El Quentin Tarantino inglés ha sufrido un cambio leve de registro, como hiciera su "homólogo" estadounidense; esto es lo primero que uno piensa al ver el primer cuarto de hora de la nueva película de Guy Ritchie, "el tío se ha pasado con el humor, como hizo Quentin con las artes marciales y/o casquería en Kill Bill o Death Proof".
La película es más de lo mismo, diversos maleantes londinenses dispuestos en varios frentes algunos elementos comunes que hacen que todos ellos se vean envueltos en la misma trama disparatada y, en este caso, demasiado humor; eso si, buen humor inglés con un toque descarado.
La parte negativa, es que es algo más larga que sus predecesoras, pero con un guión mucho más sencillo, da la sensación de que todos los personajes se conocen y siempre han convivido unos cerca de otros. Por no nombrar el patético final, precipitado, rápido (pese a aparecer a las 2 horas de película) y que no sirve sino para vaticinar con una ingenua claridad que habrá una secuela.
Ahora bien, es una película con actores ingleses, las interpretaciones son impecables; especial mención a Thandie Newton que vuelve a clavar el papel que mejor se le da (en realidad es el papel que siempre acaba haciendo).