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Tajikistan Tajikistan · Demonlandia
Voto de Neathara:
6
Drama Elisabeth (Liv Ullmann), una célebre actriz de teatro, es hospitalizada tras perder la voz durante una representación de "Electra". Después de ser sometida a una serie de pruebas, el diagnóstico es bueno. Sin embargo, como sigue sin hablar, debe permanecer en la clínica. Alma (Bibi Andersson), la enfermera encargada de cuidarla, intenta romper su mutismo hablándole sin parar. (FILMAFFINITY)
4 de junio de 2009
187 de 275 usuarios han encontrado esta crítica útil
A considerar antes, durante y después:

1- El factor "háztelo tú mismo". Al parecer hay quienes dicen no haber entendido esta película. Sin embargo esta película es terriblemente sencilla, pero todo el mundo parece empeñado en convertirla en algo terriblemente complicado. Me explico: Bergman proporciona unos cuantos tablones de madera y algunos tornillos y un manual de instrucciones que indica con toda claridad cómo montar una simple mesa. Por razones que cualquier comprador de muebles IKEA podrá comprender, la mayoría de la gente coge el material y de alguna manera se las arregla para construir cualquier cosa que no tenga el remoto parecido con una mesa. De nada sirve que las actrices, el director, el guión y hasta la fotografía y los planos griten: "¡SOY UNA MESA!". Que la gente hace lo que le da la gana.

2- El factor felpudo: en los años sesenta y en concreto en la deprimente España, existían dos tipos de espectadores que acudían a ver a esta "Persona". La primera clase eran gafapastas, gentes de bien que se reunían en los sagrados antros del metal, digo de las filmotecas y similares para celebrar los íntimos misterios del existencialismo nórdico. La segunda clase, aún más meritorios, eran los conocidos como "Pajapastas". Gente que acudía en tropel porque había cundido el rumor de que en las películas de Bergman salían felpudos. Ambos grupos gozaban de una momentánea comunión espiritual en la oscuridad de las salas, para luego dividirse a la salida en dos actitudes bien diferenciadas: los gafapastas lloraban de éxtasis ante la sensación de haber visto cinema de qualité transcendental y los pajapastas también lloraban, sí, pero por haber sido tan cruelmente privados de su ración felpudística. Ellos hubieran preferido que aquella "Persona" hubiese sido un poco más "Pendona", pero ese amargado de Bergman, no contento con no mostrar ni un solo atisbo de felpudo, les había endosado un rollo de órdago. Esto significaría el principio de la decadencia del cine sueco; la mitad de su público potencial dejó a las suecas, tan sosas y lúgubres por las francesas, que también leían a Sartre y se deprimían pero no lo encontraban incompatible con mostrar felpudo, pechugamen y hasta hucha si la película lo requería, que era casi siempre.

(seguimos abajo)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Neathara
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