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Voto de Jefe Dreyfus:
7
Acción Barney Ross (Sylvester Stallone), Lee Christmas (Jason Statham), Yin Yang (Jet Li), Gunner Jensen (Dolph Lundgren), Toll Road (Randy Couture) y Hale Caesar (Terry Crews) y Billy (Liam Hemsworth), un nuevo colega, se vuelven a reunir cuando el señor Church (Bruce Willis) les encarga un trabajo aparentemente sencillo y muy lucrativo. Sin embargo, el plan se tuerce cuando un peligroso terrorista llamado Villain (Jean-Claude Van Damme) les ... [+]
31 de agosto de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La intención, a la hora de llevar a cabo un producto como fue la primera entrega de los mercenarios, era la de reunir en una sola cinta a un importante elenco de lo más granado de los actores de películas de acción de la década de los años '80 y principios de los '90 y, a la vez, intentar recuperar el espíritu de aquel tipo de producciones, con la clara intención de entretener y, ya de paso, intentar tocar la fibra nostálgica de un cierto sector del público. Resulta evidente, pues, que si lo que se pretendía era ser fiel a un espíritu, era obligado que “los mercenarios” se terminara convirtiendo en una longeva franquicia (ahora nos llega la segunda parte y ya se está preparando una tercera que, como todo el mundo sabe, suelen resultar ser las más petardas y alocadas). El otro requerimiento de obligado cumplimiento, que quedaba por llevar a cabo, es que esta vez: fuera personal.

Una misión sencilla por cumplir. Un montón de rudos tipos duros armados hasta los dientes. Una chica de acompañante con más huevos que un caballo. Un misterioso maletín por recuperar. Unos malos muy malos que también quieren el maletín. Tensión en el ambiente. Miradas furtivas. Apretar de dientes. Un “aquí se la a liar de la Dios es Cristo”... Y se lía. Pues claro que se lía. Y bien gorda, además. Porque los Mercenarios además de querer recuperar el maletín, a toda costa, también buscarán vengar a uno de los suyos, caído en combate. Y lo harán a la vieja usanza, es decir: montando una auténtica carnicería. Ojo por ojo. Diente por diente. Puñal en la frente.

La trama es la que es y mejor no darle muchas más vueltas al asunto porque lo cierto es que la cosa es más bien justita. Y es que, aunque en estos casos acostumbra a ser lo de menos, los productores del film continúan con su molesta costumbre de querer contratar a guionistas con la intención de lograr una mínima linea argumental para este tipo de productos. Pero lo cierto es que, al fin y al cabo, lo más importante aquí son los golpes, las patadas voladoras, los disparos, las explosiones, las persecuciones y, ¿por que no?, la aniquilación en masa del enemigo. El director Alfred Hitchcock solía decir que “Una película tiene tres elementos fundamentales: El guión, el guión y el guión”. Los mercenarios 2 demuestra que se equivocaba.

Parece como si la premisa inicial hubiera sido: vamos a volver a hacer lo de la primera parte, pero intentaremos llegar un poco más lejos todavía. Eso, en este caso, supone más presupuesto, más nombres... y más dinamita. Y aunque la película parece tener más momentos “muertos” que la primera entrega, aderezados con diálogos absurdos/marcianos, únicamente comprensibles puesto hasta las cejas de LSD, cuando los mercenarios entran en escena nos regalan grandilocuentes escenas de acción imposible, que harán las delicias de los más fervientes seguidores del género. Y en ese sentido hay que agradecer a Stallone (y muchos de sus compañeros de rodaje también deberían hacerlo) que, en definitiva, siga siendo tan fiel a sí mismo. Porque la película es, básicamente, acción en estado puro, con un trepidantes escenas de acción, situaciones límite cada dos por tres, un cierto punto auto paródico y un sentido del espectáculo bañado en sangre. En definitiva, buena mierda.
Jefe Dreyfus
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