Haz click aquí para copiar la URL
España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
5
Western. Drama En 1820, Big Eli (Burt Lancaster) y su hijo deciden abandonar Kentucky para empezar una nueva vida en Texas. Antes de llegar a su destino, se detienen en el pueblo, donde vive el hermano mayor de Eli, y surgen entonces ciertas dificultades. A pesar de ser un gran cazador, Eli no encuentra oportunidades. Además tiene un altercado con el sheriff, que lo encierra en prisión. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
14/14(20/01/20) Western muy menor protagonizado y dirigido por Burt Lancaster, en su primer y único trabajo con crédito único (en 1974 co-dirigio con Roland Kibbe “The midnight man”), contando en su debut en la realización con la música del gran Bernard Hermann y la fotografía de Ernest Laszlo. A mediados de la década de 1950, Burt Lancaster era una de las estrellas más grandes del mundo. Usó su influencia para formar su propia compañía de producción para no estar encadenado a contratos exclusivos con estudios específicos como lo estaban tantos de sus compañeros. Lancaster podía elegir sus propios proyectos y cómo fueron llevados a la pantalla. Albergaba sueños de convertirse en un director de tiempo completo y declaró públicamente que tenía la intención de retirarse de la actuación para cumplir esta fantasía, pero el fracaso de su ópera prima le hizo volver a sus orígenes de la interpretación. Se estrenó con la adaptación de la novela fronteriza de Felix Holt "The Gabriel Horn", que traía a la pantalla grande en Technicolor y CinemaScope bajo el título "The Kentuckian". El aclamado novelista occidental AB Guthrie Jr. (“Raíces profundas”) fue el guionista, siendo una producción de gran presupuesto que evitó la inclinación de Hollywood por los sets destinados al estudio y la fotografía de archivo a favor de filmar en locaciones en zonas rurales de Kentucky. Lancaster demuestra que no era director, pues nos ofrece un film arrítmico, con tramos de lentitud, con disonancias en el tono sin saber si es un film de aventuras, una comedia, un drama o un western, quedando l final en tierra de nadie, importándote poco lo que les ocurra a los protagonistas. Y es que estos además se comportan de modo infantil y arbitrario, Lancaster con rol de una candidez rozando la estulticia, su hijo un caprichoso insoportable (encarnado por Donald MacDonald, con un rostro tan extraño que parece mayor que Burt [¿?]), la chica enamorada en modo flash del ‘héroe’, un villano de opereta en su caricatura, me refiero al debutante en cine Walter Matthau, con un papel que él mismo diría más tarde era ridículo en su proceder, por no hablar de esos fachosos malotes ‘hillbillys’, auténticos zotes capaces de sabotear sin sentido su propia emboscada, pues cuando esperan al acecho a su víctima lo ven a lo lejos, pero no esperan a que este se les presente encima y así acabar con él, le avisan a lo lejos, propios del país de ‘Tarugolandia’.

Cualquiera que vea el cartel del film espera una cinta de aventuras de épicos colonos americanos al modo de David Crocket (pues además se desarrolla en 1820), en medio de las montañas, pero tras un inicio en odisea la película se estanca en un pueblucho cualquiera. Entonces la película vira de modo plano hacia un triángulo amoroso metido con calzador, nada creíble, en que para el protagonista cada una de sus pretendientas representa un modo de vida, una (Hannah encarnada por Dianne Foster)es la que quiere aventurarse en la vida nómada (no se sabe el motivo) en tierras desconocidas (representadas en Texas), y la otra (Susie encarnada por Diana Lynn) es el sedentarismo de la civilización, el asentarse en un lugar tranquilo a vivir, y en realidad de esto va la historia, todo lo demás es accesorio, las disputas (no se sabe el porqué de la inquina del rol Stan Bodine contra Elias, simplemente por imperativo del guión) con el tipo del látigo, su ridícula aventura en el barco de vapor (propio este tramo de los Looney Tunes, pero sin gracia, pues esa aparición de ‘primo’ con la bolsa del dinero en medio del casino del navío y con todos los tahúres mirándolo cual presa fácil es entre bufa e idiotesca), la persecución de los hermanos ‘Spencer’ (unos Cletus low cost que tampoco se sabe el porqué de su ira contra Elias), la subtrama con el hermano de Elias (John McIntire encarnado a Zack Wakefield) que lo quiere ‘amansar’ (que parce tendrá importancia y esto se diluye), todo son apósitos para que al final Elias tenga que tomar cual Sophie (“La decisión de Sophie”) la decisión, pero este final llega de modo apresurado, como si el tiempo de se les echara encima.

Lancaster da la impresión que no pudo compaginar estar tras las cámaras y estar delante de ellas, pues a la postre no hay energía en ninguno de los dos lados. Ni hay una dirección personal y con brío, ni nos ofrece una actuación carismática y desbordante como nos tenía normalmente acostumbrado. Un relato que divaga y resulta muy disperso, parece que va hacia un lado y luego para el otro, provocando que el espectador (o sea yo) se aleje de la tramo y no conecte con unos personajes poco empáticos. Encima su mensaje me resulta bastante tóxico en lo referente al niño, haciéndonos ver que la educación no es tan importante para él, incluso hacia el final un tipo alecciona al protagonista a que debe elegir entre darle una educación a su vástago o vivir a salto de mata en Texas, esto me queda muy chirriante.

En el lado de las actuaciones solo destacaré al gena John Carradine (padre de los también actores David, Bruce, Keith y Robert Carradine) en el rol de un charlatán con una labia propia del Bardo de Avon, un rol a su medida de su elegancia y perfidia sutil ("Golpear a un erudito pobre no va a curar tu ignorancia, amigo", dice).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow