Basada en la novela homónima de James Sallis, esta película de culto fue una de las destacadas de su cosecha, muy bien recibida por crítica y público, y se alzó con el premio a la mejor dirección en Cannes.

El danés Winding Refn no se encargó de la adaptación del guion, pero sí de dotar a su cinta de un montón de virtudes que la hicieron triunfar: con una música y una estética deliberadamente retros muy bien integrada en la trama, un uso sorprendente de estallidos de violencia extrema, y un estilo muy original en la forma de contar la historia (pausadamente, usando los silencios y expresiones del protagonista como un elemento básico del relato) el film consiguió no dejar indiferente a nadie.

Hipnótica, bien interpretada, y siempre amena e interesante, es de las películas que tiene ese "algo más" (llamémosle personalidad) que las hace sobresalir entre la oferta habitual.