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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Durante la dictadura militar, María vive en Buenos Aires con su madre en una gran casa en decadencia. Han alquilado algunas habitaciones, y en una de ellas vive Félix, un joven tímido enamorado de María, que al parecer trabaja de vigilante en un garaje. María enseña a leer y a escribir en un barrio pobre y, además, pertenece a una organización que lucha contra la dictadura militar. Una mañana, unos soldados la detienen y la llevan al ... [+]
29 de enero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
31/31(28/01/21) Loable film ítalo-argentino en su función de denuncia del modus operandi del régimen dictatorial en Argentina de 1976 a 1983, y como trataba a los que lo combatían, con detenciones ilegales, llevados a cárceles clandestinas, en las que se torturaba, y posteriormente se les enviaba a los infames vuelos de la muerte para tirarlos en el Río de la Plata. Dirige el chileno Marco Belchis, que también guioniza junto a Lara Fremder, el propio cineasta fue un detenido-desaparecido en uno de los centros clandestinos de detención de la dictadura, provocando lo que se dio en llamar los Desaparecidos, una cifra que baila entre 6,000 y 30,000. Esto recreado con un estilo semi-documental, con imágenes de gran crudeza, aunque con sugerencias (ejemplo es cuando vemos que limpian las manchas de sangre en la pared), dejando que sea el espectador el que rellene el fotograma perdido en la mente, donde los actos en sí (descargas eléctricas, violaciones, golpizas,...) son fuera de campo. Belchis toma como epítome de esta ignominia a María (Antonella Costa), joven activista política que es detenida y llevada a uno de estos centros, el Garaje Olimpo en el centro de Buenos Aires, y en este contexto se retrata la cotidianidad del mal, el día a día de un centro de torturas, y como sus ‘operarios’ (verdugos) lo viven como algo cuasi-burocrático (los torturadores chean cuando llegan al garaje, tiene tablas sobre las cargas eléctricas a dar según el peso,…), y los problemas son tal como que se estropee el marcador de nivel de la máquina de torturas, descansan jugando al ping pong , y se amenizan (y disimulan los gritos) con música pop argentina.

Todo esto con gran impacto sensorial, con una ambientación lóbrega, emitiendo desazón y desamparo, con esos insertos aéreos de la capital argentina a modo de que veamos cómo el mundo se movía con normalidad en contraste a como funcionaban estas cloacas. Pero tiene la tara de que nunca nos implicamos dramáticamente en el hilo conductor, muy liviano, pues la película una vez presentado el marco principal en el garaje se vuelve reiterativa, con lo que tiende al peligro que en el híper-subrayado (cercano a la pornografía de la violencia cuando vemos a una mujer desnuda sobre una mesa cuasi-muerta por descargas) insensibilizar al no conectar al espectador con el drama humano, pues los protagonistas se sienten clichés superficiales que se expresan en modo brocha gorda, como es un torturador (correcto Carlos Echeverría) que se enamora de una de sus víctimas y esta intenta aprovecharlo para sobrevivir, exponiendo el sentido de supervivencia humano, pero no hay un mínimo desarrollo, ello aderezado con una subtrama exterior sobre la madre (buena Dominique Sanda) de la protagonista intentando encontrar donde está, pero este segmento me resulta forzado, e innecesaria, se nota metida con calzador para aumentar la malignidad de los que se aprovecharon crematísticamente del régimen, y me refiero sobre todo a su artificiosa resolución, como si lo que ocurre en el garaje y en los aviones no fuera suficiente (como lo del policía secreta quedándose con un reloj de una de sus víctimas), esto son licencias fabuladas que nos desvían de lo importante, que ya vale de por sí para hacernos ver lo podrido y demencial de era este gobierno militar. Asimismo, me falta marco político, no nos dan información de porque luchaban estos ‘activistas’ (en realidad terroristas, justificados o no), lo cual merma y resta profundidad. Se me queda en un ensalzable alegato contra los abusos del poder absoluto, pero le falta hondura como obra dramática, muy esquemática.

Estamos en pleno régimen militar dictatorial argentino. María (buena Antonella Costa) vive junto a su madre (Dominique Sanda) en una gran casa, que a la vez es una pensión donde tiene como inquilino a Félix (Carlos Echeverría), un tímido y guapo joven enamorado de María quien resulta ser soldado represor del Garage Olimpo. Cuando ella es detenida y llevada a este lugar de torturas. Ella, en un intento desesperado y creyendo que es su única vía de escape, intenta enamorar a Félix en cautiverio. Tras un evento inesperado Félix no intenta salvar a María de su destino fatal.

La trama se centra en la relación e conveniencia entre una presa como María y el torturador Felix, donde los dos intentan aprovecharse de su condición, él le da pequeños privilegios con respecto a los otros detenidos (mejor trato, mejor comida, ...), y ella debe darle sexo, y ella lo hace para intentar sobrevivir en este sub mundo avernal, pero esta relación simbiótica me resulta por imperativo del guión, sin química entre ellos, no tiene efecto alguno en el espectador su visión aséptica de los que acontece entre ellos. Siendo algo entre nada y cero creíble lo que ocurre en el tramo final (spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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