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Voto de TOM REGAN:
7
6,3
7.139
Western. Drama
Jay (Kodi Smit-McPhee) es un joven aristócrata escocés que, en pleno siglo XIX, llega al viejo Oeste americano para emprender un viaje que le permita reunirse con la mujer que ama. En el camino se cruza con un misterioso y tramposo forajido (Michael Fassbender), que se ofrece a acompañarle en su aventura. (FILMAFFINITY)
17 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
94/08(12/05/17) Singular producción británico/neozelandesa que supone el debut en un largometraje (dirige y guioniza) del músico escocés John Maclean, que ya había dirigido algunos video-musicales de dos grupos de los que formaba parte y dos cortometrajes (“Hombre en una motocicleta” y “Pitch Black Heist”) en los que dirigió a Michael Fassbender (con el que trabó amistad), el segundo ganó el premio Bafta. Un western desmitificador que divaga entre la sátira, lo onírico y la crudeza naturalista, siendo una ópera prima estimulante, irregular, pero con bastante magnetismo en muchos de sus momentos, siendo el núcleo el despertar de la inocencia del protagonista. El género del oeste en los últimos años ha tenido varios intentos apreciables de resurgimiento (Las americanas “True Grit””, “Django desencadenado”, “Los ocho…” o las europeas “The salvation” y “The Dark Valley”), pareciendo un canto de cisne, donde prima la desglamurización y el revisionismo, siendo este film ejemplo de ello. Una obra embestida de un bello lirismo visual y en su romántico argumento reforzada esta sensación, una elegía donde el amor y la muerte se funden formando el sacrificio puro. Resultando un bonito y agradable relato en formato buddy-movie conjugado con la horse-movie, un tránsito donde los dos protagonistas sufrirán una travesía de evolución personal bien trazada por lo bien orgánica que está expuesta esta curiosa amistad que se irá fraguando entre estas dos almas errantes. La violencia dosificada explotará en secos momentos, para desembocar en un clímax final mezcla de realismo y cinismo, siendo destacable su poética y hermosa ambientación en los espacios abiertos y sustentando el relato unos personajes con los que es fácil empatizar, un notable Kodi Smit-McPhee emitiendo inocencia y candidez, y un Michael Fassbender majestuoso en su carisma.
Jay Cavendish (Kodi Smit-McPhee), un joven escoces, viaja al oeste de Estados Unidos en busca de su amor, Rose Ross (Caren Pistorius), por el camino en solitario en caballo por las llanuras se encuentra con un rudo pistolero Silas Selleck (Michael Fassbender), este se le ofrece por dinero para protegerlo hasta su destino. Tendrá importancia en el relato un caza recompensas, Payne (Ben Mendelsohn); y John Ross (Rory McCann), padre de Rose.
Metraje que en su desarrollo aborda temas como el amor puro, la soledad, el idealismo romántico, la amistad, la búsqueda de tu lugar en el mundo, un western adusto con dosis de humor negro (ese esqueleto con un hacha en la mano aplastado por un tronco o los torpes indios que roban los caballos de los protagonistas), sazonado con golpes de realismo seco, violencia desprovista de épica alguna, ello en un entorno salvaje de gran belleza natural, hermosas y verdes praderas dan soporte a la singular pareja protagonista. Binomio que es el corazón del film, dos dispares individuos que encuentran en el otro parte de lo que ellos necesitan, uno es una cándida alma frente a un tipo duro, los dos inmersos en un mundo darwinista, donde solo sobrevive el más fuerte, donde la violencia atávica está siempre latente. Una narración apoyada en la sugestiva ambientación, en muchos silencios, muchas miradas, mucho paisaje para expresar la omnipotencia de la naturaleza frente a la insignificancia del hombre, regado sutilmente por un halo fatalista, sazonado por la inmoralidad, la codicia, el egoísmo, resultando en su devenir una curiosa mezcla entre estilos conocidos, el de los hermanos Coen (por su humor y el modo de relacionarse los personajes), y Tarantino (por el modo de rodar la violencia).
La cinta asimismo en su desarrollo va dejando caer varios flash-back e imágenes oníricas que sirven para dar fondo al protagonista joven, mostrando entonces que la historia es una especie de versión wild west-scotch de la shakesperiana “Romeo & Julieta”, un amor imposible, separándolos la condición social de cada uno de los dos, ello dará poso al encuentro final (spoiler); Reseñable es también el cuasi-cortometraje de humor sombrío que narra uno de los cazarecompensas (Andy McPhee, padre de Kodi Smit-McPhee) sobre un tipo que deseaba ser reconocido por sus fechorías, su medalla es un cartel con su dibujo y pidiendo dinero por capturarlo, sublime como acaba.
Michael Fassbender derrocha carisma, conjugando dureza con cariño (no sensiblero), manteniendo una notable química con McPhee, lo que es la motricidad del relato, ello evolucionado de modo gradual, con momentos álgidos como cuando le afeita de modo paternal, o en el reencuentro en el desierto, lástima que nos falte saber más de él para darle cierta hondura y no quedará algo cliché. Kodi Smit-McPhee encarna con una fragilidad e inocencia a su rol tremendos, refleja una imagen de desvalido, con una mirada rebosante de candor y ternura, ayuda el que sus ropas sean de talla mayor proyectando gran pequeñez, sosteniendo una extraña y punzante compenetración con Fassbender. Ben Mendelsohn en su poco tiempo en pantalla sabe imprimir carácter sutil en su rol, ayudado en ese enorme chaquetón (quizás un homenaje al que llevaba Warren Beatty en “Los vividores”, 1971).
Jay Cavendish (Kodi Smit-McPhee), un joven escoces, viaja al oeste de Estados Unidos en busca de su amor, Rose Ross (Caren Pistorius), por el camino en solitario en caballo por las llanuras se encuentra con un rudo pistolero Silas Selleck (Michael Fassbender), este se le ofrece por dinero para protegerlo hasta su destino. Tendrá importancia en el relato un caza recompensas, Payne (Ben Mendelsohn); y John Ross (Rory McCann), padre de Rose.
Metraje que en su desarrollo aborda temas como el amor puro, la soledad, el idealismo romántico, la amistad, la búsqueda de tu lugar en el mundo, un western adusto con dosis de humor negro (ese esqueleto con un hacha en la mano aplastado por un tronco o los torpes indios que roban los caballos de los protagonistas), sazonado con golpes de realismo seco, violencia desprovista de épica alguna, ello en un entorno salvaje de gran belleza natural, hermosas y verdes praderas dan soporte a la singular pareja protagonista. Binomio que es el corazón del film, dos dispares individuos que encuentran en el otro parte de lo que ellos necesitan, uno es una cándida alma frente a un tipo duro, los dos inmersos en un mundo darwinista, donde solo sobrevive el más fuerte, donde la violencia atávica está siempre latente. Una narración apoyada en la sugestiva ambientación, en muchos silencios, muchas miradas, mucho paisaje para expresar la omnipotencia de la naturaleza frente a la insignificancia del hombre, regado sutilmente por un halo fatalista, sazonado por la inmoralidad, la codicia, el egoísmo, resultando en su devenir una curiosa mezcla entre estilos conocidos, el de los hermanos Coen (por su humor y el modo de relacionarse los personajes), y Tarantino (por el modo de rodar la violencia).
La cinta asimismo en su desarrollo va dejando caer varios flash-back e imágenes oníricas que sirven para dar fondo al protagonista joven, mostrando entonces que la historia es una especie de versión wild west-scotch de la shakesperiana “Romeo & Julieta”, un amor imposible, separándolos la condición social de cada uno de los dos, ello dará poso al encuentro final (spoiler); Reseñable es también el cuasi-cortometraje de humor sombrío que narra uno de los cazarecompensas (Andy McPhee, padre de Kodi Smit-McPhee) sobre un tipo que deseaba ser reconocido por sus fechorías, su medalla es un cartel con su dibujo y pidiendo dinero por capturarlo, sublime como acaba.
Michael Fassbender derrocha carisma, conjugando dureza con cariño (no sensiblero), manteniendo una notable química con McPhee, lo que es la motricidad del relato, ello evolucionado de modo gradual, con momentos álgidos como cuando le afeita de modo paternal, o en el reencuentro en el desierto, lástima que nos falte saber más de él para darle cierta hondura y no quedará algo cliché. Kodi Smit-McPhee encarna con una fragilidad e inocencia a su rol tremendos, refleja una imagen de desvalido, con una mirada rebosante de candor y ternura, ayuda el que sus ropas sean de talla mayor proyectando gran pequeñez, sosteniendo una extraña y punzante compenetración con Fassbender. Ben Mendelsohn en su poco tiempo en pantalla sabe imprimir carácter sutil en su rol, ayudado en ese enorme chaquetón (quizás un homenaje al que llevaba Warren Beatty en “Los vividores”, 1971).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
La puesta en es un gran plato de entrada para engancharte, con un sobresaliente diseño de producción de Kim Sinclair (“El último samurái” o “Avatar”), rodándose en Nueva Zelanda (Twizel-Canterbury) y parte en Escocia (Wester Ross), siendo escenario unos lindos parajes de montaña, contrastando la anarquía de estos lares con el interior de la cabaña de madera, limpia, muy cuidada y aséptica. Esto filtrado por la esmerada fotografía soberbia Robbie Ryan (“Philomena” o “American honey”), realzando la beldad del entorno natural, sus infinitos cielos azules, sabiendo moverse con lirismo en la noche, así como siendo ágil y cortante en la acción, jugando con simbolismos visuales. La música es obra del cantautor y guitarrista australiano Jed Kurzel (“Macbeth” o “Babadook”), que envuelve los fotogramas en suaves y delicadas notas de guitarra, banjo y violín que perturban y encajan de modo excelso en el melancólico relato, excelente partitura.
Spoiler:
Momentos recordables, alguno ya comentado: El seco y cortante tiroteo en la cantina, un matrimonio muerto en su desesperación dejando a dos hijos pequeños, dejándolos los protagonistas abandonados a su suerte; Cuando Jay abandona a Silas y tiene un encuentro con Werner (un buen Andrew Robertt), tipo descansando con una carreta en medio del desierto, mantienen un charla exquisita (El de la caravana a Jay “Qué noticias hay del este?, Jay “Violencia y sufrimiento. Y del oeste?”, El de sueños y de fatigas”), por la mañana Jay se encuentra con que Werner le ha robado el caballo y la ropa, dejándolo en ropa interior y solo con una manta, ah, y una nota indicándole donde está el oeste; La entrada en el bosque que Silas cuenta está encantado, esto me parece un guiño al film “Macbeth” protagonizado también por Fassbender), esto se acentúa cuando Jay dice que los árboles se mueven (son indios camuflados), como en “Macbeth” el bosque escocés de Birnam; El tiroteo final con el epicentro en la cabaña, desgarrador y paradójico, todos esperamos que Silas ayude a Ross y este es herido nada más llegar y no pega un solo tiro por estar malherido, Jay llega tras soltarse de las ataduras, entra en la cabaña de Ross para ayudarla y nada más irrumpir es disparado por ella en el corazón, ella no se ha dado cuenta de quién es y sigue baleando fuera, Jay está recostado entre sus últimos suspiros, por el jaleo un bote de sal que está en la estantería encima de él se rompe y le cae sal sobre la herida, sibarita metáfora del corazón roto en el que encima echan sal.
Frases lapidarias: “En poco tiempo esto habrá sucedido hace mucho tiempo”; “Hay mucho más en la vida que la supervivencia”
Dista de ser perfecta, peca de algún altibajo y arritmia, falta de mostrar algo de del pasado del co-protagonista Silas que habría servido para empatizar con él, me sobra el flash-forward de Silas con Ross, despista y desvía la atención, pero en su conjunto y suma me queda una estimulante propuesta que se ve fácil y no aburre, llegando a no ser previsible, y eso hoy día se agradece, ello lo hace rompiendo algunas normas del género. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
Momentos recordables, alguno ya comentado: El seco y cortante tiroteo en la cantina, un matrimonio muerto en su desesperación dejando a dos hijos pequeños, dejándolos los protagonistas abandonados a su suerte; Cuando Jay abandona a Silas y tiene un encuentro con Werner (un buen Andrew Robertt), tipo descansando con una carreta en medio del desierto, mantienen un charla exquisita (El de la caravana a Jay “Qué noticias hay del este?, Jay “Violencia y sufrimiento. Y del oeste?”, El de sueños y de fatigas”), por la mañana Jay se encuentra con que Werner le ha robado el caballo y la ropa, dejándolo en ropa interior y solo con una manta, ah, y una nota indicándole donde está el oeste; La entrada en el bosque que Silas cuenta está encantado, esto me parece un guiño al film “Macbeth” protagonizado también por Fassbender), esto se acentúa cuando Jay dice que los árboles se mueven (son indios camuflados), como en “Macbeth” el bosque escocés de Birnam; El tiroteo final con el epicentro en la cabaña, desgarrador y paradójico, todos esperamos que Silas ayude a Ross y este es herido nada más llegar y no pega un solo tiro por estar malherido, Jay llega tras soltarse de las ataduras, entra en la cabaña de Ross para ayudarla y nada más irrumpir es disparado por ella en el corazón, ella no se ha dado cuenta de quién es y sigue baleando fuera, Jay está recostado entre sus últimos suspiros, por el jaleo un bote de sal que está en la estantería encima de él se rompe y le cae sal sobre la herida, sibarita metáfora del corazón roto en el que encima echan sal.
Frases lapidarias: “En poco tiempo esto habrá sucedido hace mucho tiempo”; “Hay mucho más en la vida que la supervivencia”
Dista de ser perfecta, peca de algún altibajo y arritmia, falta de mostrar algo de del pasado del co-protagonista Silas que habría servido para empatizar con él, me sobra el flash-forward de Silas con Ross, despista y desvía la atención, pero en su conjunto y suma me queda una estimulante propuesta que se ve fácil y no aburre, llegando a no ser previsible, y eso hoy día se agradece, ello lo hace rompiendo algunas normas del género. Fuerza y honor!!!