275/22(15/07/21) Sugestiva cinta creada por los imaginativos Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet, en lo que es su segundo dirección de largometraje (y la última en binomio) escrito por Jeunet y Gilles Adrien y protagonizada por Ron Perlman, Daniel Emilfork, Dominique Pinon (actor fetiche de Jeunet) y Judith Vittet. En lo que es un fascinante visualmente cuento gótico absorbente en su estética cautivadora, en la construcción de una ambientación urbanita-portuaria de marcado sentido expresionista, proyectando un microcosmos decadente de resonancias apocalípticas que parece claramente en paralelo del universo de la ópera prima de los cineastas como fue “Delicatesen”, una atmósfera opresiva que va asfixiando a los personajes. Ello con una historia de fantasía, hablándonos de la capacidad de soñar de los niños, de la maldad humana reflejada en la vampirización de los sueños pretendida por el malo malísimo, la explotación infantil, secundado por seres ambiguos, tocando el tema de las familias disfuncionales, no las consanguíneas, si no las que se forjan a través de la fuerte amistad. Esto con claros efluvios a Dickens cruzado con esencia de los Hermanos Grimm, en un lugar poblado de niños desamparados, adultos malvados, seres diabólicos y héroes de cuento de hadas.

Plagado este microcosmos de seres atractivos: Desde el clásico Mad Doctor desafiando a las Leyes de la Naturaleza en pos de ser un Dios. Este encarnado por un sensacional Daniel Emilfork como el siniestro Krank, con un aspecto que parece hermano gemelo de del vampiro de Max Schreck en “Nosferatu”); Ciclopes que actúan a modo de escuadrones de secuestradores; Cerebros encapsulado en un tanque de líquido (con voz original de Jean-Louis Trintignant); una bella mujer fallida que se quedó en enana (Miss Bismuth dando vida a la pérfida Mireille Mosse); hermanas ‘siamesas’ (par de gemelas sádicas apodados The Octopus, encarnadas por Genevieve Bruner y Odile Mallet, las vemos en unas coreografías de manos extraordinarias como se compenetran); personaje (original) en busca de venganza (Un siempre muy expresivo Dominique Pinon), sus 6 clones (cual siete enanitos, un tour de forcé sensacional de Pinon, creando seres deseosos de ser el original) y más; o un sicario meticuloso (Marcello embestido por Jean-Claude Dreyfus, el carnicero de "Delicatessen") que utiliza pulgas como enviadas para enloquecer a sus presas; ello revestido de un humor sutil y muy oscuro en su comportamiento.

Puede en revesarse en algún momento pues hay muchas ideas que terminan algo amontonadas, pueden llegar a saturar en su primera mitad, saltando de un lugar a otro arbitrariamente, yendo de una sub trama a otra pudiendo uno desorientarse, aun con la maravilla visual que es. Esto repercute en que su ritmo vaya un tanto discordante en este tramo inicial, pero cuando coge impulso narrativo a partir de esta segunda parte despega

Deja un grato sabor en su imaginería (que bebe de “Metropolis” de Fritz Lang y la “Brazil” de Terry Gilliam) en la bondad del núcleo de la historia que es la relación que ese establece entre los dos seres disfuncionales como el fortachón de feria One (encarnado por un empático Ron Perlman, que se nos presenta cual Zampano de “La Strada” de Fellini, pues lo vemos rompiendo unas cadenas a las que está preso) buscando a su pequeñito hermano adoptivo Denree (achuchable Joseph Lucien) y la joven de 10 años Miette (encantadora Judith Vittet) ayudándolo mientras busca ella misma una familia que la quiera. Dos seres con movedores que a la deriva encuentran el calor humano, una relación cargada de ternura que fluye sin acaramelamientos, discurre con sutilidad.

Todo apoyado en la epidérmica cinematografía del persa Darius Khondji (“Seven” o “la playa”), en tonos verde-macilentos, en miscelánea con el diseño de producción del propio co-director Caro y Jean Rabasse (“Vidocq” o “El oficial y el espía), creador de unos escenarios lóbregos cargados de terror, donde predomina el latón y la humedad. Un film con claro olor a comic de terror, donde los personajes parecen tallados a golpe de lápiz y colores primarios que sobrepasan la pantalla, saturando el ambiente de un clima pesadillesco envolvente, componiendo los cineastas secuencias de gran poder seductor, con estampas de grácil belleza de cuento de miedo para niños con esa plataforma en el mar que sirve de refugio para el malvado, donde tienen raptados a los niños; Con ese puerto semioscuro opresivo; Con esas callejuelas laberínticas con pasarelas; Con esos cuartos mugrientos; con ese espectacular vestuario diseñado por el galo Jean-Paul Gaultier (“El Quinto Elemento” o “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante”), y todo esto adornado por la hermosa partitura del neoyorkino Angelo Badalamenti, todo esto se dio en llamar género steampunk.

Arranca de modo perturbador marcando las cartas de su tono lóbrego con una escena en una habitación de bebe en una cuna donde todo lo vemos a través de sus ojos, donde van apareciendo de modo surrealista varios Papa Noel por la chimenea, peros estos son seres de aspecto cadavérico que intentan hacer reír al bebe ello emitiendo un clima de terror, el dormitorio se va llenando de estos Papa Noel cloníficados, hasta que provocan el horror en el chico y lo hacen llorar a gritos, hasta que pasamos a un laboratorio, donde vemos que todo ha sido fruto de la mente de un científico peculiar (el que se escondía tras la barba de Papa Noel) , que estaba en medio de un experimento intentando robar la pesadilla del bebe, en un puede antecedente de la posterior película de Christopher Nolan.