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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Kile Hadley, un magnate del petróleo, y Mitch Wayne, su mejor amigo y empleado, se enamoran de la misma mujer: la secretaria Lucy Moore. Kile, que es un alcohólico irresponsable, se casa con ella, aunque Mitch está convencido de que con esta boda Lucy comete un gran error. Al cabo de un año, contra todo pronóstico, Kyle parece un hombre nuevo: ha dejado de beber y presta más atención a sus negocios. (FILMAFFINITY)
12 de abril de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
62/03(06/04/16) Envejecido melodrama de uno de los reyes del género, el alemán Douglas Sirk, un realizador que gustaba de explotar las más bajas pasiones, con elegancia y sofisticación, y este film no es una excepción, reflejando una marea de emociones y sentimientos, se hace un fresco desolador del amor, de los no correspondidos, de los celos, de la amistad, de la impotencia sexual, del deseo, de la frustración sexual, del fracaso, del alcoholismo como modo de huida de los problemas, del mal-criamiento de los hijos, o la frustración vital, e incluso se atisba un subtexto relativo a la homosexualidad y al incesto. Se hace una decadente radiografía de la clase alta estadounidense, a través de su arrogancia, caprichos, y endiosamiento. El guión es de George Zuckerman (“Ángeles sin brillo”), se basa en la novela homónima de Robert Wilder de 1945, que a su vez se inspira en el escándalo de la muerte del magnate tabaquero-heredero Zachary Smith Reynolds en 1932, en el que estuvo su esposa implicada, la cantante Libby Hollman, que en aquellos momentos estaba embarazada, y con el mejor amigo del millonario de por medio, el escritor cambió el escenario de carolina del Norte a la petrolera Texas, cambiando además los nombres. El problema del film es que el tiempo lo ha arrugado, ha convertido muchas situaciones en forzadas, apresuradas, como tampoco son de mucha fuerza las interpretaciones de Rock Hudson y Lauren Bacall, demasiado buenos, todo comprensión y cariño, excesivamente dulzones, para compensarlo están Dorothy Malone y Robert Stack, mucho más humanos y defectuosos.

El director moldea un drama sórdido sobre la sociedad materialista, sobre las clases que viven en la opulencia, rodeada de todo y en realidad solos en su vacuidad existencial, en su insatisfacción anímica, en sus inseguridades, se hace una deconstrucción doliente de este microcosmos de las élites, un torpedo al Sueño americano, de cómo los que triunfaron no son capaces de legar a sus hijos sus valores morales, “solo” les dan mucho dinero, viviendo derrochando en medio de lujos, borracheras, lujuria y excentricidades. Nos habla del clásico éxito de un hombre hecho a sí mismo y como este fracasa en educar a sus vástagos, en esto destila un halo de tragedia griega con efluvios shakesperianos, historia de pasiones enfrentadas, de sentimientos reprimidos. Lo hace construyendo a personajes nítidos, diáfanos en su comportamiento, sin ambigüedades, arrancando en un sugestivo tramo, con un coche deportivo amarillo descapotable circulando a gran velocidad en la noche, llegando a una mansión, en esta hay gente que mira inquietada por la ventana, oímos disparos y el tipo del deportivo que llegó y entro borracho, sale tambaleante, cayendo al final al suelo, y ya te tienen enganchado con el misterio de cómo se llegó a esa trágica situación. A partir de entonces el director evoluciona un increscendo dramático sugestivo, en un turbador cuadrado romántico, donde todos están enamorados, el problema es que nadie parece ser correspondido por la persona a la que se ama.

Lo malo es que el paso de los años la ha envejecido, la ha dejado en folletín de tintes a culebrón, siendo preámbulo a telenovelas como Dallas, Dinastia o Falcon Crest. El romance arranca con un reguero de situaciones un tanto a empujones, Mitch ve a Lucy y ya se ha enamorado, Kuyle la ve y otro flechazo, y lo peor es la táctica tan simplona de enamorarla, primero la pasea por medio USA, presumiendo de poderío con su avión privado, y luego ella se siente molesta por la ostentación de la habitación de hotel, él se disculpa y ale, a casarse, muy poco creíble, muy exageradas las emociones, y es que además hay nula química entre Bacall y Stack, pero es que tampoco la hay entre Bacall y Hudson, el guión no trabaja guiño alguno entre ellos, todo muy estridente, sus reacciones a cada problema resultan chirriantes. Los personajes de Mitch y de Lucy me resultan planos de bondadosos que son, tanto que pasan a lo ser unos sosainas, esto termina por derivar en el espectador en distancia y frialdad, no importándote demasiado lo que les pase a los personajes. Se nos quiere inocular una tensión e intensidad que se denota artificiosa y previsible, ello aderezado con una moralina bastante retrógrada y rancia. Baste de ejemplo el modo en que se nos presenta el comportamiento de Marylee, como exponente femenino, una mujer mayor de edad que no podía acostarse con quien quisiera, pudiendo ser detenido por la policía el mancebo que lo osase, donde las féminas son expuestas en dos formas, como ociosas sin más quehacer que ser unas hedonistas o en su defecto unas amas de casa esperando a quedarse preñadas, estridente.

Rock Hudson (8 films con el director Sirk, siendo este el más exitoso), realiza una actuación plana y lineal, de estereotipo del tipo de clase media amigo de un de un caprichoso heredero, sin matices y sin fondo. Lauren Bacall está tan insulsa como Hudson, no se entiende este con Kyle a no ser que sea una cazafortunas, pues el tipo es de lo más arrogante y engreído, pero sin embargo ella intenta aparentar amor por él, y esto no cruje, no se siente, se nota impostado, tanto como la supuesta química con Hudson, te meten un supuesto romance soterrado entre ambos que no se sostiene por lado alguno. Robert Stack si es un personaje más complejo y rico en matices, aunque el actor tiende a pasarse de rosca en muchos momentos. La mejor de la función es una notable Dorothy Malone, una racial y tempestuosa interpretación, rebosante de sensualidad y viscerabilidad, un volcán en perpetua erupción, perturbadora en la escena del baile con la foto, papel por el que ganó el Oscar a actriz secundaria. Robert Keith derrocha carisma, autosuficiencia, y a la vez fragilidad ante su fracaso como padre, estupendo en su rol de patriarca. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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