machacada por los productores, Leone tenía diez horas de material, con su montador Nino Baragli lo dejó en 6 horas, con la intención de que fueran dos partes, los productores se opusieron, Leone la redujo a 269 minutos, a los distribuidores tampoco les convenció, acortándola para el estreno en Cannes a 229, en Europa esta fue la versión que vimos, pero en USA la Warner la trituró hasta dejarla en 139 minutos, con la excusa de asegurar la calificación ‘R’, cortaron las escenas de violación y parte de la violencia, dejaron al mínimo el tramo de los años 20, dando prominencia a los 30, eliminaron la reunión de Deborah con ‘Noddles’, incluso cambiaron el sentido del encuentro entre ‘Noodles’ y el Secretario Bailey, clímax de la Obra, penoso, incluso removieron la estructura narrativa, pasando a ser lineal la cronología, Leone estuvo en contra, quedando destrozado, no volvería a dirigir más, muriendo 5 años tras el estreno del film, en 1989. En USA los críticos atacaron este remontaje sin la aquiescencia del realizador, comparando la mutilación del metraje con el cercenamiento de una ópera de Richard Wagner, alegando que si una obra dura mucho tiempo hay que respetarla. James Woods se negó a asistir a la versión USA.
Pues de este trufamiento nacen gran parte de las taras del film, hay partes que nacen de la nada y desaparecen sin dejar rastro desviando la atención, como la subtrama referente al sindicalista, o la metida con calzador en que la banda chantajea al jefe de la policía, incluso hay personajes que surgen de la nada toman peso y se evaporan, como el de Frankie Minaldi/Joe Pesci, o la mujer que asesinan al inicio que no sabremos nada de ella en todo el metraje, una sangría que suma bastante en confusión. También me es chirriante el comportamiento demente de Max queriendo robar la Reserva Federal, con la consiguiente derivada (spoiler).
En conjunto nos queda una notable obra que explora el mundo de los recuerdos, de la amistad, del despertar de la inocencia, y lo hace con ternura, con mucha poesía visual, con un Rober DeNiro Imperial y un Morricone Apoteósico. Fuerza y honoir!!!
Spoiler:
No se sostiene la locura de Max al querer atracar la Reserva Federal, pero es que es chapoteada por el ‘sacrificio’ de Noodles al verse obligado a traicionarle para enviarlo a prisión y que allí se le olvide lo del robo, huna auténtica idea-chapuza, demuestran los guionistas en este aspecto poco ingenio con este mojón, es nada creíble.
Hay una teoría fomentada por el propio Leone de que la trama de 1968 es solo un sueño febril que tiene ‘Noodles’ en el fumadero de opio, los sentimientos de culpa le acucian y su conciencia crea un futuro en que los dos amigos se vuelven a unir, pero aquí el traicionado pasa a ser él y el traidor Max, maximizado esto por la idealizada imagen de Deborah por la que no ha pasado el tiempo, esto mientras vemos en el final el rostro sonriente de ‘Noodles’.
Leone finalizaba sus westerns en duelos entre amigos-enemigos con su colofón en un elegiaco y operístico tiroteo, aquí el encuentro final entre Noodles y el Senador Bailey/Max se convierte en un duelo dialéctico, los tiros son cambiados por la sutileza de las palabras, duelo embestido de resignación, frustración y dignidad, Noodles da una lección de contención que apabulla, se niega a reconocer que su antiguo amigo lo traicionó, prefiere no darle la satisfacción a Max y hacerle ver que para él todo acabó hace 30 años, se queda con los buenos y malos recuerdos, no con este ponzoñoso presente. Luego viene la interpretable escena en que parece ser que Max se tira al triturador de basura de un camión, esto muy forzado dramáticamente, pues si quiere morir suicidándose hay maneras menos dolorosas, y si quiere desaparecer pro que no coge el dinero afanado y se pierde en las Maldivas? Por cierto, Noodles mira al triturador y no ve sangre.
Fue machacada por los productores, Leone tenía diez horas de material, con su montador Nino Baragli lo dejó en 6 horas, con la intención de que fueran dos partes, los productores se opusieron, Leone la redujo a 269 minutos, a los distribuidores tampoco les convenció, acortándola para el estreno en Cannes a 229, en Europa esta fue la versión que vimos, pero en USA la Warner la trituró hasta dejarla en 139 minutos, con la excusa de asegurar la calificación ‘R’, cortaron las escenas de violación y parte de la violencia, dejaron al mínimo el tramo de los años 20, dando prominencia a los 30, eliminaron la reunión de Deborah con ‘Noddles’, incluso cambiaron el sentido del encuentro entre ‘Noodles’ y el Secretario Bailey, clímax de la Obra, penoso, incluso removieron la estructura narrativa, pasando a ser lineal la cronología, Leone estuvo en contra, quedando destrozado, no volvería a dirigir más, muriendo 5 años tras el estreno del film, en 1989. En USA los críticos atacaron este remontaje sin la aquiescencia del realizador, comparando la mutilación del metraje con el cercenamiento de una ópera de Richard Wagner, alegando que si una obra dura mucho tiempo hay que respetarla. James Woods se negó a asistir a la versión USA.
Pues de este trufamiento nacen gran parte de las taras del film, hay partes que nacen de la nada y desaparecen sin dejar rastro desviando la atención, como la subtrama referente al sindicalista, o la metida con calzador en que la banda chantajea al jefe de la policía, incluso hay personajes que surgen de la nada toman peso y se evaporan, como el de Frankie Minaldi/Joe Pesci, o la mujer que asesinan al inicio que no sabremos nada de ella en todo el metraje, una sangría que suma bastante en confusión. También me es chirriante el comportamiento demente de Max queriendo robar la Reserva Federal, con la consiguiente derivada (spoiler).
En conjunto nos queda una notable obra que explora el mundo de los recuerdos, de la amistad, del despertar de la inocencia, y lo hace con ternura, con mucha poesía visual, con un Rober DeNiro Imperial y un Morricone Apoteósico. Fuerza y honoir!!!
Spoiler:
No se sostiene la locura de Max al querer atracar la Reserva Federal, pero es que es chapoteada por el ‘sacrificio’ de Noodles al verse obligado a traicionarle para enviarlo a prisión y que allí se le olvide lo del robo, huna auténtica idea-chapuza, demuestran los guionistas en este aspecto poco ingenio con este mojón, es nada creíble.
Hay una teoría fomentada por el propio Leone de que la trama de 1968 es solo un sueño febril que tiene ‘Noodles’ en el fumadero de opio, los sentimientos de culpa le acucian y su conciencia crea un futuro en que los dos amigos se vuelven a unir, pero aquí el traicionado pasa a ser él y el traidor Max, maximizado esto por la idealizada imagen de Deborah por la que no ha pasado el tiempo, esto mientras vemos en el final el rostro sonriente de ‘Noodles’.
Leone finalizaba sus westerns en duelos entre amigos-enemigos con su colofón en un elegiaco y operístico tiroteo, aquí el encuentro final entre Noodles y el Senador Bailey/Max se convierte en un duelo dialéctico, los tiros son cambiados por la sutileza de las palabras, duelo embestido de resignación, frustración y dignidad, Noodles da una lección de contención que apabulla, se niega a reconocer que su antiguo amigo lo traicionó, prefiere no darle la satisfacción a Max y hacerle ver que para él todo acabó hace 30 años, se queda con los buenos y malos recuerdos, no con este ponzoñoso presente. Luego viene la interpretable escena en que parece ser que Max se tira al triturador de basura de un camión, esto muy forzado dramáticamente, pues si quiere morir suicidándose hay maneras menos dolorosas, y si quiere desaparecer pro que no coge el dinero afanado y se pierde en las Maldivas? Por cierto, Noodles mira al triturador y no ve sangre.